El caso de Daniel Sancho, investigado por presuntamente asesinar al cirujano Edwin Arrieta, está dando mucho de qué hablar. La información que ha llegado hasta nuestras fronteras es escasa y, por supuesto, llena de interrogantes. Mientras la investigación tailandesa sigue su curso, se van descubriendo muchos detalles que han sembrado la duda de si el hijo de Rodolfo Sancho podría estar envuelto en una ‘trampa’.
Un país muy estricto con los crímenes
La primera laguna que pone en duda la autoría del delito es el país elegido: Tailandia. El joven de 29 años se habría desplazado hasta la isla de Koh Phangan para disfrutar de unos días de vacaciones y reunirse con el cirujano, con quien estaba cerrando (supuestamente) varios negocios. Según la versión ofrecida hasta la fecha, allí le asesinó y descuartizó su cuerpo. La pregunta es por qué iba a cometer este asesinato en un país donde las consecuencias son de las más duras del mundo.
Daniel Sancho sin camiseta / Instagram
Tras confesar el crimen, Daniel Sancho se podría enfrentar a cargos de homicidio premeditado, ocultamiento y sustracción de las distintas partes del cuerpo de la víctima. Aunque eso sí, que se haya autoinculpado no quiere decir que realmente sea culpable. El Código Penal tailandés recoge que una persona culpable de asesinato podría enfrentarse a una prisión de entre 15 y 20 años, a cadena perpetua o, en el peor de los casos, a pena de muerte. Y la pregunta es por qué no huyó del país y, en cambio, se personó en la comisaría para denunciar la desaparición de su amigo.
Su contacto telefónico constante
Otro de los detalles a los que no se encuentra sentido alguno es la disponibilidad en todo momento de su teléfono móvil. Después del asesinato, el nieto de ‘Curro Jiménez’ se puso en contacto con sus amigos y su novia para informarles de los hechos. Una vez detenido por las autoridades del país, pudo realizar una llamada a su padre. Lo que nadie se esperaba es que en plena investigación, el acusado pudiera contactar con medios españoles. Pero así ha sido. Mientras pasa a disposición judicial, Sancho está siendo vigilado y acompañado por los policías locales, que le han dejado tener su teléfono móvil e, incluso, comunicarse con él, aunque hasta el momento se desconoce el porqué.
Daniel Sancho, investigado por un presunto asesinato / Medios tailandeses
La última conversación que ha tenido ha sido con El programa del verano, confesando encontrarse bien: «La policía me trata muy bien. Me han traído a cenar porque han cerrado el caso. Me dicen que es porque les he ayudado mucho». Además, ha dejado claro ser consiente de que pronto ingresará en prisión a esperas de celebrarse el juicio que le señalará como culpable o no del caso que ha estremecido al mundo entero.
Un caso que nadie entiende
Lo curioso es que estas dudas no solo han surgido en su entorno más cercano, sino también en España. Los periodistas están dando voz a toda la información con el objetivo de llegar a una conclusión, pero su discurso tranquilo declarándose como culpable no encaja con la personalidad con la que le definen los que le rodean. «Soy culpable, pero yo era el rehén de Edwin. Me tenía como rehén. Era una jaula de cristal, pero era una jaula. Me hizo destruir la relación con mi novia, me ha obligado a hacer cosas que nunca hubiera hecho», ha asegurado.
Daniel Sancho posando en Instagram / Redes sociales
Pero esa no ha sido la única cuestión en la que poner el foco, sino también la actuación policial. Llama especialmente la atención que en apenas un fin de semana, las autoridades hayan encontrado todos los restos de la víctima, hayan resuelto casi por completo el caso y que, sobre todo, no se les haya escapado ni un solo detalle. Una actuación nunca antes vista, ni en los casos más mediáticos del mundo. Y, sobre todo, partiendo de la base de que las alarmas saltan (presuntamente) cuando Daniel acude a la policía para denunciar la desaparición de su amigo y le examinan la espalda, viendo que tiene unos arañazos que pasan desapercibidos para el ojo humano. Entonces, deciden centrar la culpabilidad en él, rastrean la habitación del hotel en el que presuntamente había estado con Edwin, encuentran ADN del cirujano en el desagüe, descubren una bolsa con restos y el ticket de la compra que realizó el joven con todo lo necesario para llevar a cabo el crimen y todo lo necesario para cerrar el caso en dos días, pillar al culpable y coronarse como una de las actuaciones más rápidas vistas jamás. ¿Qué está pasando?
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