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Las latas de atún son extremadamente peligrosas: haz esto inmediatamente

Las latas de atún son un alimento muy socorrido porque nos permiten elaborar multitud de platos en tiempo récord, como una ensalada o unos huevos rellenos, por ejemplo. Algunas veces, por la razón que sea, no llegamos a utilizar la lata entera, y lo más común es guardarla semiabierta en la nevera, sobre todo en verano porque pensamos que con las altas temperaturas en el armario se va a echar a perder. Sin embargo, no es una práctica nada aconsejable porque lo más probable es que el atún se estropee.

Las de atún abiertas en la nevera

En caso de que lo hagamos así, que en absoluto es una buena idea por el bien de nuestra salud, debemos consumir el atún en un plazo de unos tres días, para que la oxidación no lo eche a perder.

Ahora bien, existen una serie de razones de peso por las que nunca hay que guardar una lata abierta en la nevera, ya sea de atún o de cualquier otro alimento.

Lo primero a tener en cuenta es que la mala conservación de los alimentos una vez abiertos puede alterar su textura, olor, sabor y aspecto. Al estar dentro de la nevera, es muy posible que se transfieran los aromas del contenido de la lata al resto de alimentos.

A esto hay que sumar que se pueden formar hongos y bacterias que sean perjudiciales para la salud, e incluso que los otros microorganismos que habitan en la nevera afecten al alimento en cuestión.

Sin lugar a dudas, el mayor riesgo se encuentra en la reproducción de la bacteria Clostridium botulinum, causante del botulismo. Y, por último, cabe señalar que los componentes de la propia lata pueden contaminar el alimento que hay en su interior.

Las latas tradicionales pueden desprender partículas metálicas por la oxidación que se produce una vez las abrimos y entrar en contacto con el aire. En aquellas latas que tienen en su interior un recubrimiento de plástico, el riesgo radica en el bisfenol A (BPA).

Entonces, ¿qué es lo que debemos hacer si abrimos una lata de atún y nos sobra algo de contenido? La solución es tan sencilla como cambiar el contenido a un recipiente de cristal o de plástico con cierre hermético, tal y como recomienda la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).

En ese mismo recipiente, además del alimento, también tenemos que guardar el líquido original para mantener el sabor y las propiedades.


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