El expresidente de Honduras Juan Orlando Hernández, tras su detención este martes en Tegucigalpa.

Las horas más largas para Juan Orlando Hernández

El expresidente de Honduras Juan Orlando Hernández, tras su detención este martes en Tegucigalpa.
El expresidente de Honduras Juan Orlando Hernández, tras su detención este martes en Tegucigalpa.STRINGER (REUTERS)

Su primera noche detenido el expresidente Juan Orlando Hernández la pasó en la habitación de un oficial de las Fuerzas Especiales Los Cobras. Las que habitualmente se disponen para delincuentes y pandilleros estaban en tan mal estado que, incluso en medio de las humillaciones vividas el día anterior, decidieron que no estaba en condiciones para él y optaron por encerrarlo en una de las habitaciones de los mandos. Durante su primera noche en algo parecido a una prisión, al mandatario que gobernó Honduras durante los últimos ocho años, se le permitió hacer una llamada —a su esposa— y le explicaron que en los próximos días tendrá derecho a una visita diaria de no más de 30 minutos. Antes de dormir, comprobaron su estado de salud y que había tomado las medicinas contra la diabetes y la hipertensión que padece.

El día siguiente, este miércoles, no fue mucho más gratificante. Comenzó a las diez de la mañana frente al juez y terminó sabiendo que seguirá en esa misma celda un mes más debido a que el juez fijó la siguiente audiencia para el 16 de marzo.

Poco antes de las diez de la mañana, un convoy lo llevó desde la colonia 21 de octubre hasta las instalaciones del Poder Judicial, cerca del Bulevar Kuwait. Para despistar a periodistas y posibles asesinos se utilizó una caravana señuelo a la que siguieron todos mientras que los vehículos que en realidad los trasladaban llegaban al edificio judicial por otra ruta.

A esa hora, grupos de simpatizantes y enemigos de Juan Orlando se habían concentrado a las puertas del edificio y amagaban con pelearse hasta que la policía se interpuso entre los manifestantes, principalmente grupos de mujeres.

Por la misma puerta que entraba el vehículo de Hernández entraban también los 12 abogados que llevan su defensa. Un video grabado en el interior de las instalaciones judiciales ilustró cómo habían desaparecido las esposas que le habían colocado el día anterior, en una imagen que dio la vuelta al mundo. En el video se aprecia que, mientras caminaba por los pasillos de la sede judicial, algunos trabajadores salieron a aplaudirlo o incluso a hacer con los dedos forma de corazón para decirle: “No estás solo”.

El trabajo del juez Edwin Ortez es analizar la información enviada por Estados Unidos relativa al tráfico de 500 toneladas de cocaína a través de Honduras y tomar una decisión sobre su extradición. Según esta información, Juan Orlando enfrenta tres cargos: “conspiración para importar una sustancia controlada a los Estados Unidos”, “usar o portar armas de fuego, entre ellas ametralladoras y dispositivos destructivos” y, el tercero, “conspiración para usar o portar armas de fuego en apoyo a la conspiración de importación de narcóticos a Estados Unidos”.

Qué sigue ahora para Hernández

En las 32 extradiciones hacia Estados Unidos aprobadas hasta ahora, el asunto se ha resuelto en dos audiencias, tal y como sucedió en esta ocasión. En la primera cita se comunica al extraditable los cargos de que se le acusa, y un mes después se desarrolla la audiencia de presentación de pruebas. Posteriormente, se espera la resolución judicial, que puede ser emitida en el período que el juez considere.

Hernández es acusado de haber conspirado con su hermano Tony, un exdiputado que fue condenado a cadena perpetua por narcotráfico en Nueva York el año pasado y desde entonces ha estado preparando su defensa. Sin embargo, la detención del miércoles pilló a todos desprevenidos. Uno de sus abogados, Hermes Rodríguez, reconoció que fue la tarde del lunes cuando se dieron cuenta gracias a un mensaje en Twitter de la cancillería que la captura estaba en marcha. Hasta ese momento, confiaban en la protección diplomática gracias a su cargo como diputado del Parlamento Centroamericano (Parlacen) y, de ser necesario, en una entrega voluntaria ante la fiscalía. La realidad, sin embargo, es que se organizó un operativo que movilizó a decenas de uniformados y hasta un helicóptero e incluyó una aparatosa detención en la que fue esposado de pies y manos.

Una vez ante el juez, otro de sus abogados, Félix Ávila, admitió que la estrategia es “oponerse al pedido de extradición” y pedir una medida distinta a la detención. “Esta audiencia de información es lo equivalente a la audiencia de imputado; ahí está la oportunidad para que la defensa del reclamado pueda pedir una medida distinta a la del arresto”, dijo su abogado en entrevista con El Heraldo. A la resolución judicial le podría seguir una apelación por parte de la defensa.

Hasta ahora, tal y como dijo en una entrevista reciente con EL PAÍS, la principal estrategia de Hernández ha sido desacreditar a los testigos que lo citaron más de cien veces en Nueva York diciendo que se trata de peligrosos narcotraficantes detenidos y extraditados por él cuyo objetivo es reducir sus condenas. Hernández se ha centrado en Devis Rivera, testigo estrella de la acusación y líder del cartel de Los Cachiros, y la persona que más ha colaborado con las autoridades estadounidenses a desmantelar algunas de las redes de narcotráfico más importantes de Honduras. Hernández también argumenta que, durante su etapa como presidente del Congreso, en 2012, impulsó una reforma constitucional que permitió la extradición a Estados Unidos, algo teóricamente contradictorio para quien hoy está a un paso de ser presentado ante la justicia estadounidense. Los fiscales consideran, sin embargo, que Hernández creía que podía controlar quién sería extraditado y proteger a los más cercanos a él y a su hermano.


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