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Las mentiras disfrazadas del ‘youtuber’ Dalas: así ha evolucionado el negacionismo del cambio climático


Las incontestables evidencias científicas que sitúan al ser humano como el responsable del calentamiento global han anulado los falsos argumentos de los negacionistas del cambio climático. Pero no han acabado con su mensaje de distorsión. Si antes mentían para defender que la emergencia climática era un invento, ahora han elaborado un discurso basado en medias verdades con el que intentan convencer de que nadie puede hacer nada por evitar el aumento de las temperaturas. Tatiana Nuño, responsable del área de cambio climático de Greenpeace, lo corrobora: “Se ha modificado la llamada a la inacción desde el negacionismo al derrotismo”.

El youtuber Dalas, pseudónimo de Daniel Santomé Lemus (28 años), con más de 10 millones de seguidores en su canal Dalas Review, es el más reciente exponente de este nuevo giro de tuerca de la desinformación sobre el clima. El pasado 28 de septiembre publicó el vídeo La verdad sobre el cambio climático: Te MINTIERON en la escuela, un relato en el que mezcla datos correctos con argumentos torticeros y comparaciones imposibles, donde defiende que es inviable luchar de forma individual contra la crisis climática.

El argumento “hagas lo que hagas no vas a poder hacer nada” no es exclusivo de Dalas. Se pueden encontrar otros ejemplos en redes, como el del tuitero anónimo Shine McShine (más de 113.000 seguidores), que al igual que Dalas se desmarca del negacionismo pero afirma: “Cambiar tus hábitos de vida para hacerlos más sostenibles no servirá de nada para frenar la crisis climática”. Emplea un dato cierto, que solo un 4% de las emisiones se pueden reducir con cambios de hábitos individuales, según el informe Emisiones netas cero en 2050 de la Agencia Internacional de Energía, pero obvia que otro 55% depende de opciones vinculadas al consumidor. También Greenpeace ha detectado que los artículos que ellos mismos publican en internet reciben comentarios fatalistas.

Son razonamientos simples pero efectivos: es imposible renunciar al modelo socioeconómico impuesto por la industria —”formas parte de ella, por ejemplo, ahora mismo que estás viendo este vídeo de YouTube o TikTok”, afirma Dalas—, los gobiernos son los únicos que pueden resolver el problema y las ONG ecologistas “intentan robar” el dinero de los ciudadanos haciéndoles sentir culpables del cambio climático, una acusación que Dalas reitera sin pruebas. Su influencia queda patente con el impacto del vídeo, que acumula más de 740.000 visitas y más de 100.000 “me gusta” en un mes.

Carme Colomina, experta en desinformación y políticas globales e investigadora del CIDOB (Barcelona Center for International Affairs), explica: “Cuando el negacionismo entra en colisión con los hechos, se busca otra aproximación: el descrédito del movimiento ecologista”, como el intento de ridiculizar a la activista sueca Greta Thunberg, “y la promoción de la alienación del individuo”. El discurso de Dalas, que crea “un conflicto entre el buen y voluntarioso individuo frente a las élites corruptas”, es una narrativa clásica del populismo, añade Colomina. Y un ejemplo de la evolución de la desinformación: “Los contenidos desinformativos no se fabrican ya a partir de una mentira, sino que se empaquetan en medias verdades, donde se incluyen datos veraces, pero analizados o interrelacionados de manera que crean confusión”. El propio Dalas deja claro en el primer minuto de su discurso que su vídeo “va a estar lleno de fuentes” para otorgarse a sí mismo un halo de credibilidad.

Estos son algunos de los ejemplos más llamativos con los que Dalas desinforma a partir de mentiras disfrazadas de medias verdades:

“Si tú dejases de emitir el 100% de las emisiones durante toda tu vida (…) eso contribuiría en un segundo menos del total que emite cada segundo la industria”

Dalas Review

Dalas repite hasta en 15 ocasiones que los gestos individuales no sirven para frenar el cambio climático. No miente porque las acciones de una sola persona resultan insignificantes frente a los millones de toneladas de gases contaminantes emitidos cada año —aunque este diario no ha encontrado el dato de un “segundo” en ninguna de las fuentes que cita—. Sin embargo, el argumento es tramposo y fatalista: se basa en el convencimiento de que “la gente no va a cambiar” y enfrenta los actos de un solo ciudadano con los que podrían realizar los 7.700 millones que habitan la Tierra.

Según el informe Emisiones netas cero en 2050, elaborado por la Agencia Internacional de Energía, “el apoyo sostenido y la participación de los ciudadanos” es crucial para la reducción de emisiones. De acuerdo con sus cálculos, “alrededor del 55% de las reducciones acumuladas” hasta 2050 están vinculadas a opciones del consumidor como “comprar un vehículo eléctrico, modernizar una casa con tecnologías de eficiencia energética o instalar una bomba de calor”. Otro 4% depende de cambios de hábitos como sustituir los viajes en automóvil por caminar, andar en bicicleta o usar el transporte público.

Pero además de modificar las pautas de consumo o movilidad, Tatiana Nuño, activista de Greenpeace, considera que la presión social es clave para “exigir a los gobiernos y a las empresas el fin del uso de combustibles fósiles”, afirma en conversación telefónica con EL PAÍS a bordo del barco Esperanza, donde un día antes había participado en una acción para impedir la entrada de un buque cargado de gas al puerto de Sagunto (Valencia).

