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Las misteriosas muertes de miles de crías de lobos marinos en el sur de África

A finales de cada año, los lobos marinos de El Cabo dan con puntualidad la bienvenida a sus nuevas crías para asegurar el relevo generacional de las colonias del sur de África. Este 2020, sin embargo, las playas de Namibia se están llenando de crías abortadas que tienen preocupados a los científicos.

Las alarmas están sonando, en concreto, en la zona de la localidad namibia de Walvis Bay, en la colonia de 50.000 ejemplares que habita la península de Pelican Point. Solo en esa área los miembros de las organizaciones Ocean Conservation Namibia y Namibia Dolphin Project calculan que se han producido ya “miles” de abortos y muertes de crías prematuras. Sus cadáveres plagan la arena de la playa, a la espera de que las mareas o los chacales los hagan desaparecer, y el gran temor es que el fenómeno que está matando a los bebés de Pelican Point se extienda a otros lugares —o ya esté presente—, en un momento en el que los desplazamientos y las investigaciones científicas se han vuelto muy complicados por culpa de la pandemia de COVID-19.

Por esas dinámicas, en este momento “es muy difícil decir con seguridad el número” de muertes, según indicó Tess Gridley, codirectora de Namibia Dolphin Project, pero las estimaciones hasta la fecha apuntan a unas 5.000 solo en Pelican Point y el motivo, de momento, es una incógnita. “Estamos siendo muy cautelosos en hablar de factores causales concretos. Hay muchas razones por las que puede haber un incidente de abortos”, señaló Gridley, enumerando posibles ejemplos como la presencia de alguna una bacteria, contaminación, malnutrición o una combinación de distintos factores.

Los lobos marinos surafricanos o lobos de El Cabo (Arctocephalus pusillus pusillus) son mamíferos muy similares a las focas, de las que se diferencian por rasgos como la presencia de pequeñas orejas. Recostados perezosamente sobre la arena cuando están en tierra pero capaces de sumergirse hasta 200 metros en el agua para buscar comida, se estima que en las costas atlánticas desde Sudáfrica hasta Angola habitan unos 1,7 millones de ejemplares. No tienen, por tanto, grandes riesgos de conservación más allá de la presencia de pesca para garantizar su alimentación. En Namibia, en concreto, son un gran activo natural y turístico de las extensas playas en las que la arena mojada se convierte en desierto en apenas unos cientos de metros.

Al igual que puede pasar con los humanos, si las madres de estos mamíferos marinos atraviesan algún problema de salud o, por ejemplo, si una mala alimentación reduce sus niveles de grasa corporal necesaria para sobrevivir, esos inconvenientes pueden llevar a la interrupción de sus embarazos. Como la especie adopta, según describió Gridley, una “estrategia” de apareamiento estacional con “nacimiento simultáneo” de las crías a finales de cada año, es posible que todas las hembras embarazadas de una misma colonia o zona se puedan ver afectadas por “una misma condición” o un mismo “agente” detona abortos masivos. Ya hubo, de hecho, un fenómeno así en 1994 en el que 10.000 ejemplares murieron y 15.000 fetos fueron abortados debido a problemas de inanición por la falta de pescado y por infección indirecta por una bacteria.

“Actualmente lo que estamos tratando de conseguir son muestras de crías muertas, particularmente de las recién muertas, algo que suena muy mal, pero que es necesario para tener análisis realmente detallados”, apunta Gridley. Esas muestras deben hacerse llegar a laboratorios de Pretoria, la capital de la vecina Sudáfrica, lo que implica altos costes de difícil financiación y para los que Ocean Conservation Namibia y Namibia Dolphin Project están recaudando donaciones.

El siguiente paso será, además, obtener muestras de ejemplares adultos para comprobar qué problema está atacando a las hembras, ya que en las costas namibias también se han visto unos 350 ejemplares ya crecidos muertos sin explicación aparente. El problema comenzó a detectarse en agosto pasado, cuando Naudé Dreyer, cofundador de Naudé Dreyer, comenzó a divisar un número inusual de abortos y crías prematuras muertas en las playas de Pelican Point.

El fenómeno no ha dejado de crecer desde entonces, justo en coincidencia con los meses finales de los embarazos de los lobos marinos.”Un cierto número de muertes en las colonias es parte normal y esperable del ciclo de las vidas de los lobos marinos. Lo que es preocupante aquí es el alto número de abortos y el momento sincronizado”, señaló Dreyer en un comunicado sobre el problema.”El impacto de esta desaparición en la colonia de Pelican Point, y posiblemente más lejos, puede notarse durante años”, advirtió.


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