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Las mejores frases de Antonio Gala

Dramaturgo y poeta, el escritor español Antonio Gala destaca dentro de la literatura española del siglo XX e inicios del siglo XXI.

Es un escritor culto que destacó por ser licenciado en económicas, filosofía y letras, ciencias políticas y derecho. Se le conoce por sus entrevistas en televisión. Vemos más de él con las mejores frases de Antonio Gala.

El escritor, muchas veces, es como un caballo de carreras que ha perdido su jinete y ya no sabe por qué está corriendo ni dónde está la meta y, sin embargo, se le exige seguir corriendo aunque no sepa ni hacia dónde ni por qué razón.

La dictadura se presenta acorazada porque ha de vencer. La democracia se presenta desnuda porque ha de convencer.

El amor es la poesía de los sentidos. Pero hay poesías malísimas…

El amor perfecto es una amistad con momentos eróticos.

El dolor es más fuerte entre los más fuertes. Como el cáncer.

Los privilegiados arriesgarán siempre su completa destrucción antes que ceder una mínima parte de sus privilegios.

Los buenos gobiernos se conocen cuando lo que hacen vale más que lo que sus opositores dicen.

Y de repente busca una boca nuestra boca, y unas manos oprimen nuestras manos y hay una amorosa voz que nos dice: Despierta. Estoy yo aquí. Levántate. Y vivimos.

Mi autobiografía… Tenía que haberla empezado hace poco, pero no la he empezado. Se iba a titular Autorretrato con paisaje al fondo, pero al final se va a llamar, No os mováis, conozco la salida.

He sido vulnerable. He sido fácil de herir. He sido fácil, y frágil. He sentido como muy hondas heridas que para otros hubieran pasado inadvertidas.

Mundialmente no se reconocen nada más que las guerras, los odios… no la hermosura.

Vivid no de acuerdo con los ideales recibidos, sino con vuestras aspiraciones, con vuestra intuición más vehemente.

Si, pienso en abstracto, eso es algo que me quita literalmente el sueño, a pesar de las pastillas que tomo.

Voy a hacerte feliz. Sufrirás tanto que le pondrás mi nombre a la tristeza. Mal contrastada, en tu balanza empieza la caricia a valer menos que el llanto.

Bebió en tu boca el tiempo enamorado y la cuajó con besos de paloma. Casto tu cuello, sobre el oro asoma tan sólo por el oro acariciado.

 


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