La investigadora Teresa Giráldez está harta de quejarse de lo mismo. “Es injusto, estamos totalmente paralizados por una decisión arbitraria. Yo tengo dos proyectos seriamente afectados, pero a largo plazo va a ser un problema grave”, protesta la científica de la Universidad de La Laguna, en Tenerife. Su problema: los ratones de laboratorio no vuelan hasta las islas Canarias, donde cerca de 40 investigaciones están ahogadas por este veto. La negativa de las compañías a transportar animales para experimentación científica bloquea la ciencia en el archipiélago: sin estos animales no pueden estudiar enfermedades como el cáncer o la epilepsia, ni buscarles remedio. En 2016 se sufrió por primera vez este bloqueo por parte de Iberia y Air Europa, que provocó la intervención del Ejército y el Congreso de los Diputados, para salvar proyectos a punto de arruinarse. El veto aéreo resurgió en marzo de 2021 en Canarias, donde llevan un año sin recibir ni un ratón. Pero es un problema global que tiene desquiciados a los científicos de Europa y EE UU, donde la prohibición está en litigio.
Las aerolíneas sufren la presión “de grupos ultraproteccionistas de los animales” porque no quieren ser criticadas socialmente, explica Javier Guillén, director en Europa y Latinoamérica de la Asociación para la Evaluación y Acreditación del Cuidado de Animales de Laboratorio. “No afecta solo a Canarias, es un problema internacional”, lamenta. Guillén explica que los laboratorios grandes llegan a fletar aviones para sus envíos, pero “hay sitios que no pueden hacerlo, los más afectados siempre son los grupos pequeños”. “En Canarias se junta todo, lo tienen muy mal: únicamente les queda que los gobernantes presionen a sus líneas aéreas de bandera para que mantengan los envíos”, defiende.
El Ministerio de Ciencia e Innovación, consultado por EL PAÍS, asegura que “es imprescindible garantizar el normal funcionamiento del sistema de ciencia en todos los territorios” y que “para ello es preciso que no se rompan las cadenas de transporte en las regiones ultraperiféricas”, como Canarias. “El ministerio, como en otras ocasiones, está dispuesto a interceder para que las compañías aéreas garanticen las cadenas de suministro que precisan los investigadores de Canarias”, afirma una portavoz.
La responsable del animalario de la Universidad de La Laguna, Mª Rosa Arnau, en las instalaciones.Foto: EMETERIO SUAREZ (CC BY)
En 2016, la primera vez que se paralizaron en Canarias investigaciones en diabetes o enfermedades raras, se llegó a utilizar un avión del Ejército para sortear el embargo aéreo de las compañías y enviar cuatro cajas con una treintena de ratones dedicados al estudio de la artritis reumatoide. El Congreso de los Diputados aprobó entonces una proposición no de ley que instaba al Gobierno a obligar a las aerolíneas, con el único voto en contra del PP, que defendía la libertad de empresa. Finalmente, Iberia levantó el veto. Según fuentes del grupo aéreo, se hizo “excepcionalmente, para colaborar en cerrar proyectos inaplazables”. Pero IAG Cargo, la matriz para envíos del grupo, lo deja claro: “IAG Cargo no transporta animales vivos para su uso en laboratorio, experimentación o explotación”, sin añadir más explicaciones.
Para Kirk Leech, director de la Asociación Europea de Investigación Animal, es un problema de presión pública. La mayoría de las aerolíneas han dejado de transportar animales para su uso en investigación, “ya sea por temor a un boicot general de su servicio por parte del público o campañas activistas insidiosas”. “Creo que el temor es exagerado, dada la mejor comprensión pública de la investigación con animales, incluidos los ratones, que se utilizaron para producir vacunas contra la covid”, asegura Leech. El apoyo a estos experimentos creció hasta el 64% entre los estadounidenses en ese contexto. “Con el tema de Canarias, esto parece ser una decisión interna de la compañía, no ligada a una campaña pública. La aerolínea necesita comprender el daño que esto está causando a la investigación y, en última instancia, a la salud pública”, defiende.
