Nos encontramos en esa incómoda época entre el Black Friday y las rebajas, llamada Navidad. La mayoría de estudios confluyen en que es la festividad más rentable para el comercio, ya que debemos cumplir con compras para familiares y amigos (eso sí, solo de forma materialista). Pero te damos unos datos que te harán pensártelo dos veces la próxima vez que te abalances a la compra de un objeto rebajado que realmente no necesitas.
No es obsesión, es genética
El neuromarketing está a la orden del día, aún más desde la llegada de Steve Jobs y su imperio de la “manzana mordida”. Ahora, se trata de una ciencia aplicada que utilizan prácticamente todos los grupos empresariales potentes. Para muestra, poned la televisión y observad la publicidad. Lo realmente curioso es que ir de compras apela a nuestros genes, que nos impulsan a comprar de forma compulsiva para adquirir recompensas.
Y es que la procesión va por dentro. Según afirmó el catedrático de Fisiología Francisco Mora, «es evidente que ello representa para estas gentes un logro, una recompensa inmediata, cuyo verdadero placer se experimenta cuando lo comunican a sus parejas o amigos señalando el precio por el que han logrado adquirir tales prendas».
Al comprar, se puede activar la gran desconocida «área 10 de Brodmann», ubicada en el córtex frontal del cerebro. Y poner en marcha esta región yendo de compras significa, ni más ni menos, que compramos por autoestima.
Ir de compras: Una experiencia religiosa
Como diría Enrique Iglesias, “es una experiencia religiosa”. Seguro que no sabías que la zona del cerebro que activamos cuando vamos de compras y encontramos una “ganga” es la misma que se activa con los sentimientos religiosos. Un estudio de Martin Lindstrom, asesor de marcas en Dinamarca, te ayudará a creer esta increíble pero cierta teoría.
Y es que después de entrevistar a creyentes de diversas religiones, Lindstrom observó que los factores que influyen en los feligreses tienen su correspondiente en el marketing y las compras. Encontramos leyendas, símbolos, creencias de generación en generación… Y por otro lado, tenemos los logotipos, historias que cuentan los productos, slogans que llegan a convertirse en lo más escuchado… No se trata de una coincidencia más, es la religión del consumismo.
Puedes ser fuerte, huir del canto de sirena de cada tienda traducido a música y colores atrayentes, mirar bien las etiquetas y, sobretodo…. Rezar, sí, para controlar tu tarjeta.
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