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La violencia marca el segundo aniversario del estallido social en Chile

Una imagen de las protestas este lunes en Valparaíso, Chile.RODRIGO GARRIDO (Reuters)

El segundo aniversario del estallido social en Chile, que dio origen en 2019 a un camino constituyente, ha estado marcado por la violencia. Este 18 de octubre, sobre todo por la tarde y con la llegada de la noche, se registraron incidentes en diversas ciudades del país, aunque sobre todo en el centro de la capital, Santiago. La escalera de uno de los parques de mayor valor histórico de la ciudad, el del cerro Santa Lucía, está siendo azotado por las llamas. Un local de comida rápida y un supermercado son algunos de los locales comerciales de la zona afectados por los saqueos y los incendios. Las cámaras de Carabineros han registrado la destrucción de la infraestructura pública del centro, donde un manifestante se quemó al manipular un artefacto explosivo en medio de un enfrentamiento con la policía, según registraron los vídeos. Aunque el balance final solo se conocerá mañana a la luz del día, el Gobierno de Sebastián Piñera informó al menos de 30 detenidos y cinco policías heridos, uno de ellos por la explosión de un fuego artificial en su rostro.

Hubo miles de personas –10.000, según Carabineros– que llegaron hasta el epicentro de las protestas en Plaza Italia, conocida como Plaza Dignidad por una parte de la población. Arribó al lugar Gustavo Gatica, el joven que quedó ciego producto de la represión, y que se convirtió en un símbolo. “El único camino es el ejemplo de octubre”, ha sido la consigna de esta jornada, una frase que se ha replicado a través de diferentes plataformas. La gente llegó en forma pacífica en su mayoría, pero la manifestación por los dos años del 18-O chileno terminó aplacada por los graves disturbios de grupos organizados.

Hace dos años, la violencia de la revuelta provocó una crisis política y social que derivó en un camino constituyente. En las semanas álgidas de las protestas hubo violaciones a los derechos humanos, lo que dejó en evidencia la crisis de la policía. Hubo jornadas, como la del 12 de noviembre de 2019, que incluso estuvo en peligro la democracia chilena. El reemplazo de la Constitución de 1980 de Augusto Pinochet –que fue reformada una cincuentena de veces en democracia– fue el camino institucional ofrecido a la ciudadanía por la clase política en su conjunto (con excepción del Partido Comunista) para encauzar el malestar. Hubo un plebiscito para decidir el destino de la Carta Fundamental, donde ganó la opción de reemplazarla, y se celebró una elección de 155 constituyentes. Luego de tres meses de trabajo, donde se enfocaron en la confección del reglamento de funcionamiento, el órgano comenzó este lunes a discutir el contenido de la nueva Carta Magna chilena. Fueron los mismos convencionales los que decidieron arrancar hoy con el trabajo de fondo, en una señal a las protestas del 18 de octubre que en 2019 abrieron paso a los cambios. Dado lo sucedido en esta jornada, sin embargo, no resulta evidente que se haya tratado de una buena idea, según analistas de diferentes sectores.

Los disturbios se repiten en otras zonas de la ciudad, como en los grandes municipios de Maipú y Puente Alto, al sur de Santiago, donde fue atacada una comisaría. Luego de neutralizar a la policía, comenzaron los saqueos en la localidad. En otras urbes, como la tranquila La Serena, a unos 470 kilómetros de la capital, se han producido hechos violentos, como la quema de un vehículo. En Concepción, al sur de Santiago, encapuchados retiraron las banderas chilenas del Palacio de Tribunales y las quemaron, entre otros graves incidentes.

En un país donde todavía no existe un consenso sobre la legitimidad de la violencia como método para impulsar los cambios estructurales que se necesita — como las pensiones, salud y educación —, este nuevo aniversario del 18 de octubre encuentra a Chile con una incertidumbre multidimensional.

En cinco semanas se celebran las elecciones generales, donde se renovará el Congreso y se elegirá al presidente que reemplazará a Piñera a partir de marzo de 2022, en una elección que se polariza. La disputa está abierta y con un alto porcentaje de indecisos, aunque los sondeos muestran que los que llegarán a segunda vuelta el 19 de diciembre será Gabriel Boric, de la alianza entre el Frente Amplio y el Partido Comunista, y José Antonio Kast, de la derecha extrema, que tiene un discurso basado en el orden y al que le benefician lo ocurrido esta noche en el país. La incertidumbre electoral se suma a la institucional, porque la oposición busca destituir a Piñera en el Congreso, luego de los Papeles de Pandora, mientras la convención constitucional entra a debatir aspectos cruciales de Chile, como su régimen político, entre otros asuntos. Este escenario impacta de lleno en la economía chilena — que por décadas fue la excepción de América Latina, por su estabilidad —, donde la inflación ha llevado al Banco Central de carácter autónomo a tomar medidas inéditas.

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