Los datos avalan, además, que una población cada vez más transversal está preocupada por el clima. La mayor encuesta mundial sobre la emergencia climática realizada hasta el momento, elaborada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en colaboración con la Universidad de Oxford, desveló el pasado enero que la mayoría de la población está preocupada por la crisis climática y muestra su apoyo a las políticas contra la deforestación y de impulso de las energías renovables. En total, fueron entrevistadas 1,22 millones de personas de 50 países en los que vive el 56% de la población mundial.

“El arroz contribuye a un 1,3% de las emisiones anuales; los aviones, a un 1,9%”

Dalas Review

Los datos que ofrece Dalas son verdaderos, pero no comparables. La misma fuente que el youtuber utiliza para lanzar esta afirmación explica que para calcular lo que genera la aviación se contabilizan algunas de las emisiones, pero no todas, como las que se expulsan en la fabricación de las aeronaves. Anne Mottet y Henning Steinfeld, analistas de la FAO, la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura, llegan a la conclusión en un artículo publicado en Reuters de que no existe una estimación de cuántas emisiones supone el ciclo total del transporte, incluyendo no solo los desplazamientos sino también la fabricación. Sin embargo, en el caso del cultivo de arroz, sí se contabiliza lo emitido durante todo el proceso. Además, la misma fuente hace hincapié en que el arroz representa alrededor de una quinta parte del suministro mundial de calorías y es un cultivo básico para la alimentación de miles de millones de personas en todo el mundo.

“Y algunos diréis: es que hay que volver a la naturaleza, hay que volver a nuestras raíces. Volver a nuestras raíces significa tener una esperanza de vida de máximo 30 años, porque la gente no aguantaría ni siquiera una infección”

Dalas Review

En esta parte, una vez más, Dalas plantea a sus seguidores un panorama utópico a la vez que tremendista: el de volver a vivir de manera primitiva para evitar todo tipo de emisiones. Para persuadir de que cualquier gesto individual a favor del cambio climático puede ser perjudicial para uno mismo, el youtuber dice, hasta en dos ocasiones, que con esa vuelta a la naturaleza la esperanza de vida caería hasta los 30 años. En la lista de fuentes que ofrece en la descripción del vídeo hay datos sobre esperanza de vida a lo largo de la historia y estos desvelan que habría que volver a las condiciones de vida de 1770 para morir antes de la treintena.

“¿Cómo cambias las tecnologías actuales por otras que son más caras y que proporcionan muchos menos recursos, como por ejemplo, la energía eólica o la solar?”

Dalas review

La producción de energía eólica y solar ha sido en el pasado más cara que la obtenida mediante combustibles fósiles, pero los costes han caído en picado en los últimos años. El propio informe del IRENA (International Renewable Energy Agency), que aparece en las fuentes del vídeo de Dalas, así lo subraya: los costos de la electricidad renovable se han reducido drásticamente en la última década y el 56% del total de la capacidad de generación de esta energía a escala de servicio público puesta en marcha en 2019 registró costos más bajos que los de la opción más barata a base de combustibles fósiles.

La pregunta que plantea Dalas no es retórica: sí se pueden sustituir los combustibles fósiles por energías renovables, según afirma desde Greenpeace Tatiana Nuño. España ha vuelto a situarse entre los países que más renovables están implantando. En 2020 el 44% de la electricidad consumida fue de origen renovable, la potencia fotovoltaica creció casi un 30% respecto al año anterior y la eólica aumentó un 5,3%.

“A pesar de que ha muerto más gente instalando molinos eólicos en los últimos años que gente por problemas con centrales nucleares… aun así hay gente que se manifiesta en contra de las centrales nucleares”

Dalas Review

Dalas no ofrece ninguna fuente para apoyar esta afirmación, donde la única verdad es que esporádicamente sigue habiendo manifestaciones en contra de la energía nuclear. A nivel mundial, tanto la energía nuclear como la eólica tienen tasas muy bajas y similares —e incluso la nuclear se encuentra ligeramente por encima— de mortalidad por accidentes y contaminación, según las cifras ofrecidas por Our World in Data, una publicación digital producida por la Universidad de Oxford. La Asociación Empresarial Eólica difunde anualmente el informe de siniestralidad del sector y en la última edición, la de 2020, mantiene que “el eólico sigue siendo líder en baja siniestralidad, más aún si se compara con otros sectores como la industria o la construcción”.

“El Amazonas no es el pulmón del mundo, es un banco enorme de CO₂”

Dalas Review

Dalas utiliza nuevamente datos correctos que hila de forma tergiversada. Sí es cierto que el Amazonas es “un banco enorme de CO₂″, en la medida en que almacena 100.000 millones de toneladas, según la Universidad del Estado de Oregon (EE UU). Pero el hecho de que los árboles acumulen CO₂ al absorberlo contribuye a frenar el cambio climático, lejos de ser perjudicial para el planeta. Según un estudio publicado en la revista de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (PNAS), la Amazonía emitió más carbono del que pudo absorber entre 2003 y 2016, pero no, como sugiere Dalas, porque los árboles sean un banco de CO₂, sino como consecuencia de la deforestación y la degradación vinculada a la tala indiscriminada, algo que precisamente el ser humano sí puede frenar.

Por otro lado, la importancia del Amazonas no está ligada únicamente al oxígeno que brinda al planeta, tal y como plantea el youtuber: esta selva tiene un papel fundamental en la regulación de los ciclos del agua, del carbono y como cobijo de uno de los ecosistemas con más biodiversidad del mundo.

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