Las ciudades de Países Bajos están atestadas de unas características bicicletas sin marchas ideales para recorrer este tipo de urbes planas. Además de circular por las calles, se encuentran aparcadas por todas partes. La otra cara de este éxito ciclista es que muchos velocípedos se abandonan, lo que supone un problema para los ayuntamientos. David Saiz y Ana Castán, dos españoles apasionados de las dos ruedas, pensaron que allí podrían encontrar una solución ante la escasez de bicicletas baratas provocada por la pandemia. Por eso, lanzaron un proyecto colaborativo para dar a las bicis holandesas abandonadas una segunda vida en España. En octubre trajeron un camión con 130 a precio asequible y preparan su segundo envío para este verano.
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Saiz explica: “Tras el confinamiento vimos que había una gran ilusión y un bum del ciclismo, pero a la vez se produjo una escasez de bicis en España, sobre todo de las más baratas”. Y continúa: “Le estuvimos dando vueltas a cómo podíamos llenar las ciudades de bicis, porque sabemos que España todavía va a la cola de Europa en cuanto a movilidad sostenible, así que quisimos poner nuestro grano de arena”. Ana Castán, que vive en la capital holandesa, donde realiza giras a pedales, añade: “Estábamos horrorizados pensando que la gente quería moverse en bici justo cuando no había bicis y las tiendas se quedaron sin stock. En Ámsterdam hay un mercado de segunda mano gigante, así que se me encendió la bombilla”.
Castán preguntó a varios conocidos y descubrió que los ayuntamientos recogen las bicis abandonadas, las llevan a un depósito y las venden luego a grandes distribuidores. “¿Por qué no llevarlas a España?”, pensaron ambos amigos. Así surgió la iniciativa Quierounabici.eu, con la que se decidieron a llevar estos característicos vehículos a varias ciudades españolas.
El primer paso fue poner en marcha la web y convencer a al menos cien personas, que es el número mínimo de vehículos abandonados que venden estos depósitos. En octubre superaron las expectativas: 130 interesados pusieron los 30 euros para hacer la reserva. Después, se hicieron con el paquete y las transportaron en un camión hasta varias ciudades españolas. Cada velocípedo cuesta 165 euros en total, transporte incluido. Castán apunta: “Es un precio muy asequible, porque este tipo de bicis suele costar unos 190 euros en Ámsterdam”.
David Saiz explica que el proyecto tiene varias facetas: “Por un lado, queremos incentivar el uso de la bicicleta en España, que todavía va muy atrás en movilidad ciclista. Todo el mundo piensa en Holanda, donde la gente se mueve en bici, como algo bonito, pero en realidad allí hace más frío y llueve más. Aquí sería mucho más sencillo”. Además, “es un proyecto de economía circular, en lugar de tirar a la basura estos vehículos, que tienen mucha historia pero que ya no se usan, así se reciclan y vuelven a tener una nueva vida”.
Sentimiento de comunidad
“Otra idea que queremos transmitir es que estamos creando una comunidad, la gente confía en nosotros y nos adelantan 30 euros para poder optar a las bicis, aunque luego pueden decidir no comprarlas”, añade. El impulsor de la iniciativa dice que la gente que recibió su vehículo a finales del año pasado quedó muy contenta. “Incluso hemos hecho quedadas con ellos; la última la hicimos en Burgos”, comenta.
Castán aporta otro punto de vista: “Queremos que la bicicleta se vea como una forma de desplazamiento, no como un deporte, y creemos que la bici holandesa es la bici perfecta para eso, porque en ella se mantiene una posición erguida, con lo que no hay dolores de espalda, y te permite una mejor visión del entorno para lidiar con el tráfico”. Además, “como no tiene cambios, no hace falta saber casi nada para arreglarla, solo te puede pasar que se te pinche una rueda”, sigue. “Y su estética no llama la atención, así que no es la que prefieren los ladrones, con lo que da menos reparos aparcarla en la calle, no es como una bici de mil euros que no quieres sacar de casa para que no te la roben”.
Este tipo de bicis son ideales para ciudades planas, dado que no tienen marchas. Ese primer envío llegó a Valladolid, Burgos, Valencia y Madrid (esta última, con más cuestas) y ya preparan una segunda remesa para este verano que, además de a las cuatro ciudades anteriores, hará parada también a Logroño. “Queremos llenar las ciudades de bicicletas, hacerlas más humanas, más habitables y más bellas. Y además este tipo de bicis son muy bonitas. Yo me he comprado dos”, dice Saiz.
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