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Las poderosas alianzas que explican la influencia internacional de Marruecos

El vicepresidente Pablo Iglesias, este domingo, en el acto de aniversario de la Constitución.SANTI BURGOS / EL PAÍS

El vicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias no viajará finalmente con el presidente Pedro Sánchez a Marruecos para la reunión de alto nivel del 17 de diciembre. En principio, estaba previsto que el líder de Unidas Podemos estuviera en este delicado viaje, después de su defensa del referéndum en el Sáhara Occidental, pero en el último momento el Gobierno ha cambiado el criterio y solo irán los ministros que tienen un MoU (Memorandum Of Understanding, memorando de entendimiento, un acuerdo concreto) que cerrar con sus homólogos. Por eso, al contrario que en las reuniones similares con Italia y con Portugal, no estará Iglesias.

Tampoco lo hará la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, que había participado en las otras dos cumbres, ni Carmen Calvo, algo más habitual. La única vicepresidenta que acudirá será Teresa Ribera, que sí tiene un MoU para cerrar. La única ministra de Unidas Podemos que se sumará será Yolanda Díaz, responsable de Trabajo, un asunto muy sensible con Marruecos y en el que sí hay acuerdos importantes por cerrar.

Iglesias provocó una importante tensión con Marruecos con un tuit en el que recordó la resolución de la ONU a favor del referéndum en el Sáhara Occidental. Sin embargo, el Gobierno ha insistido en público en que Marruecos no ha trasladado ninguna queja formal. La Moncloa no explica oficialmente el cambio de criterio, aunque fuentes del Gobierno señalan que la cumbre no puede ser como las recientes de Italia o Portugal, donde participaron una veintena de ministros de ambos países ―con Iglesias en la delegación― porque Marruecos, al contrario que Portugal o Mallorca, sede de las otras citas, tiene las fronteras completamente cerradas y vive un momento de máxima tensión con la covid-19. Para Iglesias en cualquier caso era un viaje muy incómodo. Si hacía cualquier gesto que incomodara a Marruecos, podía generar una crisis diplomática. Y si no decía nada sobre el Sáhara, sería muy criticado en sectores progresistas muy vinculados al movimiento saharaui. Su presencia era delicada para todos, así que finalmente Sánchez ha decidido sacarlo de la convocatoria. El Gobierno no aclara si ha sido Marruecos quien ha pedido que no fuera o directamente La Moncloa quien lo ha decidido por prudencia. Lo que sí insisten fuentes del Ejecutivo es que la semana pasada la presencia de Iglesias estaba prevista, y en el último momento se ha cambiado el criterio.

En declaraciones a la cadena SER, la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, ha justificado este martes la ausencia de Pablo Iglesias en la bilateral con Marruecos asegurando que “no se trata de personas, se trata de agenda”. Según la ministra, la situación sanitaria del país vecino, con las fronteras cerradas a causa de la covid, ha aconsejado reducir el tamaño de la delegación española y “se han priorizado” aquellos temas en los que hay acuerdos con Rabat para “tener una cumbre con un resultado concreto”. Preguntada por si la ausencia del vicepresidente segundo tiene que ver con sus pronunciamientos sobre el conflicto del Sahara Occidental, ha respondido que “absolutamente no, porque la postura es la postura de España”. “No ha cambiado que yo sepa en los últimos 20 años”, ha defendido. Laya ha añadido que Iglesias “ha expresado de manera muy clara que son las resoluciones de Naciones Unidas las que cuentan”. “Me parece que está bastante claro. Por lo menos, está bastante claro para Marruecos que es lo importante”, ha concluido.

El Gobierno no tiene aún cerrado un encuentro entre Sánchez y el rey Mohamed VI, que solo se acordará en el último momento, algo habitual con un monarca impredecible. El Ejecutivo insiste en que las relaciones con Marruecos atraviesan un muy buen momento y aseguran que el régimen está colaborando con España para frenar la inmigración irregular a Canarias. Sin embargo, siguen llegando pateras a las costas de las islas, y el problema no se ha resuelto pese a las múltiples gestiones al máximo nivel. La cita tiene un contenido sobre todo económico, pero la crisis migratoria estará encima de la mesa de los dos Gobiernos.

Las relaciones entre España y Marruecos vienen estrechándose desde que Rabat desencadenó la crisis de la isla de Perejil en 2002. España es desde 2012 el primer socio comercial de Rabat. Y Marruecos es el primer cliente de España fuera de la Unión Europea, detrás de Estados Unidos. Los marroquíes integran el mayor grupo de ciudadanos extranjeros residentes en España, con casi un millón de personas, si se tienen en cuenta las dobles nacionalidades. En Marruecos se encuentra la red más amplia del Instituto Cervantes.

