Si bien las estrictas cuarentenas y el extendido uso de mascarillas en Asia han contribuido a ralentizar la propagación de la variante ómicron en la región, el continente más poblado del planeta está haciendo frente a una nueva ola de contagios que, para muchos expertos, resultaba inevitable. El ritmo con el que están repuntando los casos preocupa especialmente en Filipinas y está suponiendo un quebradero de cabeza para el primer ministro japonés, Fumio Kishida, quien se ha visto obligado a imponer restricciones por primera vez desde que comenzó su mandato en octubre. Mientras tanto, a tres semanas de que arranquen los Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín, su vecina Tianjin ha iniciado un testeo masivo de sus 14 millones de habitantes tras detectar dos infecciones locales de ómicron, y Hong Kong se ha blindado para evitar la propagación descontrolada de esta contagiosa variante.
Los casos de covid-19 se han multiplicado a una velocidad sin precedentes en Filipinas tras las vacaciones de Navidad. Si hace dos semanas la nación cristiana más grande de Asia no superaba los 300 contagios diarios, el sábado registró la mayor cifra de infecciones en lo que va de pandemia: 26.458 en un solo día. Ante la enorme afluencia de pacientes, el Hospital General de Filipinas (el más grande del país, con capacidad para 1.500 camas) ha anunciado que mantendrá a los sanitarios trabajando mientras no muestren síntomas de la enfermedad. Jonas del Rosario, portavoz de la institución, expresó en un mensaje televisado por la cadena estatal PTV el sábado que, dado que el hospital ha multiplicado por seis el número de ingresos, no se puede permitir bajas del personal. Del Rosario enfatizó que la mayoría de enfermos en estado grave no se han vacunado y que, por el momento, no están faltos de respiradores, pero que la situación podría empeorar en las próximas semanas. Un 47,1% de los 109,2 millones de habitantes del archipiélago ha recibido la pauta completa de la vacuna.
El 31 de diciembre, coincidiendo con la detección de los primeros casos de la variante ómicron en Manila —siete provenientes del extranjero y tres locales—, la capital comunicó que elevaría las restricciones a su nivel de alerta máxima entre el 3 y el 15 de enero, medida que han secundado otras 14 áreas del norte del país.
La propagación de ómicron también preocupa en otras regiones del Sudeste Asiático desde la entrada del nuevo año. Tailandia, que registró 8.511 nuevas infecciones el sábado (la cifra más alta desde principios de noviembre), ha suspendido el plan de viaje sin cuarentena para turistas vacunados e impuesto restricciones de desplazamientos y reuniones. Por su parte, Vietnam, que lleva cerrado al turismo desde marzo de 2020, ha superado en cada jornada del año nuevo la barrera de los 16.000 casos diarios.
Pero la mayor parte de titulares los ocupan Japón y China. Más de dos meses después de que las medidas de control contra la covid-19 se suprimiesen en todo Japón, Fumio Kishida se ha visto obligado a reactivar el nivel de alerta a “casi emergencia” en Okinawa, Yamaguchi y Hiroshima. El país del sol naciente, actualmente haciendo frente a su sexta ola, aprobó el viernes una nueva serie de restricciones en estas tres prefecturas que albergan bases militares estadounidenses, donde se han detectado varios focos epidémicos de la variante ómicron.
Desde el domingo hasta el próximo 31 de enero, se limitarán los horarios comerciales y se ha pedido a la población que reduzca las salidas. Kishida, aunque mucho más cauto que los gobernadores de estas tres regiones —quienes acusaron directamente al personal estadounidense de propagar el virus—, ha insistido en la necesidad de que EE UU adopte medidas contundentes en sus bases militares. El mandatario nipón tiene mucho en juego: su predecesor, Yoshihide Suga, dimitió después de que aumentara el descontento entre la población por su gestión de la pandemia.
Tras registrar menos de un millar de contagios diarios desde principios de octubre, Japón superó el sábado la barrera de los 5.000. El Gobierno se está planteando aumentar el nivel de alerta en áreas como Tokio y Osaka, donde también se ha detectado la transmisión comunitaria de la variante más contagiosa de la covid-19. El 79% de los 125,8 millones de habitantes de Japón está completamente vacunado y se ha iniciado la campaña para la dosis de refuerzo.
En China, el descubrimiento de dos infecciones locales de la variante ómicron en Tianjin, situada a 108 kilómetros al este de Pekín, supone un nuevo reto para la política de “cero covid” impuesta por las autoridades desde el inicio de la pandemia. A menos de un mes de que la capital del gigante asiático haga historia al convertirse en la primera ciudad del mundo en albergar la cita estival e invernal de los Juegos Olímpicos, Tianjin inició el domingo una campaña masiva de pruebas para detectar la covid-19 entre sus 14 millones de habitantes. El gobierno local ha pedido a los residentes que no abandonen la urbe costera sin un motivo de peso, requisito que se torna difícil de cumplir debido al enorme número de trabajadores que se desplazan entre ambas ciudades a diario.
El domingo, China registró 165 nuevos casos, seis más que el día anterior, la mayoría en las provincias de Henan y Shaanxi. Precisamente la capital de esta última, Xian, de 13 millones de habitantes, lleva en confinamiento desde el 23 de diciembre, el segundo cierre de una gran ciudad desde el de Wuhan a principios de la pandemia. En las últimas semanas, en las redes sociales chinas se han difundido mensajes de residentes criticando la escasez de alimentos y la imposibilidad de acceder a atención sanitaria si no se ha realizado de forma previa un test. Oficialmente, la nación más poblada del planeta tan solo acumula 103.619 casos y 4.636 muertes desde enero de 2020.
También preocupa la situación de Hong Kong, que el miércoles implementó lo que el Gobierno local ha calificado de “las medidas más inflexibles” desde el estallido de la crisis sanitaria mundial con el fin de contener el avance de ómicron. Las autoridades sanitarias informaron el domingo de que, por primera vez desde octubre, no han sido capaces de rastrear el origen de un contagio local, lo que ha hecho saltar todas las alarmas. Algunos expertos han pedido la suspensión de las clases presenciales y que las empresas ordenen el teletrabajo, mientras otros alertan de un posible “tsunami” de infecciones. De los 7 millones de habitantes de la región semiautónoma, 12.902 han contraído la enfermedad y 213 han fallecido.
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