La Unión Europea ha redoblado esta semana sus esfuerzos diplomáticos para intentar calmar la tensión en varias zonas del Mediterráneo oriental. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, llegan este martes a Ankara para trasladar su oferta de entendimiento al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, tras los choques registrados en 2020. Michel, además, trasladaba el domingo y lunes el apoyo de la UE a Libia y Túnez, dos países repetidamente golpeados por el terrorismo y origen o tránsito de potentes corrientes migratorias hacia suelo europeo.
La visita de Michel y Von der Leyen a la capital turca llega tras varias semanas de gestos de distensión por parte de Erdogan. La cumbre europea de marzo valoró positivamente la nueva actitud del presidente turco. Y aunque Bruselas sigue observando con desconfianza al régimen turco, la UE ofreció una “agenda positiva” sobre la que construir una relación mucho más constructiva y beneficiosa para ambas partes. La oferta incluye, entre otras cosas, la mejora del acuerdo aduanero para facilitar la entrada de las empresas turcas en el mercado comunitario y la renovación del pacto migratorio, por el que la UE ha contribuido con 3.000 millones de euros al mantenimiento de los 3,6 millones de sirios refugiados en suelo turco.
Bruselas pide a cambio que Erdogan deje de hostigar a miembross de la UE como Grecia o Chipre y que se abstenga de involucrarse en conflictos del Mediterráneo, como la larga contienda civil en Libia. Este domingo, el presidente del Consejo Europeo señalaba en Trípoli que “todos los combatientes extranjeros deben salir de Libia” como condición para alcanzar una paz duradera. Las potencias occidentales sospechan que en territorio libio han combatidos cientos de mercenarios apoyados por Ankara.
Michel también recalcó la necesidad de respetar el embargo de armas después de que la operación naval de la UE (Irini) haya interceptado en los últimos meses buques turcos sospechosos de violar el embargo de la ONU. Fuentes comunitarias destacan que Michel ha sido el primer dirigente internacional en visitar Trípoli (el pasado domingo) desde la constitución de un Gobierno de Unidad Nacional que aspira a poner fin a casi 10 años de inestabilidad y conflicto civil.
“Quería venir lo antes posible para traer un mensaje claro y fuerte al pueblo de Libia a su nuevo liderazgo”, señaló el presidente del Consejo Europeo en Trípoli tras reunirse con el primer ministro libio Al-Dabaiba. “El futuro de Libia está en vuestras manos (…) y la UE se ha comprometido a apoyar activamente la reconciliación nacional”, añadió Michel. El dirigente europeo anunció también que el embajador de la UE volverá a Trípoli tras años instalado en Túnez para evitar la peligrosa situación en la capital libia.
La gira mediterránea de Michel ha recalado este lunes en Túnez, donde se iniciaron las revueltas de la llamada primavera árabe y que una década después intenta avanzar con una frágil democracia. El pequeño país fue una de las principales fuentes de combatientes extranjeros para la guerra de Siria, hasta el punto de que algunos cálculos lo sitúan a la cabeza de ese mortífero ránking.
La agenda de Michel en la capital tunecina incluye un encuentro y un almuerzo de trabajo con el presidente del país, Kais Saied. La UE ha intentado contribuir a la estabilidad de Túnez, con 3.000 millones de euros de asistencia financiera desde 2011. El país es una de las piezas claves para la política migratoria de la UE, que busca acuerdos con el norte de África para regular los flujos migratorios que proceden o pasan por la zona.
Desde Túnez, Michel proseguirá su viaje hacia Ankara donde tiene previsto aterrizar también Von der Leyen para un encuentro con Erdogan que puede marcar un punto de inflexión en las relaciones con Turquía. “La UE tiene un interés estratégico en el desarrollo de una relación de cooperación con Turquía mutuamente beneficiosa. Y eso también es verdad para Turquía”, señalaba la semana pasada el Alto Representante de Política Exterior de la UE, Josep Borrell. El jefe de la diplomacia europea recordaba que la UE es “de lejos” el mayor socio comercial de Turquía y que en suelo europeo residen 5,5 millones de ciudadanos turcos.
Bruselas parece haber descubierto la vecindad sur tras años volcada en el flanco oriental del club comunitario. La tensión con Rusia a raíz de la ocupación de Crimea y los continuos conflictos en Ucrania, agravados durante la semana pasada, habían llevado a la UE a concentrar su atención en la vecindad del Este. En esa zona sigue habiendo numerosos focos de tensión, desde la reciente guerra entre Armenia y Azerbaiyán a la presión de Moscú sobre países como Moldavia o Georgia. Pero las autoridades comunitarias han decidido su ámbito de actuación prioritaria para incluir una vecindad mediterránea que los socios del sur, con España al frente, consideraban a veces descuidada.
El giro comenzó a finales de 2020, cuando la cumbre europea del mes de diciembre señaló en sus conclusiones que “la UE tiene como prioridad estratégica una vecindad meridional democrática, más estable, más ecológica y más próspera”. El impulso se mantuvo en la cumbre de marzo de este año y Bruselas espera ahora aprovechar los frutos de cierto apaciguamiento en las zonas más explosivas del Mediterráneo para afianzar la relación con los vecinos con los que comparte todo un mar que a menudo separa más que comunica.
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