Aforos limitados, formatos híbridos que combinan actividades presenciales con otras digitales y descentralización en diferentes espacios como librerías, bibliotecas y centros culturales. Es el nuevo ADN de las ferias, festivales y encuentros en torno a los libros impuesto por la pandemia. El contexto sanitario obligó a aplazar las grandes citas europeas y latinoamericanas que suelen celebrarse en primavera, por lo que en las próximas semanas se concentrarán muchas. Este miércoles, por ejemplo, empieza el Hay Festival en su sede de Querétaro (México) y se están montando ya las casetas en el parque del Retiro para la de Madrid, que se desarrollará del 10 al 26 de septiembre. Los libros serán los protagonistas, pero también los escritores: Svetlana Alexiévich, Mario Vargas Llosa, J. M. Le Clézio, Sergio Ramírez, Claudia Piñeiro, Rosa Montero, Chimamanda Ngozi Adichie, Darío Jaramillo y Mircea Cartarescu son algunos de los autores de todo el mundo que se implicarán para dar impulso a la lectura en este nuevo tiempo.
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La gran cita literaria madrileña cambia mayo y junio por septiembre y se inaugura la semana que viene después de la suspensión del año pasado. Con Colombia como país invitado, la 80ª edición, pese a celebrarse al aire libre, también tendrá que adaptarse al control de aforo obligado por la pandemia. Para ello vallará un recinto de 400 metros lineales, frente a los 1.300 tradicionales, en el parque del Retiro. Pese a la reducción, el número de casetas solo baja a 320. En 2019 fueron 361. Para ello se ha instalado una fila central, en el lugar habitualmente ocupado por los pabellones comerciales.
La asistencia de público ―con mascarilla obligatoria― se controlará por dos entradas y se limitará a 3.900 personas al mismo tiempo (incluidos vendedores y trabajadores de la feria, que suponen casi un tercio de esa cifra). Antes de acudir al parque, los visitantes podrán consultar el estado del aforo en la web oficial del evento.
Alrededor de 1.000 autores ya han confirmado su participación en una de las ceremonias distintivas de Madrid: las firmas de libros. Dado que en las propias casetas ―formadas por módulos de cuatro metros― también se deberá guardar la distancia social, la organización ha recomendado a los expositores que cada puesto esté ocupado en esos momentos por un escritor y un solo vendedor. “Las grandes colas de 300 personas no deberían producirse porque siempre se forman en proporción al aforo”, explica Manuel Gil, director de la feria. “Además, hemos pedido a los grandes grupos que nos avisen con antelación si programan firmas de youtubers ―que son los que atraen esas masas― para controlar el flujo de visitantes”.
Gil es consciente de que los 17 días del Retiro no significan lo mismo para los editores que para los libreros. Para los primeros es, en buena parte, una cuestión de imagen: muestran todo su fondo y dan a conocer títulos que por la vertiginosa rotación de novedades —y los cierres obligados por la pandemia― pueden haber pasado inadvertidos. Para los segundos es, sobre todo, el momento de cuadrar las cuentas: en esa quincena larga se llega a vender hasta el 20% del total de año. Este año coincide con la vuelta de las vacaciones y la campaña del libro de texto, dos factores especialmente gravosos para las economías familiares. En 2019 se facturaron 10,2 millones de euros. “Habrá menos paseantes, pero confiamos en que no menos compradores”, aventura Manuel Gil. “Todos los negocios han bajado por la crisis del coronavirus, pero el lector que yo llamo pata negra sigue comprando libros. Y muchos no han acudido en meses a las librerías por miedo a los lugares cerrados”.
Centrada en la venta y las firmas, la feria de Madrid nunca se ha caracterizado por su programación cultural. Eso la convierte en una rara avis en un ecosistema que, en otros lugares, da tanta importancia a la exposición de libros como a los coloquios entre escritores. Ahí es donde internet vino al rescate en 2020 y en lo que llevamos de 2021. La primera gran cita en experimentar los formatos híbridos en esta nueva etapa fue la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo). Trasladó su cita de abril a agosto con 120 actividades presenciales en diferentes puntos de la ciudad y más de 600 virtuales. Una experiencia que sus organizadores consideran satisfactoria y que puede servir como referencia para las que vienen. “Hemos aprendido a utilizar lo mejor de la tecnología para seguir mezclando, como en la vida misma, oferta digital y presencial”, explica Sandra Pulido Urrea, directora de la FILBo.
