La filial española de Tesla Motors entregó el año pasado 1.469 vehículos, lo que supuso un descenso importante, de 576 coches (un 28% menos) sobre la cifra de 2019, según las cuentas anuales de la compañía depositadas en el Registro Mercantil.
La multinacional norteamericana fundada por Elon Musk lo atribuye al efecto del coronavirus y a que en 2019 fue el año del lanzamiento del modelo 3, una berlina completamente eléctrica con un precio que partía de 48.000 euros. Este sedán más asequible que los vehículos que suele comercializar la marca está pensado para ganar adeptos en el mercado nacional y aglutina la mayor parte de la facturación: “Nos estamos enfocando en reducir los costes de fabricación mientras continuamos aumentando su tasa de producción”, asegura la compañía.
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Las ventas de los modelos S (un sedán) y el Suv X también han disminuido. En consonancia, los ingresos cayeron hasta los 86 millones frente a los 119 de 2019. “Este descenso está relacionado principalmente con la bajada de las ventas debido al coronavirus, pero también por el hecho de que finalizaron los incentivos del Gobierno”, explica la empresa en la memoria. La compañía cuenta con dos tiendas en el país y tres centros de servicio, así como 32 centros de carga eléctrica (los llama súpercargadores) en España. El número de empleados aumentó de 87 a 101. La fabricación de sus modelos se realiza en Fremont, California, y en su planta de Shanghái, en China. Para incrementar la producción pronto abrirá sus puertas en Europa la gigafactoría de Berlín, y en camino también está otro centro en Austin (Texas).
Apoyo del grupo
Con estos mimbres, Tesla ganó en el país casi un millón de euros con un resultado de explotación que mejora respecto al año anterior. El apoyo del grupo es fundamental, ya que la empresa registraba un fondo de maniobra negativo en 2019 de casi 1,5 millones. Ahora ha vuelto a los números verdes: sus deudas a corto plazo las mantiene con filiales del grupo, pero “no serán exigibles mientras la sociedad no cuente con liquidez suficiente para hacer frente a su devolución”.
Como le ocurrió a otros fabricantes, la pandemia dejó a cero sus instalaciones, que en el país se centran en dar servicio a los clientes y en la rama comercial: el cierre les obligó a hacer un ERTE entre abril y junio para 74 empleados. También durante esos meses de confinamiento consiguieron rebajar gastos. Por ejemplo, su local comercial de la calle Roselló de Barcelona, que abona una renta de 276.000 euros anuales, la rebajó a la mitad entre abril y junio.
En el primer trimestre de este ejercicio entregó 494 coches, 90 más que en 2020. Las perspectivas de futuro la sociedad son optimistas, dado que este año espera mantener su volumen de operaciones y actividad. “Se considera que no existen riesgos e incertidumbres que puedan afectar a la evolución futura de la sociedad, salvo los propios y habituales en su sector”.
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