Las oportunidades que la educación en línea brinda hoy a millones de estudiantes en Iberoamérica


A Luis Dorado ya no le quedan marcas en la cara de las mascarillas y la pantalla que ha llevado hasta 24 horas seguidas durante los momentos más duros de la pandemia. Tampoco en los codos de los largos ratos que ha pasado estudiando, cuando sus dos hijos y su trabajo se lo permitían, para obtener el título de maestría, como le dicen en Ecuador, en Prevención de Riesgos Laborales.

En mayo, en plena crisis del coronavirus, Dorado entregó su trabajo final de máster (TFM) dedicado precisamente a los riesgos biológicos a los que se expone el personal de un hospital. “Pude aplicar en mi oficio los conocimientos que había adquirido en la maestría”, recuerda este médico de 29 años del hospital Monte Sinaí de la ciudad ecuatoriana de Guayaquil.

Hace una década, Dorado viajó al país andino desde su Colombia natal para estudiar Medicina. “Aquí había más oportunidades”, confiesa. Con escasos recursos económicos —alguna noche tuvo que elegir entre cenar o comprar una vela para seguir estudiando cuando había un apagón— logró terminar la carrera y encontrar trabajo en el hospital, también formó una familia.

Pese a sus obligaciones, Dorado no se conformó y se propuso ampliar sus estudios. Se decantó por una universidad en línea de origen español con presencia en Latinoamérica, la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). “La elegí porque me daba la flexibilidad que necesitaba con hijos y un trabajo muy exigente. Además, es un título que me sirve en España”, reconoce. Ahora ejerce como responsable de vigilancia epidemiológica del hospital gracias a los conocimientos que adquirió en el máster y ha sido reconocido por el Gobierno Nacional del Ecuador por su labor en primera línea de batalla durante la pandemia.

Desde 2010 la educación en línea en América Latina ha crecido un 73%, mientras que la presencial solo lo ha hecho un 27%. Aquel año, en torno a 2,5 millones de los 21 millones de universitarios estudiaban a distancia, lo que suponía el 11,7%. En 2017, alcanzó el 15,3% hasta llegar a los 4,3 millones de alumnos, según datos de la UNESCO y la Fundación Carolina. Brasil es el país con mayor penetración de este tipo de educación, seguido de Colombia y México.

El número de estudiantes universitarios en la región se doblará en 20 años, según una proyección del Grupo de Estudios Población y Sociedad. Se prevé que pase de los 30,4 millones actuales a 65,6 millones. Aunque la pandemia rebajará la cifra del pronóstico, sigue siendo una oportunidad para la expansión en la universidad en Internet, cree Francisco Cervantes, rector de UNIR México, uno de los tres centros que la universidad española tiene en América Latina, donde, además, colabora con otras siete instituciones de educación superior de ambos lados del Atlántico. “La universidad tradicional está haciendo esfuerzos para asimilar el número ascendente de alumnos y ahí es donde entra en juego las universidades en línea, que potencian esa capacidad de absorción”, explica.

La educación en línea es inclusiva

La educación digital es también una herramienta muy útil para colectivos que por diversas razones no pueden acudir a la universidad presencial. Entre ellos están los habitantes de poblaciones rurales alejadas de los centros educativos y las personas con algún tipo de discapacidad que les impide desplazarse o seguir el ritmo de una clase tradicional. También para aquellos que disponen de menos recursos.

Según datos de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), que cuenta con 29.000 estudiantes en América Latina, el 68% de sus graduados en esa región mejoraron sus condiciones laborales tras acabar sus estudios a distancia: lograron un aumento salarial (el 61%), un ascenso (40%) o cambiaron a un trabajo con mejores condiciones (36%).

“Es más accesible para economías más reducidas, como muchas que tenemos aquí en América Latina, y concretamente en Ecuador”, afirma Rosalía Arteaga, expresidenta de Ecuador, que actualmente preside la Fundación para la Integración y Desarrollo de América Latina (FIDAL), un organismo no gubernamental para el progreso de la educación. El estudiante en la presencial tiene que marcharse de su entorno, buscar dónde vivir lejos de la familia, lo que implica, además, gastos mayores. La universidad a distancia viene a llenar un vacío muy grande”.

Las personas con discapacidad encuentran en la educación en línea un modelo que se adapta a sus necesidades. “Hay herramientas que permiten a un estudiante con déficit visual escuchar las lecciones. Ya no deben concentrar su aprendizaje en las horas de clases presenciales, pueden avanzar a su propio ritmo”, explica Francisco Cervantes, de UNIR México, universidad que dispone de un servicio de apoyo que adapta los materiales y los exámenes a las necesidades particulares del estudiante.

Pero la educación a distancia, destaca Cervantes, ofrece otras ventajas como el intercambio cultural, tan importante en un mundo globalizado. “Los estudiantes comparten clases con alumnos que están en Estados Unidos, Portugal, Italia, Alemania, México o Perú y con docentes de diferentes países, lo que enriquece la experiencia”, afirma el rector de UNIR México y exrector de la Universidad Abierta y a Distancia de México.

Hoy, un estudiante en América Latina puede matricularse en universidades de cualquier lugar del mundo, ya que la enseñanza a distancia digital no requiere de visados. Lo que deben tener en cuenta es que, si quieren ejercer en su país la profesión para la que estudian en una universidad extranjera, deben buscar titulaciones que también sean reconocidas en el país de origen.

Mucho camino por recorrer

La expansión de la educación en línea en América Latina y Caribe se topa con el uso que se da a Internet en gran parte de los hogares de la región, que se limita a las herramientas de comunicación y las redes sociales. La utilización de aplicaciones de salud, de educación, de finanzas y las operaciones de comercio electrónico es bajo. Lo demuestra el índice de resiliencia digital del hogar, que se calcula a partir del empleo de este tipo de apps en la vida cotidiana. En la región tiene un promedio de 30,70 sobre 100, mientras que en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) es de 53,78, de acuerdo con el Observatorio del Ecosistema Digital del Banco de Desarrollo de América Latina CAF.

“La cobertura de las telecomunicaciones en algunas zonas de México es casi nula”, afirma Cervantes. Por eso, el experto alaba las medidas que están tomando los gobiernos de diversas poblaciones para convertir el acceso a Internet en un derecho ciudadano. Ciudad de México ofrece wifi gratuito en varias partes de la capital.


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