Otro gran paso de fusión entre lo analógico y lo digital y de descentralización lo ha dado Centroamérica Cuenta en Nicaragua. Desde el parón de 2020, este festival no ha dejado de desarrollar actividades virtuales todo el año y este 1 de septiembre abre su programación “como Invitado de Honor en la Feria Internacional del Libro de Guatemala (FILGua) de manera digital, continuando así su vocación itinerante por los países de la región y el Caribe”, recuerda su directora, Claudia Neira. La animadversión del Gobierno sandinista de Daniel Ortega ya obligó al festival a cambiar en 2019 Managua por San José, en Costa Rica. Un año después, la covid le impuso el exilio digital. El salto este curso lo da con su descentralización intercontinental, porque “después emprenderá camino hacia Madrid, donde abrirá un escenario en Casa de América, con la presencia de escritores centroamericanos y de otros países de habla hispana que incluyen autores consagrados como Vargas Llosa y emergentes como la chilena Paulina Flores”, avanza Sergio Ramírez, presidente de esta cita. El ganador del Premio Cervantes 2017 destaca que la voz de Centroamérica Cuenta “se alza desde una región de pequeños países con graves carencias democráticas y sociales, pero que desde esa realidad buscan puentes de ida y vuelta a través de la cultura”.
Ese puente de ida y vuelta lo practica también el Hay Festival, que celebrará su primera edición híbrida en su sede de Querétaro (México) del 1 al 5 de septiembre. Cristina Fuentes La Roche, directora del Hay Internacional, afirma que el formato “es un reto digital y un reto logístico físico, ya que los eventos presenciales se harán con grandes restricciones de aforo”. Un modelo similar seguirá del 17 al 19 de septiembre el Hay de Segovia, que, como sus homólogos de todo el mundo, siguen adelante tras la crisis provocada en julio pasado por la dimisión de su fundador, Peter Florence, denunciado por acoso laboral.
Con una gran apuesta por lo presencial se desarrollará el IV Festival Hispanoamericano de Escritores en Los Llanos de Ariadne, en Canarias, del 4 al 9 de octubre, con México como país invitado. “Se trata de levantarnos, de consolidar el festival, de seguir fabricando su edificio, de instalar en la conversación de la gente esta reunión anual de escritores hispanoamericanos en Canarias”, dice J. J. Armas Marcelo, presidente de la cita. Según explica su director, se retransmitirán 20 encuentros.
La ruta literaria vuelve después a la Península. Sevilla será del 9 al 12 de octubre la primera sede de la nueva etapa itinerante de las Conversaciones de Formentor y la entrega del Premio Formentor de las Letras, que ya no se celebrarán en el tradicional hotel de Pollença (Mallorca), vendido recientemente. La cita transmitirá algunos encuentros en línea y el programa, confirma Basilio Baltasar, presidente de la Fundación Formentor, prolonga los hábitos de ediciones pasadas: “La celebración de la conversación como un arte, la fascinación por la elocuencia de los invitados, el laberinto de la imaginación literaria, la entrega del premio Formentor (a César Aira) y el desvelamiento íntimo de lo que hay de inesperado en cada libro”.
Tras el encuentro sevillano, la literatura volverá a inundar Madrid con Liber, del 13 al 15 de octubre, con un modelo presencial, pero que habilitará un canal digital para las reuniones comerciales. La siguiente estación es Fráncfort, la gran cita editorial del sector editorial europeo, que se desarrollará también en formato híbrido del 20 al 24 de octubre. España presentará su programación como invitado de honor de la edición 2022, con el hilo conductor de Creatividad desbordante.
Al día siguiente de acabar Fráncfort, la agenda literaria retornará a España con la primera edición de una nueva cita, el festival Escribidores de Málaga, del 25 al 30 de octubre, organizado por la Cátedra Mario Vargas Llosa. Predominará lo presencial con algunas actividades en línea.
Como cada año, la ruta de encuentros literarios y editoriales terminará en México en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL). En 2020 fue solo virtual, pero estos días Marisol Schulz, su directora; Raúl Padilla, su presidente, y la Universidad de Guadalajara estudian qué formato asumirán en esta edición. La semana pasada, durante el anuncio de la concesión de su gran premio de literatura en lenguas romances a Diamela Eltit, los dirigentes de la cita mexicana ―la segunda más importante del mundo tras la de Fráncfort y la primera en español― confiaron en recibir a la autora chilena en la capital de Jalisco. Dado que México pasa actualmente por el pico de la tercera ola de coronavirus, la curva de contagios debería comenzar a descender y su Gobierno pretende tener vacunada en octubre a toda la población mayor de 18 años. La FIL, que en 2019 ―última edición presencial― recibió 842.000 visitantes, tiene previsto echar a andar el 27 de noviembre con Perú como país invitado. Y, si no se cumplen las previsiones más optimistas, con el ciberespacio como lugar de refugio.
Con información de Javier Rodríguez Marcos
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