Gustavo Petro, candidato a la presidencia de Colombia del Pacto Histórico, habla acompañado de Francia Márquez y Camilo Romero.

Las elecciones colombianas en seis claves… y una conclusión

Gustavo Petro, candidato a la presidencia de Colombia del Pacto Histórico, habla acompañado de Francia Márquez y Camilo Romero.
Gustavo Petro, candidato a la presidencia de Colombia del Pacto Histórico, habla acompañado de Francia Márquez y Camilo Romero.Mauricio Dueñas Castañeda (EFE)

En Colombia, el Congreso se vota al mismo tiempo que la selección de candidaturas para las elecciones presidenciales: tres consultas interpartidistas (izquierda, centro y derecha) convivieron el domingo 13 de marzo con la selección de los nuevos integrantes del Senado y de la Cámara que convivirán con el nuevo jefe del Estado. De hecho, el resultado de estos comicios sirve para dibujar los contornos del campo de juego durante los próximos cuatro años. Son la primera luz para los futuros presidentes. Y la que arroja el 2022 se define por el contraste que dibujan seis claves para entender cómo el país desemboca en su rasgo político definitorio hoy: la polarización.

1.- La fuerza de Petro (y de todo el Pacto Histórico)

Gustavo Petro logró sacar de sus casas a cuatro millones de personas para votar por una consulta que estaba a todas luces decidida. Ni Francia Márquez (pese a su excelente resultado, por encima de casi todos los candidatos de derecha y de todos los de centro) ni mucho menos Camilo Romero eran alternativas creíbles, y aún así la del Pacto Histórico fue la elección con más participación. Un gesto de fuerza sobre el que Petro construirá su camino hasta la presidencia. Ahora sabe además que, de lograrla, tendrá de su lado al menos a 17 senadores y 25 representantes, un aumento muy considerable respecto a la suma aproximada de las fuerzas más a la izquierda (excluyendo a Comunes, el partido de las viejas FARC)

2.- El centro se vacía

Sergio Fajardo cumplió con lo anticipado por las encuestas y ganó su consulta, el Centro Esperanza, pero lo hizo con muchos menos votos de los esperados. Entre él, Juan Manuel Galán y Alejandro Gaviria apenas sumaron menos de la mitad de los votos que logró Gustavo Petro por sí mismo. Esto es importante porque todos ellos se habían presentado como la única alternativa viable al candidato de la izquierda, y todos ellos vienen de una tradición discursiva y política asociada con las élites: un matemático profesor de familia bienestante, el hijo de uno de los líderes liberales más destacados de finales del siglo XX, y un ex-rector de la universidad más prestigiosa del país.

3.- El fracaso del Nuevo Liberalismo

Uno de estos referentes centristas, Juan Manuel Galán, sufrió su peor derrota no en la consulta de precandidatos de la que formaba parte sino en la elección legislativa. La lista del Nuevo Liberalismo al Senado, cerrada, plural en sexo, región y origen, pero al mismo tiempo trufada de referentes mediáticos e intelectuales, no logró colocar a ninguna persona en la más alta institución legislativa del país. En la Cámara solo fue una (Julia Miranda). Se le queda así una herencia difícil a los Galán (junto a Juan Manuel está su hermano Carlos Fernando), que aspiraban a reconstruir el asalto democrático al poder de su padre que truncó el narco con su asesinato en los años ochenta. Tanto aquel como las victorias del centro en la Colombia de las últimas décadas han sido de plataformas más bien inclusivas y pragmáticas, no tanto centralistas ni elitistas, que se han encallado una tras otra en distintos puntos del proceso electoral (Antanas Mockus en 2010 fue el que llegó más lejos: menos de un 40% de votos en segunda vuelta). El centro en general, y el Nuevo Liberalismo en particular, debería incorporar esta lección.

4.- El aguante ‘verde’

En paralelo, la Alianza Verde en el Congreso y Carlos Amaya (exgobernador ‘verde’ en la campesina Boyacá) en la consulta interpartidista de Centro Esperanza lograron resultados comparativamente mejores. Fueron las únicas piezas del centro que se salvaron de la quema casi generalizada que sufrieron los moderados. De hecho, la suma de la Alianza Verde y el centro-izquierda tradicional del Polo Democrático Alternativo (cuyo líder, Jorge Enrique Robledo) también estaba en la consulta del Centro) en 2018 ha logrado aumentar ligeramente su presencia legislativa en 2022. Esto no sólo refuerza el aprendizaje de los puntos anteriores de la importancia de un centro o centro-izquierda pragmático e inclusivo, sino también de las estructuras de partido más sólidas y estables que las nuevas aventuras individualistas o plataformas incipientes.

5.- La derecha tiene candidato, pero no unidad

En ese mismo sentido, el Centro Democrático ha logrado mantener una cierta presencia en el Congreso, si bien disminuida respecto a lo que tenía: ya no es el partido con más presencia en Cámara y Senado. La salida de Álvaro Uribe de sus listas se ha notado. Pero han sido reemplazados por un partido aún más sólido: el Partido Conservador con dos siglos de historia y un declive que nunca se acabó de concretar. Todos ellos deberán articular una plataforma conjunta para competir por la presidencia en torno a Federico ‘Fico’ Gutiérrez, que dominó la consulta de Equipo por Colombia de manera mucho más clara de la que anticipaban las encuestas. Esto le ayudará a convencer a las facciones extremas (desencantadas con la presidencia de Iván Duque, vendido originalmente como un moderado) y también a las más tradicionales, pero la unidad no está dada como sí lo estaba en 2018, debido también a la propia ruptura de continuidad en los resultados en el legislativo.

6.- Aumenta el poder de las mujeres, con Francia Márquez a la cabeza

La principal rival de Gustavo Petro logró un 15% de los votos dentro de la consulta del Pacto Histórico. Esta es una manera de verlo. Pero la otra, bastante más precisa, es que una mujer afro que entró en política a través del activismo campesino periférico ha logrado ser la tercera persona más votada en una jornada que sacó a millones de colombianos a las calles, superando a hombres con un perfil más que establecido como Sergio Fajardo o Alex Char, por no hablar de Camilo Romero, el ‘rebotado’ de la Alianza Verde que apenas llegó a un tercio de los apoyos obtenidos por Márquez. En paralelo, los cálculos provisionales de la organización Artemisas (dedicada, entre otros objetivos, a impulsar la representación pública de las mujeres) indican que la presencia en el Congreso ha mejorado sensiblemente: de 25 a 31 senadoras y de 31 a 48 representantes, alrededor de un 30% de ambas cámaras, récord histórico en el país. Esto, sumado a la capacidad de Márquez de capitalizar su arrastre dentro de la plataforma petrista, dibuja un horizonte de ampliación gradual pero decidid del poder de las mujeres en la política colombiana.

Conclusión: ¿polarización o pluralismo?

La fuerza demostrada por Petro y (en menor medida) por ‘Fico’, unidas a la debilidad centrista, auguran un panorama polarizado tanto en su dimensión afectiva (voto por miedo u odio al rival) como en la ideológica (voto por convencimiento diferenciado). Pero la superviviencia de viejos partidos (Liberal, Conservador), del centro establecido (Verde, Polo) y la ya habitual fragmentación del legislativo indican que el pluralismo y la negociación siguen siendo la pasarela inevitable por la que se construye el ejercicio del poder en Colombia.

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