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Las penurias financieras de Rooney en el Derby County


Los números rojos del Barça que precipitaron la salida de Messi han supuesto un terremoto en el mundo del fútbol que ha copado la atención de todos, pero en el centro de Inglaterra, el Derby County, equipo dirigido por Wayne Rooney, se enfrenta a su propia tormenta financiera. Los malabares económicos del dueño, un empresario de la zona llamado Mel Morris que adquirió el club en 2015, fueron castigados por la Premier League la temporada pasada con una multa de 117.500 euros y un embargo para hacer nuevos fichajes hasta que se aclaren las cuentas. Ahora, con la liga comenzada y dos semanas de mercado restantes, el entrenador lucha por encontrar alguna rendija en las restricciones para reforzar su precaria plantilla con miras a una temporada en la que el objetivo es solamente sobrevivir.

Hace apenas unos años el Derby era un equipo que luchaba por ascender a la Premier, sin embargo, la tormenta perfecta de fracasos deportivos y el impacto económico de la pandemia destrozaron las previsiones financieras del club y las deudas crecieron de manera incontrolable. La liga tomó acciones contra el club hace unos meses por no haber presentado sus cuentas correctamente, impagos de impuestos e irregularidades en la tasación de sus jugadores.

Para mediados de julio el equipo de Rooney apenas tenía nueve jugadores de campo disponibles, y apeló. Entonces la liga le dio permiso al club para inscribir a futbolistas que estuviesen sin equipo con contratos de un máximo de seis meses; pero solamente hasta cumplir con el mínimo de 23 profesionales. Bajo el reglamento el club ya los tenía porque el año anterior había tenido que jugar un partido de copa con canteranos por un brote de covid en el primer equipo. Habiendo participado en ese encuentro los jóvenes fueron calificados como “profesionales” y, de nuevo, el Derby no podía reforzar la plantilla, ni siquiera con más jugadores del filial. Finalmente, a raíz de una serie de lesiones se le permitido inscribir algunos más -entre ellos el veterano central Phil Jagielka y el excanterano del Manchester United, Ravel Morrison-, pero la crisis está lejos de estar resuelta. El club debe entregar sus cuentas del 2015 al 2018 de nuevo la próxima semana -tras una extensión de una semana en el plazo- y otra multa, tal vez mortal, es posible si superan el déficit de millones de libras permitido.

No es una situación usual para el Derby, equipo histórico, fundador en 1888 de la liga inglesa y desde entonces solo ha pasado cuatro temporadas por debajo de las dos primeras divisiones. Hace dos años, bajo el mando de Frank Lampard, perdieron ante el Aston Villa la final de los play-offs y con ello la oportunidad de volver a la Premier. Lampard se fue, y con él jugadores como Fikayo Tomori, ahora central indiscutible del AC Milan, y Mason Mount, campeón de Champions con el Chelsea y finalista de Eurocopa con Inglaterra, ambos cedidos por los blues. Aquel fue el comienzo de la debacle.

La siguiente temporada, interrumpida por la pandemia, terminaron décimos. Incumplida otra vez la meta de la Premier un reajuste era necesario. Morris había apostado todo al ascenso, que en Inglaterra supone una inyección inmediata de decenas de millones de libras, más que el presupuesto entero de muchos equipos de Championship. Pero además del fracaso deportivo se sumaron unos ingresos arrasados por la falta de público en Pride Park, su estadio, y el ojo regulador de la liga se posó firmemente sobre el club.

En octubre de 2020 Morris anunció que buscaba vender el club, ahogado en deudas. Al mes siguiente el entrenador, Phillip Cocu, fue destituido con su equipo en los últimos puestos de la liga, tras apenas haberse reforzado para la nueva campaña. Incapaz de contratar a nadie, la directiva del Derby nombró al delantero Rooney como entrenador.

El resto de la temporada el Derby lo pasó coqueteando con el descenso. Mientras, se cerraron y esfumaron dos acuerdos de venta, uno con un jeque de Abu Dhabi, otro con un empresario español llamado Erik Alonso, por falta de claridad en los fondos de los compradores. Al mismo tiempo, la situación financiera empeoraba mes a mes, incluso se llegó a reportar que en enero y febrero habían fallado en los pagos a jugadores y trabajadores, aunque el club lo ha negado en varias ocasiones.

En primavera, con apenas unas fechas por jugarse, la situación llegó a su punto de máxima tensión. Una auditoría de la liga sobre las cuentas del club encontró irregularidades en la tasación de los jugadores e impuso al club una multa de 117.000 euros. Además, se salvaron de una deducción de puntos adicional que los hubiera condenado al descenso -apenas aseguraron la categoría en la última fecha de la temporada pasada con un empate a 3 contra el Sheffield Wednesday-.

En este momento Rooney y sus jugadores llevan un empate y una derrota en liga, además de una victoria por penaltis en la primera ronda de la Copa Carabao, pero el entrenador mantiene la cabeza erguida. Pese al enorme reto que supone, no concibe tirar la toalla. “Soy un luchador. Es un reto, claro, pero es una experiencia que nunca pensé que iba a tener que enfrentar. Seguiré trabajando para preparar al equipo y traer un poco de orgullo de vuelta al club”, dijo antes de la victoria de copa. Sin embargo, tal vez, al final de mes el máximo goleador de la selección inglesa no será tan optimista.

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