En las últimas semanas miles de niños no acompañados continúan abarrotando la frontera sur y siendo puestos bajo custodia del gobierno en centros de menores, a la espera de ser reunificados con familiares o familias sustitutas.
Uno de estos jóvenes es Jason, quien emprendió el viaje desde Honduras con dos primos y un amigo, todos menores de edad.
Los cuatro amigos comenzaron la travesía en busca del “sueño americano” en octubre. Partieron desde Honduras a Guatemala en autobús, en donde cruzaron a México en balsas. Posteriormente, recorrieron a pie tres estados de la república mexicana hasta que se quedaron sin dinero.
“Siempre buscábamos la manera de seguir adelante o avanzar y pues la gente nos apoyó mucho”, cuenta Jason.
Jason y sus acompañantes lograron llegar hasta el estado de Veracruz, donde abordaron “la bestia”. Allí, en ese transporte conocido también como el “tren de la muerte”, presenció el fin de una mujer migrante.
“El tren se la llevó para adentro, la partió y nadie se bajó. Allí quedó”, relata el joven.
Tras un mes de travesía, cruzó la frontera en El Paso, Texas. Allí lo enviaron a un centro de detención en donde estuvo 34 días.
“Siempre miraba que los casos de todos avanzaban, ya se iban”, relata Jason.”Fui uno de los últimos que salí con los que llegué”.
Jason que fue criado por una tía en Honduras, por lo que recurrió a su único familiar que vive en Los Ángeles: una prima que lo recibió en su hogar.
“No todos tenemos la suerte de estar de este lado”, dice Jason.
La organización El Rescate, en Los Ángeles está a cargo del caso de Jason y al menos 300 más. Uno de los abogados que trata con estos menores no acompañados asegura que el proceso para legalizarse es largo
“Si el niño es de Guatemala, El Salvador, Honduras, se lleva 4 años prácticamente”, dice Fausto Falzone, abogado de El Rescate.
El problema, afirma el abogado, es que no hay visas disponibles debido a la gran cantidad de niños no acompañados que cruzan la frontera de estos tres países centroamericanos.
El primer paso es solicitar una petición familiar en una corte de California.
“Entonces, allí el juez puede darle la residencia”, explica Falzone
Sin embargo, el proceso para obtener la residencia puede demorar hasta tres años. Muchos de estos jóvenes corren el riesgo de cumplir los 21 años y que su trámite migratorio puede ser rechazado.
“Nosotros hemos visto un caso de que se envió 10 días antes e inmigración negó el caso”, señala Falzone.
Jason entró al país a los 17 años y hoy tiene 18. Afortunadamente, está bajo la custodia de su tía y enfrenta un proceso normal.
Sin embargo, quienes no tienen un tutor pueden terminar en un limbo migratorio y jamás legalizarse. Algunos menores, afirma este abogado, inclusive son abandonados por las familias sustitutas.
“Nosotros vimos 2 o 3 casos que incluso tienen las visas aprobadas y no sabemos dónde están”, dice Falzone.
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