Litigio en EE UU
Leech explica que solo una aerolínea comercial, Air France, está dispuesta a transportar primates para investigación a Europa o EE. UU, un animal que se usa excepcionalmente en casos muy específicos de desarrollo de fármacos, como en las vitales vacunas para la covid. Además, únicamente un puñado de aerolíneas comerciales transportan animales más pequeños, como ratones, ratas, conejos e incluso peces cebra, muy empleados en neurociencias, que a Canarias no llegan.
En EE UU, la Asociación Nacional para la Investigación Biomédica (NABR) abrió en 2018 un litigio contra cuatro compañías aéreas (IAG, dueña de Iberia, United, China Southern Airlines y Qatar Airways) por “discriminación ilegal”, dado que transportan sin problemas ratones, ratas o perros… Salvo que el ratón, la rata o el perro se emplee para tratar de curar una enfermedad. Hace unos meses, 90 universidades y sociedades científicas estadounidenses reclamaron al Departamento de Transporte que cogiera las riendas del asunto.
La investigadora de la Universidad de La Laguna Teresa Giráldez.
Leech explica que el transporte de animales de laboratorio “es un elemento esencial de los avances médicos y científicos en todo el mundo”. “Sin la capacidad de moverlos, la investigación científica crucial que busca nuevos tratamientos se estancará”, advierte. En los últimos años, el uso de animales en experimentos científicos se ha desplomado gracias a las leyes y la concienciación. Pero sobreviven imágenes negativas como la explotación de animales para desarrollar cosméticos, algo prohibido desde hace una década.
Como con los ratones que vuelan a Canarias, son animales modificados para tener características que hagan más eficaz la investigación, lo que reduce el número de animales empleados a la larga. “La administración del Gobierno de Canarias necesita hablar con las aerolíneas y la comunidad científica necesita brindar información y presionar al Gobierno”, resume Leech. En Canarias no solo quieren recibir, también enviar sus modelos animales: es lo que le ocurrió Giráldez cuando en la Universidad de Stanford (EE UU) se interesaron por su trabajo, pero finalmente no pudo colaborar con ellos por el bloqueo.
“La investigación debería estar priorizada. Sin estos medios va a quebrar la capacidad de desarrollar ciencia”
Teresa Giráldez, Universidad de La Laguna
Es lo que pretende el director de la Agencia Canaria de Investigación, Carlos Navarro, aunque admite que con las aerolíneas prefiere la diplomacia y la discreción frente al foco de los medios, después de que El Día adelantara la noticia del nuevo veto. “Llevamos unos años sufriendo este problema. Iberia hacía una excepción con Canarias, pero ahora nos obligan a explorar otras vías alternativas para establecer corredores. Todos queremos tener vacunas y remedios para nuestras enfermedades”, razona. De momento, están estudiando el uso de avionetas y el desarrollo de animales dentro de la Universidad de La Laguna.
“Todos los que hacemos investigación tenemos muy claro que el futuro es que no necesitemos animales”, admite Giráldez, que recibe dinero del Consejo Europeo de Investigación, entre otras instituciones, para financiar sus estudios que mejoran el entendimiento de enfermedades del cerebro. “Tenemos un control muy estricto, pero en este momento son imprescindibles: solo podemos llegar hasta un punto en modelos celulares, para curarla, necesitamos reproducir la enfermedad en un ser vivo”, explica.
Para Guillén, “estamos ante el absurdo de que el dinero público que se invierte en Canarias se pueda perder porque no se defiende que se pueda gastar bien”. Giráldez coincide con él: “Si el Gobierno apoya la investigación, como es el caso, tiene que haber un apoyo institucional por encima de cualquier decisión privada arbitraria. La investigación debería estar priorizada. Sin estos medios va a quebrar la capacidad de desarrollar ciencia”.
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