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Las frases que le definen

El escritor español Pedro Calderón de la Barca fue uno de los exponentes del Siglo de Oro español. Su literatura inspiró a muchos otros escritores del país que llegaron posteriormente.

De su obra podemos destacar escritos tan importantes y ya sobradamente conocidos por todos como La vida es sueño, El alcalde de Zalamea o El príncipe constante. Hoy repasamos algunas de las frases que mejor definen a Calderón de la Barca.

No diga que tiene amor, quien no tiene atrevimiento.

Estas que fueron pompa y alegría, despertando al albor de la mañana, a la tarde serán lástima vana, durmiendo en brazos de la noche fría.

Vencerse a sí mismo un hombre es tan grande hazaña, que sólo el que es grande puede atreverse a ejecutarla.

Aquí, en fin, la cortesía, el buen trato, la verdad, la firmeza, la lealtad, el honor, la bizarría, el crédito, la opinión, la constancia, la paciencia, la humildad y la obediencia, fama, honor y vida son caudal de pobres soldados; que en buena o mala fortuna la milicia no es más que una religión de hombres honrados.

¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.

No hables mal de las mujeres: la más humilde te digo que es digna de estimación porque, al fin, de ellas nacimos.

Yo salí de Granada, y vine a ver, la gran villa de Madrid, esta nueva Babilonia, donde verás confundir en variedades y lenguas el ingenio más sutil.

En mundo tan singular, que el vivir sólo es soñar; y la experiencia me enseña que el hombre que vive, sueña lo que es, hasta despertar.

Engañando al día de hoy y esperando el mañana…

Es parentesco sin sangre una amistad verdadera.

Es un examen muy fuerte, una experiencia muy nueva y muy rigurosa prueba, poner al que está mortal en los labios el cristal, y decide que no beba.

No hay loco de quien algo no pueda aprender el cuerdo.

En los extremos del hado no hay hombre tan desdichado que no tenga un envidioso; ni hay hombre tan venturoso que no tenga un envidiado.


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