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Las farmacias del Reino Unido comienzan a sufrir el impacto de la crisis de suministro


El señor Indra Patel, británico de origen indio, regenta la farmacia Prince Chemist, en el oeste de Londres, desde hace 40 años. Nada le espanta, pero admite que esta semana han tenido problemas. “Sobre todo retrasos en algunos medicamentos, por culpa de la crisis de las gasolineras”.

― ¿Retrasos muy graves?

― No, por el momento de no más de un día, y confío en que todo se resuelva la semana que viene.

Más allá de las escenas de nervios y furia vividas esta semana en las colas de las gasolineras, los habitantes ―y los comercios― de Londres no acaban de asimilar que pueda estar llegando una tormenta perfecta. Sin embargo, la principal asociación británica de farmacias, la Company Chemist’s Association (CCA), afirmaba este jueves, a través de una portavoz, que el suministro de medicamentos se estaba viendo afectado por partida doble, a consecuencia de la escasez de oferta de combustible y de la falta de camioneros. “Toda la cadena de suministro ha sufrido el impacto, desde la entrada en los grandes almacenes y depósitos hasta la distribución a los comercios minoristas”, ha dicho.

La Asociación de Gasolineras del Reino Unido (PRA, en sus siglas en inglés) insiste en que poco a poco está volviendo la normalidad a las estaciones de servicio, pero ni las grandes colas ni los nervios habían desaparecido este jueves. La PRA representa al 65% de las casi 8.400 gasolineras repartidas por todo el país. En su último informe, un 27% de los surtidores estaban completamente vacíos, mientras que otro 21% tenía solo un tipo de combustible. Más de la mitad de sus socios, aseguraba, tenían suficiente gasolina y diesel. Pero reconocía a la vez que el promedio de combustible acumulado en las gasolineras apenas alcanzaba el 20% del depósito, frente al 43% de promedio que suelen tener durante todo el año. Y la diferencia entre la abundancia de abastecimiento en el norte del país (Irlanda del Norte, Escocia o el norte de Inglaterra) y la escasez persistente del sur (Londres, especialmente) era muy notable.

Cuando el primer ministro británico, Boris Johnson, dio la cara finalmente a mediados de semana, quiso hacer especial énfasis en que su Gobierno había puesto en marcha preparativos para que las Navidades transcurran con normalidad. Esa es la principal pesadilla de los conservadores. La Asociación de Minoristas Británicos (BRC, en sus siglas en inglés) ya advirtió, al estallar la crisis de los camioneros, de que “si no se encontraba una solución en los próximos 10 días, sería inevitable un aumento de los problemas” de cara a las fiestas. Era la señal de alarma del director de Alimentos y Sostenibilidad de la asociación, Andrew Opie. Unos días después, la BRC ha dicho al Gobierno que la solución de ampliar en 5.000 los visados de tres meses para atraer a camioneros de la UE era escasa, y necesitaba ser “de mayor tamaño y alcance”. Clive Black, un analista de comercio minoritario de gran prestigio, cuyas simpatías se acercan habitualmente hacia los conservadores, cargaba en el diario The Times contra Downing Street y anticipaba un desastre llegado diciembre: “Preveo que las Navidades sean una pesadilla para los consumidores. Habrá comida en las estanterías de los supermercados, pero con escasez de opciones. La falta de trabajadores ha hecho que en las granjas no se hayan criado el número suficiente de pavos ni las explotaciones agrícolas tengan suficientes cosechas. Y todo esto se ha visto agravado por la crisis de los camioneros”, ha afirmado.

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Resistencia

El Gobierno de Johnson sigue empeñado en negar cualquier relación entre la crisis y la falta de previsión que ha seguido al Brexit. El secretario jefe del Tesoro, Simon Clarke (el tercer puesto más relevante en el Ministerio de Economía), se sumaba al mensaje de Johnson y aseguraba en la BBC que las Navidades no supondrán ningún problema: “Estamos seguros de tener la capacidad de resistencia necesaria. La concesión de 5.000 visados ha ayudado, pero sobre todo estamos haciendo un esfuerzo en la formación laboral, para asegurarnos de que disponemos en este país de los trabajadores cualificados necesarios”.

La crisis de los camioneros puede ser solo la punta del iceberg de una situación más grave, que afecta a toda Europa por la explosión de demanda al salir de la pandemia. Faltan trabajadores en todos los sectores, y en el Reino Unido, con la eliminación de la libertad de movimiento de personas al llegar el Brexit y una nueva política migratoria más restrictiva, los problemas han estallado antes. Hasta 150.000 cerdos permanecen estancados en las instalaciones ganaderas de todo el país, según la Asociación Nacional de Ganaderos Porcinos. Las condiciones higiénicas han empeorado, y muchos pequeños ganaderos aseguran que no podrán sostener la situación más allá de dos semanas. Faltan carniceros, matarifes y conductores, que normalmente se reclutaban en los países del Este de la UE. Las plantas de sacrificio, según la asociación, están operando al 25% de su capacidad.

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