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Las conversaciones entre el Reino Unido y la UE sobre Gibraltar arrancan con el ambiente enrarecido por la situación de Irlanda del Norte

Un grupo de personas sale de Gibraltar cruzando la pista del aeropuerto, el pasado 20 de julio.JON NAZCA (Reuters)

¿Cómo será la relación de Gibraltar y la Unión Europea pos-Brexit? La repuesta a esta pregunta es la que han empezado a negociar este lunes el Reino Unido y la Comisión Europea. Y resolver la incógnita no va a ser fácil. En teoría el resultado no debería alejarse del pacto alcanzado por Londres y Madrid en diciembre, pero el Brexit y todo lo que lo rodea ya han demostrado que tienen guardadas sorpresas desagradables en cada uno de sus pasos. Además, el inicio de estas conversaciones llega en el peor momento, justo cuando la tensión entre Londres y Bruselas ha subido mucho por la situación en Irlanda del Norte —y es probable que crezca todavía más estas semanas— y las pegas que están poniendo los británicos a las concesiones de licencias pesqueras en las islas del canal de la Mancha a los pescadores franceses. Ambas cuestiones arrojan pesimismo sobre una negociación que se prometía fácil por ese rápido acuerdo que alcanzaron España y el Reino Unido sobre Gibraltar a finales de 2020.

Hasta que no se resuelva la situación, el Peñón seguirá en el limbo jurídico que se encuentra desde el 1 de enero: este territorio no forma parte de la Unión Europea, pero no por eso se ha reinstalado la celebérrima Verja para controlar el acceso de los pasajeros y mercancías que corresponde a toda frontera exterior de la UE. Esto también permite que los 10.000 españoles que trabajan en Gibraltar puedan entrar y salir de la colonia británica sin problemas.

Los encuentros técnicos de este lunes por la tarde y mañana martes en Bruselas conforman la primera ronda de las conversaciones que ambas partes mantendrán cada tres semanas. La siguiente toca en Londres. Y así hasta sumar cuatro rondas hasta mitad de diciembre, cuando en teoría deberían acabar las negociaciones. Pero en Bruselas no falta quien teme que las negociaciones se extendieran más allá. La posición oficial de los portavoces comunitarios, en cambio, es que Irlanda o la pesca en el Canal van por “cauces separados y, por tanto, no hay comentarios al respecto”. Aunque a estos dos asuntos ajenos a esta negociación específica hay que añadir otro propio.

En julio se conoció el borrador del mandato que el Consejo Europeo había preparado para la Comisión (aunque negocie el Ejecutivo de Ursula von der Leyen, el Consejo pone sus condiciones) y ese documento no gustó nada a los británicos. “Pretende socavar la soberanía del Reino Unido sobre Gibraltar y no puede constituir una base para las negociaciones”, señaló entonces el responsable de las Relaciones Exteriores británicas, Dominic Raab. El Gobierno español trató de acercar posiciones con Londres. Pero no lo ha conseguido. Hace pocos días ha sido la secretaria de Estado, para Europa, Wendy Morton, quien apuntó que su país se estaba preparando para un “resultado no negociado”.

El mandato del Consejo, aprobado a comienzos de este mes, es un documento más extenso y detallado que el pacto alcanzado el 31 de diciembre entre Londres y Madrid. Cuenta con un anexo de 68 puntos y del 15 al 25 queda claro que son “los guardias de fronteras españoles” quienes se hacen cargo del control de pasajeros en la entrada a Gibraltar por el aeropuerto y el puerto y que es España quien concede o no los visados y permisos de residencia a los que llegan de terceros países, el Reino Unido incluido. La ausencia en el borrador de referencias a la agencia europea de fronteras (Frontex), cuyos agentes se harían cargo de la parte visible del control a pasajeros, según el acuerdo de Nochevieja, sería uno de los puntos que habría irritado a Londres.

Este asunto, en concreto, sería uno de los que se va a abordar ya en esta primera ronda. Según el orden del día, este lunes y parte del martes ambas partes lo dedicarán a exponer sus puntos de partida y a aclarar las dudas que surjan. Serán, sobre todo, encuentros técnicos. “Será una reunión técnica de funcionarios del Reino Unido y funcionarios de Gibraltar, por un lado, y funcionarios de la Unión Europea, por otro. No está previsto que haya deliberaciones políticas en esta fase”, ha aclarado una nota del Gobierno gibraltareño. No obstante, también empezará la discusión sobre los controles en la frontera.

La postura de la Comisión en esto es clara: puede que Gibraltar sea un asunto que realmente solo preocupa a España, pero es una frontera exterior de la Unión y, por tanto, los controles de entrada tienen que hacerse. Si España y Gibraltar (y el Reino Unido) no quieren que haya una frontera física —la Verja—, aceptan la solución “innovadora” que supone dejar de facto al Peñón en zona Schengen como se pactó en diciembre, pero el acceso debe estar vigilado. Y aquí es donde se abre el conflicto con Londres, puesto que no encaja exactamente con el concepto de Brexit que maneja el Gobierno de Boris Johnson por los precedentes que podría suponer.


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