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La UE impulsa sus planes de autonomía militar pese a la sintonía con Washington


La cumbre europea que termina este viernes reafirmará la voluntad de la Unión Europea de recortar la dependencia militar de Estados Unidos, un impulso a los planes europeos de defensa que llega a pesar de la mejor sintonía con la Administración del demócrata Joe Biden. El borrador de la declaración de la cumbre subraya, no obstante, el compromiso de mantener una estrecha colaboración con la OTAN. Y en un gesto destinado a calmar el resquemor de algunos aliados ante la creciente independencia europea, los 27 líderes de la Unión han invitado a la reunión al secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, quien recuerda una y otra vez que la UE, por sí sola, “no puede garantizar la seguridad de Europa”.

La cumbre de los Veintisiete, que se celebrará por videoconferencia, llega tras los primeros contactos de las principales capitales europeas con el nuevo presidente estadounidense y tras la participación de su secretario de Estado, Anthony Blinken, en la reunión de ministros de Exteriores de la UE del pasado lunes.

Washington ha subrayado desde la toma de posesión de Biden su intención de retomar la cooperación con Europa después de cuatro años de trifulca transatlántica bajo la presidencia de Donald Trump. “Blinken nos dejó claro que EE UU ve a Europa no solo como un socio, sino como un amigo”, ha señalado el Alto Representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, sobre la reunión del lunes.

Pero la mejor sintonía con Washington no va a suponer un frenazo en los esfuerzos de la UE por avanzar en su autonomía estratégica, como desearían los socios más atlantistas. “Reafirmamos que, en vistas de una inestabilidad global creciente, la UE necesita asumir una mayor responsabilidad en su seguridad”, señala tajante el borrador de la declaración de la cumbre europea celebrada este jueves y viernes.

El texto confirma la voluntad de los Veintisiete de “aumentar la capacidad de la UE para actuar autónomamente”. Y apuesta por mejorar la fortaleza y preparación de la UE “para poder lidiar de manera efectiva con todas las amenazas de seguridad y desafíos”.

La autonomía estratégica europea es una vieja aspiración de Bruselas, impulsada sin éxito periódicamente después de cada crisis de seguridad que los socios europeos no han podido resolver por sí solos, desde las guerras de los Balcanes a las de Siria o Libia. Pero los planes para dotarse de una política común de defensa y seguridad se han acelerado en los últimos años, en particular, durante la quiebra de la relación transatlántica entre 2017 y 2020. Y la crisis sanitaria provocada por el virus SARS-CoV-2 a principios del año pasado ha acentuado aún más la urgencia por desarrollar una soberanía europea en múltiples terrenos.

“La pandemia de covid-19 nos ha hecho aún más conscientes de la necesidad de mejorar nuestra autonomía”, señaló Borrell el pasado martes durante un encuentro con el Atlantic Council, un centro de estudios estadounidense muy favorable a la relación transatlántica. El jefe de la diplomacia comunitaria reconoció: “Nos habíamos acostumbrado a estar bajo el paraguas de EE UU, pero Washington tiene razón cuando pide que seamos más autónomos”.

La nueva iniciativa militar europea se concretará en la llamada “brújula estratégica”, un documento de larga elaboración que Bruselas espera concluir en marzo de 2022, durante la presidencia francesa de la UE. Los trabajos preparativos, desarrollados durante la presidencia alemana del segundo semestre de 2020, ya han avanzado sobre sus grandes líneas, que Borrell presentará este viernes a los socios en el Consejo Europeo.

El proyecto gira en torno a cuatro ejes: gestión de crisis, desarrollo de capacidades (infraestructuras y armamento), resiliencia (reduciendo la dependencia desde el terreno digital al farmacéutico) y relaciones con países terceros. “Este marco será la base para la ambición de nuestra política de defensa”, señalaba la ministra francesa de Defensa, Florence Parly, durante un reciente encuentro en Bruselas con EL PAÍS y otros medios europeos.

Parly cree que esa política abarcará desde operaciones ya en marcha como la del Sahel contra el terrorismo yihadista a “una creciente presencia en el Este, Asia y el Pacífico”. Europa concede cada vez más importancia a la inestabilidad reinante en algunas zonas marítimas, en particular, en un Pacífico donde China, según Occidente, no siempre respeta el derecho internacional.

Pero el entusiasmo francés por la autonomía estratégica no es compartido por todos los socios europeos y algunos, incluso, lo observan con desconfianza por temor a que dañe a la Alianza Atlántica. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha invitado a la reunión de este viernes, de manera excepcional, al secretario de la OTAN, Jens Stoltenberg, con objeto de calmar a las delegaciones más inquietas.

“Los países que se encuentran, por decirlo así, en primera línea y frente a vecinos grandes, temen que la defensa europea debilite a la OTAN, y se trata de dejar claro que no será así”, apuntan fuentes diplomáticas, en alusión a Polonia y los países bálticos.

Stoltenberg se muestra favorable a que los socios europeos refuercen sus capacidades militares. “Pero la UE no puede defender a Europa, la UE no puede reemplazar a la OTAN”, subrayó el secretario general de la Alianza durante una conversación con varios medios internacionales, entre ellos, EL PAÍS, unas horas antes de intervenir en la Conferencia de Seguridad de Múnich celebrada el pasado viernes.

El líder del organismo recordó que “el 80% del gasto militar de la OTAN corresponde a aliados que no pertenecen a la UE”. Y subrayó la importancia que tienen para la seguridad del Viejo Continente aliados extracomunitarios “como Noruega e Islandia en el norte, Turquía en el sur o el Reino Unido, Canadá y EE UU en el oeste”.

El gasto militar de los socios europeos aumenta ininterrumpidamente desde 2015 y en 2019 alcanzó los 186.000 millones de euros, la cifra más alta de los últimos 15 años, según el informe anual de Agencia Europea de Defensa. La suma de los presupuestos nacionales de defensa triplica el gasto militar de Rusia. Pero las sinergias entre los miembros de la UE son escasas y las duplicidades de gasto abundante. Según la Agencia, en 2019 la adquisición conjunta de capacidades solo fue de 7.000 millones de euros. Y solo el 20% de las licitaciones de material se hacen de manera conjunta, lejos del 35% que se ha marcado como objetivo.

Francia y Alemania lideran, respectivamente, los dos mayores proyectos industriales del sector, para la construcción de un sistema de combate aéreo (FCAS, por sus siglas en inglés), con significativa participación española a través de la empresa Indra, y otro terrestre (MGCS). Pero la cooperación está lejos de ser fluida y fuentes de la industria aseguran que el proyecto del avión de combate, en concreto, ha llegado a estar en peligro por las fricciones entre franceses y alemanes. Esos roces y la desconfianza de otros socios, como Italia o Polonia, que temen quedar sometidos a un dominio excesivo de la industria franco-alemana, complican y retrasan el nacimiento de una auténtica política europea de defensa y de una industria militar paneuropea.

“Las industrias relacionadas con la defensa afrontan un contexto económico y político que está cambiando completamente y que pide respuestas que van más allá del nivel nacional”, alerta un documento de la Comisión Europea sobre los desafíos de la defensa comunitaria. La fecha del documento: 24 de enero de 1996. Un cuarto de siglo después ha habido avances, pero la integración de la política europea de defensa sigue siendo una asignatura pendiente para Bruselas.


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