La Embajada española no estará sola en Kiev. La legación diplomática ―cuyo regreso anunció este jueves en la capital ucrania el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sin precisar la fecha― se unirá a la decena que han ido volviendo este mes a la ciudad, en un simbólico goteo que refleja cómo el Gobierno de Volodímir Zelenski mantiene el control sobre una urbe cuyos días parecían contados al tercer día de guerra.
La veintena de personas que integraban la Embajada española fueron evacuadas a Polonia en un convoy escoltado por geos el pasado 25 de febrero, un día después de comenzar la guerra. La superioridad militar rusa y el rápido avance de sus tropas hacia el interior de Ucrania hacían presagiar entonces un escenario en la capital muy distinto al que presenta ahora, ya sin cerco ruso y cada día con más comercios abiertos y gente y vehículos en las calles.
Al regresar a Kiev, España se sumará a los 16 Estados, más la UE, con representación diplomática en la capital, según datos del Ministerio de Exteriores de Ucrania del pasado lunes. Son Francia, Italia, Turquía, Irán, Polonia, Letonia, Lituania, Estonia, Georgia, la República Checa, Eslovenia, el Vaticano, Moldavia, Kazajistán, Tayikistán y Turkmenistán.
No todos han tenido que volver. La Santa Sede se quedó toda la guerra en la capital, al igual que el embajador de Polonia, el único de un país de la UE. Unos pocos Estados, como Estonia o Georgia, mantuvieron operativa la representación en la capital incluso en los momentos más duros, pero con un equipo muy reducido. Y Países Bajos reabrió este sábado su Embajada, pero la mantiene en Lviv, en el oeste del país, adonde la trasladó dos días antes del inicio de la guerra y clausuró posteriormente. La Embajada de Estados Unidos sigue en la ciudad polaca de Rzeszow, cerca de la frontera con Ucrania. Tampoco el Reino Unido ha regresado.
Eficacia
Dos palabras son clave en la decisión: proximidad y simbolismo. La primera, por su papel fundamental en la labor diplomática; la segunda, por la señal que envía al presidente ruso, Vladímir Putin. “Nada reemplaza al contacto físico. Más allá del símbolo, está verdaderamente la eficacia”, señalaba el embajador francés, Étienne de Poncins, en una entrevista con la emisora France Info con motivo de la reapertura, el pasado viernes.
Justo en la calle paralela ondea ya la bandera italiana en la legación diplomática, plenamente operativa desde el lunes y antes en Lviv. “Fue de las últimas en abandonar la capital ucrania y ahora está entre las primeras en regresar”, se jactaba su ministro de Exteriores, Luigi di Maio, al hacer el anuncio.
La pionera fue la UE. Su misión diplomática volvió ya el pasado 11, dos días después de que el embajador, Matti Maasikas, tuitease una foto de la bandera de nuevo izada acompañada de la frase “First things first” (Lo primero es lo primero). El jefe de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell, había anunciado la reapertura en la víspera, en el marco de su viaje a Kiev con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Tras ocho días de actividad en la capital ucrania, Maasikas subraya la importancia de la decisión. “En la diplomacia, el valor añadido viene de la presencia. Si la seguridad lo permite, aunque sea un poco, tienes que estar presente”, señalaba el pasado martes, en una entrevista con este periódico en un hotel de Kiev. “El principal reto [de estar en Polonia] fue la distancia. Cuando eres diplomático, te reúnes diariamente con gente, reúnes información, acuerdas cosas… Con todos los WebEx, Zoom [servicios de videoconferencia] y todo, siempre sigue siendo mejor hacer todo cara a cara. Es todavía el significado de la diplomacia”, agrega.
La representación de la UE no ha vuelto al completo. Tiene en Kiev al “personal esencial expatriado”, con más gente en Polonia y otra teletrabajando, explica. Lo importante, sin embargo, es la presencia, simbolizada por la bandera: “Es importante para tu país, pero también para el país anfitrión”.
La respuesta rusa al hundimiento la pasada semana del Moskva (Moscú), su buque insignia en el mar Negro, ha alterado en los últimos días la relativa calma en torno a la capital. Aunque lejos de los momentos más duros del cerco, han vuelto las sirenas antiaéreas (este miércoles y jueves han sonado en varias ocasiones) y los bombardeos sobre Kiev o Lviv, donde siete personas murieron el lunes en un ataque con misiles. Maasikas asegura que los recientes ataques no les han hecho “reevaluar la situación de forma fundamental”, aunque sí “han subrayado las precauciones que debemos tomar”. “Rusia”, concluye, “ha dejado claro que ningún lugar de Ucrania es seguro”.
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