No hubo sorpresas ayer en la sede de UGT Madrid. Mientras Luis Miguel López Reillo, el histórico y anterior secretario general, se dedicaba a algo tan mundano como acudir a una consulta médica, Marina Prieto, de 44 años, se entronizaba en su lugar con una mayoría aplastante: el 91,6% de los 205 delegados sindicales respaldaron la figura de la primera mujer en llegar a un puesto de secretaria general en su sindicato. Influyó, eso sí, que era la única candidata. También porque desde el primer momento ha habido una consigna clara: se necesitaba unidad. Y no era para menos. López Reillo, que se enfrentaba a su segundo mandato, dimitió en diciembre tras presentarse ante la Policía para denunciar una presunta trama de corrupción entre sus filas. Así que tras el relevo, forzado por las circunstancias, Prieto sigue los pasos de su homóloga en CC OO, Paloma López, que en junio pasado también llegó al puesto de máxima responsabilidad con ese añadido extra de ser la primera mujer en coger esos mandos. Las dos prometen más cercanía con los trabajadores, más transparencia y mucha unidad.
Aunque el deporte favorito de Prieto sea el pádel, este partido lo ha jugado sin rival. Y eso que a ella le gusta salir siempre “a ganar cada punto”, porque le motiva “la competitividad”. La primera parte de este partido, sin embargo, lo tenía ganado antes de empezar. Se encontraba cómoda en su puesto de vicesecretaria general y secretaria de Igualdad y Derechos Sociales de la Federación Estatal de Servicios, Movilidad y Consumo de UGT hasta que el secretario general, Pepe Álvarez, y el secretario de FeSMC-UGT, Antonio Oviedo, la llamaron a filas. Necesitaban a alguien como ella y Prieto no se lo pensó mucho. Más bien nada. “Cuando te llaman, tienes que estar”, explica. Por eso, se lanzó a la piscina y tomó una primera decisión que considera clave: de los 12 cargos de la antigua ejecutiva, pasará a ocho. “Es una manera de que se tomen decisiones ágiles y rápidas. Creo que hay que pivotar sobre esa estrategia que impulse al cambio”.
En eso está de acuerdo con López, de CC OO. Ambas observan una desafección en la ciudadanía y ambas creen que las políticas de la Comunidad de Madrid no hacen más que recortar derechos. El hecho de que la presidenta Isabel Díaz Ayuso arrasara en las elecciones el pasado 4 de mayo deja claro, según cuenta ahora Prieto: “Igual hemos cometido un error de comunicación”. “Pero es que no puede ser que el Gobierno hable de que Madrid es la región de la libertad cuando el 22% de sus ciudadanos está en riesgo de exclusión social. La libertad es otra cosa, no tener que elegir si pagar las facturas o llenar la nevera”, reivindica.
Otra cosa no, pero lo de ser peleona lo lleva ya en la sangre y lo lleva en la historia personal, la que ha vivido porque le ha tocado. Madre de un adolescente de 18 años con autismo, fundó la asociación ProTGD, una entidad de iniciativa social encaminada a garantizar la calidad de vida y el bienestar de las personas con autismo y sus familias en la región madrileña. “Hay que luchar para que estas personas no sean ciudadanos de segunda y no vivan de políticas caritativas”, reclama. Algo que, insiste, se consigue sin la segregación y con la igualdad de oportunidades, las mismas por las que ha estado luchando también entre hombres y mujeres.
“Hay que despertar del letargo a la gente, que vean que el sindicato puede ser el motor del cambio”, pide Prieto, que promete mucho trabajo y mucha dedicación en su nuevo cometido.
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UGT nació en 1977 y en la actualidad tiene 111.000 afiliados en Madrid, de los cuales el 55% son hombres y el 45% mujeres, un dato que, sin embargo, cada vez se está equilibrando más en los últimos años, según fuentes internas del sindicato, pues cada vez son más mujeres las que deciden darse de alta.
Mientras la trama de corrupción todavía está en fase de investigación por, supuestamente, haberse desviado fondos del Fondo de Garantía Social (Fogasa) que podrían superar el millón de euros, López Reillo prefiere no hacer comentarios ante la prensa. Prieto coge en este contexto la batuta con ese temporal por despejar y con la segunda parte del partido por jugar. La de recuperar a la gente y la de convencer de que “el cambio se consigue desde la lucha”.
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