La fase final excepcional de la Liga ACB ya tiene semifinalistas. Después de 10 días de baloncesto intensivo, a tres partidos por jornada, Barça-Burgos y Valencia-Baskonia serán los duelos de los que saldrán este domingo los dos aspirantes al título en la final del martes. El Valencia impuso sus galones y la condición de anfitrión ante el Gran Canaria (79-97) y, como efecto dominó, dio validez a la gesta del Burgos y descabalgó al Madrid. Se despeñaron los de Laso en la desescalada y pagan su irregularidad jugando esta noche un encuentro intrascendente (21.30 horas) ante el Zaragoza como penitencia.
Se desató en Valencia la fiesta burgalesa, los invitados inesperados al baile por el título. En la carrera por hacer historia, Burgos y Andorra midieron sus fuerzas y su pasión en un duelo trepidante. Ganó el conjunto de Peñarroya que, con una actitud conmovedora y un optimismo inquebrantable, se ha construido un camino como una catedral en esta fase final excepcional. Esta vez, remontó 16 puntos de desventaja con Benite, Basas y Apic al frente de la gesta (88-86). La épica burgalesa tenía reserva en el depósito. “Pase lo que pase, esto ha sido muy grande”, resumió su técnico, Peñarroya, antes de entregar su suerte al Valencia.
En el duelo que desencriptaba el delirante grupo B jugaban cuatro equipos al mismo tiempo. El pulso entre Gran Canaria y Valencia marcaba la suerte de los contendientes directos y también la de Burgos y Real Madrid. La victoria de los de Ponsarnau clasificaba a los burgaleses y eliminaba a los madridistas; el triunfo de los amarillos salvaba el match ball para los de Laso a expensas de su indispensable victoria ante el Zaragoza. El anfitrión no dio opción a su rival.
El Valencia se presentó firme y acertado, con San Emeterio y Loyd (10 puntos en el primer cuarto) martilleando el aro rival y Van Rossom marcando las revoluciones. Los de Ponsarnau alcanzaron pronto una renta de 10 puntos (11-21, m. 6), pero fueron incapaces de apuntalarla de inicio. Se activó Okoye en las filas del Granca y el partido se convirtió en una sístole y diástole, con dominio valencianista y arrebatos del cuadro de Katsikaris.
Llegaba el técnico griego en una situación calamitosa después de que el club insular le comunicara la rescisión de su contrato en vísperas del duelo decisivo. El compromiso entre las partes se cerraba a fecha de 30 de junio, pero incluía una cláusula que si no se ejecutaba con antelación activaba la continuidad del entrenador, con el que los gestores no cuentan. Nadie se preocupó de poner sentido común a los documentos y Katsikaris llegó muerto en vida en busca de la gesta.
Sus jugadores apenas se lo creyeron un rato, saliendo al quite a cada arreón del Valencia en la primera mitad. Pero la trinchera se vino estrepitosamente abajo en la reanudación. Con la dirección de Lecomte y la hiperactividad de Paulí, los amarillos hicieron la goma en el tramo inicial (32-33, m. 15). Un espejismo. Hasta que, primero, Colom y, después, Tobey descosieron definitivamente el partido. Los de Ponsarnau se presentaron tras el descanso con un contundente parcial de 5-17, que dejó tiritando al Gran Canaria y cerraron el tercer cuarto con un marcador de 12-26 (56-77, m. 30). Para entonces Loyd ya había dado un clinic de tiro y Colom un máster en gestión de recursos humanos. Se retiró tocado el base. Pero la misión estaba cumplida. El Valencia era semifinalista. Y el sorprendente Burgos, también. Los anfitriones disputarán las semifinales por el título por octava vez en su historia. Para los burgaleses será la primera en su tercera temporada en la élite. En las ocho temporadas anteriores de la era Laso, el Madrid siempre alcanzó la final de Liga. Desde 2008, los blancos no faltaban nunca a las semifinales. En la nueva normalidad se quedaron fuera de la pelea por el título.
El Burgos supera al Andorra en la pelea por hacer historia (88-86)
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