Citigroup busca un millonario interesado en comprar las más de 1.200 sucursales de Banamex. Después de ocho meses de anunciar la puesta en venta de la filial mexicana, la lista de postores para hacerse con el tercer banco por activos del país se ha ido acortando. El banco español Santander y el mexicano Grupo Salinas se han bajado de la contienda, mientras que algunas de las grandes fortunas del país siguen en la carrera. Este es el caso de Carlos Slim, con Inbursa o Carlos Hank, al frente de Banorte, los dos postores a los que los analistas del sector financiero identifican como los más fuertes, aunque no descartan otros jugadores como Germán Larrea –dueño de Grupo México– o la familia Baillères, heredera de los negocios financieros y de seguros GNP.
De acuerdo con información revelada este lunes por Bloomberg, a medida que se reduce la cifra de postores, Banamex —la tercera institución por número de activos más importante del país hasta el 2021, solo detrás de BBVA México y Santander— puede atraer ofertas de entre 7.000 y 8.000 millones de dólares. buscó a Banorte para conocer su postura sobre el proceso, sin embargo, la institución respondió que “no tenían comentarios” mientras que Banca Mifel, que preside actualmente Daniel Becker, no contestó a la solicitud de información hecha por este diario.
Banorte fue uno de los primeros en levantar la mano en el proceso de compra. Actualmente, la institución está presidida por Carlos Hank González, quien es miembro del Consejo Asesor Empresarial de López Obrador. Como un gesto de simpatía, el propio presidente ha recordado que el abuelo del actual directivo, Roberto González Barrera, lo ayudó a abrir una cuenta para recibir aportaciones para su movimiento político. “Roberto era un amigo de verdad”, dijo en 2019 durante un foro.
Por sinergias, Banorte, con su cartera de banca de consumo, tiene un perfil más parecido al de Banamex. Originalmente, una institución menor enfocada en la región norte, el banco se embarcó en una ambiciosa estrategia de adquisiciones durante los años 90 y principios de los 2000 y ahora es la cuarta mayor institución del país por activos – 1,2 billones de pesos, un 11% del total, en mayo del año pasado, según la Comisión Nacional Bancaria y de Valores-.
A diferencia de Banorte, Inbursa, del magnate Carlos Slim, cuya fortuna rebasó este año los 81.000 millones de dólares, según el listado de Forbes, está más centrada en la banca corporativa y privada y ha optado por otra estrategia de crecimiento más tranquila. En su caso, también puede presumir de contar con el visto bueno del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que en reiteradas ocasiones ha hecho notar su sintonía con el presidente de Grupo Carso al calificarlo como un de los hombres de negocios “más austeros”. Sobre el proceso de compra de Banamex, Inbursa confirmó su interés recientemente: “Creemos que hay buenos activos. Sería bueno si pudiéramos conseguir la financiación y tenemos que ver si está a buen precio y funciona para nuestra estrategia”, declaró el director de Relaciones con Inversionistas, Frank Aguado.
Slim no es el único multimillonario interesado en Banamex. Recientemente, ha trascendido que el dueño de las mineras de cobre más importantes de México, Germán Larrea, cuya fortuna rebasa los 26.000 millones de dólares, de acuerdo con el Índice de Bloomberg, ha contratado los servicios de un equipo de profesionales financieros mexicanos con experiencia para ayudar con su oferta.
Jorge Sánchez Tello, director de Investigación Aplicada de la Fundación de Estudios Financieros, Fundef, asegura que la compra de Banamex está en uno de los puntos más reñidos tras la salida de Banco Azteca y de Santander de la contienda. “Los principales empresarios de México, ya sea que estén de una forma directa o indirecta en el sistema financiero, están interesados porque sigue siendo un muy buen negocio ser banquero en México”, afirma.
“Hay competidores muy fuertes, Banorte es un grupo bastante grande y con bastante influencia y poder económico. El otro gran poder económico, sobre todo por quién lo encabeza, es Inbursa, que es de la familia Slim. El otro grupo de inversionistas, aunque es más pequeño, pero también es interesante, es Banca Mifel, que está juntando un grupo de inversionistas para ver si llegan al precio. También están interesados Grupo México, que aunque ellos no han participado como tal en bancos, Grupo México tiene bastante poder económico y también se habla de otros grupos empresariales mexicanos como Grupo Val”, precisa.
