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Las ayudas económicas mitigaron las ideas suicidas en lo peor de la pandemia


Los estragos de la pandemia de covid se notan en la salud mental en todo el mundo, pero a veces no es fácil identificar los escenarios que contribuyen a ese deterioro o a mitigarlo. Un estudio que publica este miércoles la revista Nature ha encontrado un enfoque que puede resultar muy valioso: los millones de llamadas que se realizaron durante esos meses a las líneas telefónicas de atención psicológica. Gracias a esa cantidad ingente de información, los investigadores han podido deducir cambios en la salud mental de los países en función de las oleadas de contagios y las medidas impuestas por las autoridades. Y algo queda claro: las ayudas económicas desarrolladas por los gobiernos sirvieron para mitigar las ideas suicidas en lo peor de la pandemia.

“Este es un tema de primer orden para los legisladores”, indican los investigadores en su estudio, “ya que las intervenciones diseñadas para contener infecciones también pueden afectar la salud mental al exacerbar el desempleo, el estrés financiero, la soledad, los problemas relaciones y las vulnerabilidades mentales preexistentes”. Y advierten: “Estos son, a su vez, factores de riesgo de suicidio bien reconocidos”. Un hilo conecta los contagios, el miedo a la enfermedad, las inseguridades económicas y la salud mental. Y la evolución de los telefonazos a estas líneas de ayuda lo muestran.

La dinámica general de todos los países fue similar en los primeros momentos tras el trauma pandémico: los investigadores observaron un pico en el volumen de llamadas unas seis semanas después del estallido de la pandemia, que superó el nivel previo en un 35%. En el estudio, cuentan con los datos que proporcionan ocho millones de llamadas individuales a líneas de ayuda de una veintena de países (14 europeos, entre los que no está España, pero sí Francia, Italia y Portugal; más EE UU, China, Hong Kong, Israel y Líbano).

Economía y salud mental

Al determinar los motivos de las llamadas, no obstante, el estudio indica que en principio no hubo un aumento de las peticiones de ayuda relacionadas con esos pensamientos suicidas. Los resultados muestran que el aumento observado en las llamadas a las líneas de ayuda durante la primera ola de la pandemia de covid se debió en gran medida a los temores sobre el virus en sí y a la soledad, en el contexto de las restricciones y los confinamientos, más que a la violencia doméstica, las adicciones o las intenciones de quitarse la vida.

Es decir, las inquietudes iniciales de quienes llamaban estaban más ligadas a la pandemia en sí. Y la ansiedad aumentaba con las prohibiciones y otras medidas restrictivas. “Descubrimos que las medidas más estrictas se asociaron con un mayor número de llamadas debido al miedo, la soledad y las tendencias suicidas”, explican los autores, “pero que un apoyo a los ingresos más generoso tuvo el efecto contrario”. Esto implica que los pagos de compensación a los trabajadores y empresas afectados económicamente por la covid “tienen beneficios adicionales para aliviar la angustia y los problemas de salud mental”.

O dicho de un modo más claro: a las políticas de ayudas económicas más generosas les siguieron caídas en el número de llamadas a las líneas de ayuda relacionadas con el suicidio, según el estudio. “Nuestros hallazgos sugieren que los pagos públicos en compensación por las pérdidas inducidas por la pandemia no solo reducen las dificultades económicas, sino que también tienen beneficios más amplios: un apoyo a los ingresos más generoso conduce a menos llamadas en torno al miedo, problemas de salud física y, como se esperaba, ansiedad económica”, indican los autores del trabajo que publica Nature.

Aumento de suicidios en España

En España, aunque no tenemos datos de este estudio en concreto, sí sabemos que la pandemia aumentó el deterioro de la salud mental y multiplicó los pensamientos suicidas. Según un estudio del Consejo General de la Psicología de España y Aegon, más del 15% de los españoles tuvo este tipo de pensamientos (un 25% en menores de 25 años), sobre todo entre quienes manifestaban que su situación económica había empeorado (23,5%). El 16% de los españoles aseguran haber sufrido un ataque de ansiedad o pánico derivado de la pandemia, según el CIS. Las llamadas pidiendo ayuda por casos de ideación suicida en menores subieron un 145% el año pasado, según la Fundación Anar, que gestiona líneas de soporte a niños y adolescentes que viven situaciones de violencia o problemas psicológicos. En el Teléfono de la Esperanza recibieron más de 160.000 llamadas en 2020, un incremento del 38% respecto al año previo: 4.935 fueron de temática suicida y 205 con el suicidio en curso.

Finalmente, muchos de esos pensamientos terminaron por materializarse, según los datos del Observatorio del Suicidio, que registró un aumento del número de personas que se quitaron la vida durante 2020 en España. En total lo hicieron 3.941 personas, el máximo histórico: casi 11 de media al día, un suicidio cada dos horas. La que era ministra de Sanidad en 2019, María Luisa Carcedo, planteó la creación de un teléfono nacional dedicado a la prevención del suicidio, que no se llegó a concretar. Durante la pandemia, Sanidad lanzó tres líneas que atendieron psicológicamente 13.000 llamadas solo en los meses de abril y mayo de 2020. Hace tres días, el presidente Pedro Sánchez anunció en las páginas de EL PAÍS la creación de “un teléfono de información 24 horas, gratuito y confidencial, para ofrecer atención profesional y apoyo ante la conducta suicida a personas afectadas y a familiares”.

Diferencias por países y grupos

Lo que muestra el estudio que publica Nature es que el volumen de llamadas volvió a crecer en la segunda mitad de 2020, en paralelo con un aumento de las infecciones y un endurecimiento de las intervenciones no farmacéuticas. Ahí empiezan a notarse las diferencias por países, debido a las particularidades en el desarrollo nacional de la epidemia: mientras que en Alemania el volumen de llamadas aumentó continuamente hasta principios de 2021, en Francia volvió a caer tras del pico de diciembre de 2020. “Estos patrones divergentes se correlacionan con aumentos y retrocesos más fuertes tanto en las infecciones como con el rigor de las medidas gubernamentales en los dos países”, explica el estudio sobre las dos naciones europeas con más datos. Aunque los cambios son de pocos puntos porcentuales, los investigadores consideran que son “robustos” para detectar tendencias significativas.

Al desglosar los cambios en función del género y los grupos de edad, los investigadores observaron que el aumento de las llamadas relacionadas con el miedo fue impulsado en su totalidad por los mayores de 30 años, tanto hombres como mujeres. Esto tendría que ver no solo con una menor percepción del riesgo que en general presentan las personas más jóvenes, sino también con la importante correlación entre edad y riesgo de sufrir una covid grave, explican los autores del estudio, de las universidades de Lausana y Friburgo y el Centro de Investigaciones Políticas y Económicas de Londres.

Por ejemplo, la proporción de llamadas relacionadas con el suicidio realizadas por hombres menores de 30 años se redujo de manera particularmente fuerte. Entre las mujeres menores de 30 años aumentó levemente la proporción de llamadas relacionadas con la violencia “a pesar de que bien pudo haber sido más difícil, bajo órdenes de quedarse en casa, hacer llamadas a la línea de ayuda en situaciones de violencia doméstica”, apunta el estudio.

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