Decenas de buitres, en el parque natural de los Alcornocales (Cádiz).Antonio Atienza
Los buitres vuelan cientos de kilómetros para alimentarse, hasta 800 de ida y otros tantos de vuelta, desde las zonas de cría de los Pirineos a las dehesas del suroeste peninsular. Siguen caminos fijos, sus autopistas aéreas. “La que pasa por el sur de la sierra de Madrid es impresionante, es como un chorro de buitres que van por un espacio pequeño”, comenta José Antonio Donázar, investigador de la Estación Biológica de Doñana (CSIC) y autor del estudio publicado en Scientific Report. Se pegan semejantes “matadas” porque en las dehesas el alimento abunda con gran cantidad de restos de animales de la ganadería extensiva, de los ungulados salvajes y de cacerías. “Es como si fuera un lugar de reposo, su Benidorm particular, donde pasan unos días de relax reponiendo fuerzas”, señala Donázar. La investigación ha demostrado la importancia de las dehesas, un ecosistema en peligro por el cambio climático y el abandono de los usos tradicionales, para la conservación a largo plazo de las aves carroñeras y de la biodiversidad. El 90% de la población de buitre leonado de Europa Occidental (entre 30.946 y 37.134 parejas, según censo SEO/BirdLife) vive en España y el sur de Francia.
Los investigadores de la Estación Biológica de Doñana (CSIC) y de universidades españolas y francesas han seguido durante siete años las andanzas de 106 buitres leonados adultos. El GPS de 70 gramos de peso con el que van equipados manda información cada minuto, y hasta pueden saber si las necrófagas están volando, comiendo, paradas…“. Algunos ejemplares se mueven mucho y realizan cinco o seis viajes al año, incluso hay hembras que tienen pollos en el nido y los dejan al cargo del macho para regresar a los cuatro o cinco días. Otros se quedan más tiempo, a veranear”, describe Alejandro Delgado, primer autor del trabajo. Los que viven a mayores distancias ―en el Pirineo francés, leridano o en las Bardenas Reales (Navarra)― necesitan un par de días de viaje para plantarse en estos supermercados al aire libre. Un comportamiento que, hasta el momento, los científicos solo habían observado en aves marinas como los albatros, que se desplazan distancias enormes para encontrar bancos de calamares.
Las dehesas se encuentran en regiones con inviernos templados y lluviosos y veranos cálidos y secos. Este paisaje de encinas, prados y matorral cubre seis millones de hectáreas (casi el 10% de la superficie de la península Ibérica) en las regiones del suroeste. Los buitres se mueven por las dehesas de Extremadura y de Andalucía (por Sierra Morena, desde Córdoba a Huelva), aunque también utilizan las de Salamanca y Ciudad Real. Aprovechan para viajar de mayo a octubre, cuando las corrientes ascendentes de aire cálido les facilitan el vuelo. En el caso de las hembras: “La recompensa debe ser muy importante para dejar al pollo y realizar esa inversión de tiempo esfuerzo”, plantea Donázar.
Buitres sobrevolando Cazorla. Manuel de la Riva
Las aves que bajan desde el Pirineo navarro “cogen por Soria, pasan por la sierra norte de Madrid, siguen por Gredos, de ahí al norte de Cáceres y directos a Extremadura, una vez allí la autopista acaba y divergen hacia diferentes lugares como los Montes de Toledo, Sierra Morena… y algunos llegan a Cádiz y al estrecho de Gibraltar”. La autopista que pasa por Madrid puede ser peligrosa por los choques que se pueden producir con los aviones. “Hemos mantenido reuniones con AENA para comentarles que no solo vuelan por esa zona los ejemplares madrileños, es un flujo continuo que puede suponer que cada día pasan decenas de ejemplares”, explica. Normalmente, vuelan por debajo de 900 metros, la mayoría a unos 300.
Los resultados del estudio apuntan a la importancia de las dehesas mediterráneas para la gestión y el mantenimiento de los buitres en toda su área de distribución en Europa Occidental. Este comportamiento se debe tener en cuenta en las estrategias europeas de conservación de la especie, que actualmente se centran principalmente en la protección de las zonas de cría y en aportarles alimentos en los puntos habilitados para ello, indica la investigación. No se tiene en cuenta que estos animales se desplazan por zonas mucho más amplias. Además, el alimento que encuentran en la naturaleza, “ofrece muchas ventajas, tanto desde el punto de vista económico como sanitario, porque es carne más sana, de ganadería extensiva y de animales salvajes”. Los científicos plantean también que las dehesas ibéricas pueden estar promoviendo que las poblaciones del occidente de Europa puedan conectar en estos lugares, lo que podría mejorar su viabilidad.
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