El director de este centro de investigación detalla que la transacción se ha demorado porque implica el análisis de muchas variables por ambas partes, no obstante, confía en que será una excelente oportunidad para quien resulte vencedor. “En México es un buen negocio tener un banco, lo va a seguir siendo, independiente del Gobierno que esté y de las variables macroeconómicas. Tenemos un sistema bancario muy sólido. Quien lo compre debe tener una visión mínima de 10 a 30 años”, zanja.
Benjamín Álvarez, analista bursátil de CIBanco, señala que será una transacción compleja debido a que están implicados los activos y la marca, el prestigio, un asunto más complicado de valuar. Desde su perspectiva, Banorte es uno de los contendientes mejor posicionados debido a su experiencia. No obstante, tampoco descarta una sorpresa por parte de Grupo Inbursa, e incluso, la conformación de un consorcio de accionistas que pudieran agruparse y sacar a la Bolsa al banco.
Rumbo a la segunda fase del proceso de compra y tras la salida de HSBC —que desde febrero negó tener interés— y de Santander, los analistas coinciden en que los capitales mexicanos son los que se están perfilando por el control de Banamex, dejando rezagada la opción de algún comprador foráneo. La balanza se está inclinando hacia el capital mexicano, una de las peticiones que hizo desde Palacio Nacional López Obrador apenas conocer que se había puesto en venta el banco. Ahora, también le ha pedido al nuevo dueño que no despida a los trabajadores. “Podemos convertirlo en algo muy bueno si, sin medidas autoritarias, se logra mexicanizar este banco, que era de mexicanos desde el siglo XIX” ha declarado.
Para los analistas, la salida del Santander no ha sido una sorpresa. El banco español ya cuenta con una presencia importante en el país, una cuota de mercado del 14%. A finales de julio, la institución señaló que la oferta de compra presentada fue rechazada por Citigroup, pero no se precisaron las razones. Algunos trascendidos mencionaban que la oferta estuvo muy por debajo de lo que pedía la firma estadounidense. Además, pese a la buena sintonía entre López Obrador y la presidenta del banco, Ana Botín, la insistencia del Ejecutivo en que el nuevo dueño sea mexicano limitaba las opciones de compra.
El economista Carlos Ramírez afirma que el mandatario no tiene facultades para vetar una compra de este tipo por razones nacionalistas, pero que este tipo de mensajes desanima la participación de entidades extranjeras. “Nadie se va a meter en esa carrera con el presidente en contra”, dice. Por otro lado, Ramírez nunca vio muy interesado al Santander, que está inmerso en un cambio de dirección. “Desde un principio se sintió forzado el interés. Pareció una estrategia para no quedar fuera de la foto inicial”, opina.
Aun con una oferta atractiva sobre la mesa, la compra debe recibir el visto bueno de la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece). Inbursa, con 3,5% del mercado por activos, no presentaría mayor problema. El caso de Banorte es más complejo. La institución cuenta con la mayor Afore, un fondo de ahorro para el retiro, del país. Sumada a la Afore de Banamex, alcanzarían un 37% del mercado, lo que superaría por mucho el límite permitido por la ley, un 20%.
Pese a estos límites, la Cofece puede autorizar un límite mayor o imponer condiciones como la venta de parte del negocio. El excomisionado de la Competencia, Miguel Flores, cree que ni Inbursa ni Banorte enfrentarían grandes problemas para lograr una autorización. “Por sus participaciones, la existencia de BBVA y otros jugadores relevantes, tiene más posibilidades de ser una concentración que se aprueba y que las condiciones sean menores. Probablemente, ni siquiera sea necesario imponer condiciones”, concluye.
En ocho meses desde el anuncio de venta, Citigroup ha declinado a dar cifras y detalles sobre el proceso, apenas unas frases ha proferido en su más reciente reporte financiero al primer semestre del año. “Estamos complacidos con el interés en nuestra franquicia mexicana con base en las discusiones con los compradores”, expresó Jane Fraser, directora general de Citigroup, a mediados de julio pasado.
En la contienda por más de un millar de sucursales y 20 millones de clientes en México, los cuarteles financieros de los hombres más poderosos de México siguen haciendo cuentas, mientras la firma estadounidense analiza con pulso quirúrgico cada uno de las propuestas que tiene sobre el tablero. Al final, todo dependerá de quién puje más y convenza a Citigroup.
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