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Las hormigas venenosas que pueden acabar con tu vida

El mundo animal está plagado de belleza y singularidad. Aquello que conocemos es solo una ínfima parte de lo que existe en realidad. Multitud de criaturas sobreviven ajenas a nuestros ojos. Algunas con atributos realmente fantásticos, aunque peligrosos para los que osen desestabilizar su tranquilidad. En este grupo, fascinante y arriesgado a partes iguales, destaca una especie en particular, la llamada hormiga roja de fuego. Esta pertenece a un género conocido como mirmicinos, cuya principal característica es un aguijón funcional con el que ataca a sus muchos adversarios. Más de 280 especies de este ejemplar de hormigas venenosas conviven en nuestro planeta.

Una picadura que provoca la muerte

Estas hormigas venenosas destacan por su agresividad.

A pesar de su nombre, las hormigas de fuego son muy similares a las que todos conocemos, de color negro o marrón. Sin embargo, su agresividad marca la diferencia con respecto al resto de ejemplares. Cualquier persona, animal o planta que invada su colmena será atacado sin piedad con su enorme aguijón. Este se agarra con fuerza a la piel, gracias a las mandíbulas que incluye. Las mismas que inoculan veneno al individuo. Además, realizan el ataque en movimientos circulares, para causar así mucho más daño.

Los síntomas son alarmantes. La picadura provoca, en primera instancia, una pequeña y dolorosa ampolla, que puede convertirse después en un potente foco de infecciones. Si la herida no evoluciona favorablemente, el tóxico de estas hormigas venenosas puede causar náuseas, dolores agudos, conmociones y, en algunos casos, estados de coma o choques anafilácticos letales.

Hormiga bulldog, otra especie de gran peligrosidad

Las hormigas bulldog también son una especie de lo más venenosa.

Las solenopsis, nombre científico de las hormigas de fuego, no son las únicas en desencadenar el pánico en su hábitat natural. La Myrmecia pyriformis es una especie de hormiga toro que reside en Australia y posee la capacidad de acabar con su presa en tan solo 15 minutos. Un poder que no reduce su eficacia contra una persona adulta y que comparte con otro ejemplar: la hormiga bala. El entomólogo Justin O. Schmidt describe en una de sus obras el dolor provocado por sus picaduras: “Es puro, intenso, brillante. Es como caminar sobre carbón en llamas con un clavo de tres pulgadas penetrando el talón del pie». Una reseña que nos mantiene en alerta ante esta diminuta criatura. Y es que a veces, el tamaño engaña.


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