Hay dos conexiones submarinas que unen las redes eléctricas de ambos países. Y durante la visita de Estado que rindieron en Rabat los Reyes de España se firmó un Memorando de Entendimiento (MoU, por sus siglas en inglés) para instalar un tercer cable. Como en todos los memorandos de entendimiento, no hay ningún compromiso jurídico que comprometa a cualquiera de las dos partes, pero los directivos que firmaron el acuerdo en su día estiman que en cinco años el tercer cable será una realidad.

Los turistas españoles son los más numerosos en Marruecos, solo por detrás de los franceses. Al mismo tiempo, en 2018 viajaron a España 900.000 turistas marroquíes, frente a los 700.000 españoles que llegaron a Marruecos. Antes de 2018 solían cruzar el Estrecho unas 5.000 temporeras marroquíes para trabajar en la recogida de la fresa. Desde hace dos años las trabajadoras de la fresa han aumentado hasta 15.000 al año. En 1988 se firmó un acuerdo pesquero entre la Unión Europea y Marruecos que se viene prorrogando desde entonces. La última prórroga se acordó el año pasado, será válida hasta 2023 y afecta a unos treinta barcos españoles.

Respecto a la cooperación antiterrorista la información suele ser muy fluida. Pero en materia de emigración irregular, siempre han habido altibajos. De vez en cuando, las afluencias desde las costas marroquíes se incrementan. España reclama entonces mayor cooperación y Marruecos demanda más dinero de la Unión Europea para contener el flujo. El Gobierno español de turno ejerce de portavoz de los intereses de Marruecos en Bruselas y las llegadas masivas se detienen durante unos meses hasta que vuelven a crecer.

Ahora mismo, esa es la asignatura pendiente entre los dos países que más acucia a España. Más de la mitad de los 20.000 inmigrantes llegados a Canarias este año son marroquíes. El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska visitó Rabat el viernes 20 de noviembre para reclamar más control. Grande-Marlaska consiguió que Marruecos acepte deportaciones desde Canarias a El Aaiún. Pero el logro se revela pírrico. El primer vuelo desde Gran Canarias se registró este lunes y llevaba solo una veintena de emigrantes irregulares. Mientras tanto, desde que el ministro visitó Rabat han llegado a Gran Canaria más de 2.600 personas. La inmensa mayoría son marroquíes y partieron desde Dajla, en el Sahara Occidental, una de las ciudades mejor vigiladas del país.

Para combatir la emigración irregular, ambos Gobiernos están negociando firmar en la próxima cumbre bilateral, un memorando de entendimiento sobre integración de los migrantes en países de acogida y otro sobre movimientos migratorios seguros, ordenados y regulares.

Entre las cuentas pendientes de los dos países siempre subyace Ceuta y Melilla. Marruecos no reclama oficialmente lo que toda la prensa marroquí denomina siempre como “presidios ocupados” o “ciudades ocupadas”. De momento, no está en la agenda. Pero la diplomacia española se cuida mucho de evitar cualquier gesto que pueda provocar una mala reacción en Rabat. Así, durante la gira que emprendieron los Reyes de España por las comunidades autónomas del país para apoyar a la población en plena pandemia, los monarcas no visitaron ni Ceuta ni Melilla.

No obstante, la cuestión que más preocupa a la diplomacia marroquí es el Sáhara Occidental. A todas las autoridades españolas que visitan Rabat siempre suele preguntar algún periodista marroquí qué opina sobre el Sáhara. Y la autoridad, sea del partido que sea, siempre suele responder que esa es una cuestión de Estado para España y que su postura se supedita a la de Naciones Unidas.

El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, órgano encargado de renovar la Minurso (misión de la ONU para la celebración del referéndum en el Sáhara Occidental) emite resoluciones cada año, cuando tiene que pronunciarse sobre la renovación de la Minurso. Y desde 2007, esas resoluciones suelen favorecer los intereses de Marruecos, ya que no hacen referencia al referéndum de autodeterminación, como reclama el Frente Polisario.

El 15 de noviembre, en plena crisis desencadenada en el paso de Guerguerat, en el Sáhara Occidental, el vicepresidente Iglesias evocó precisamente una resolución del Consejo de Seguridad que databa de 1995, cuando la palabra referéndum no era ningún tabú ni en España ni en Marruecos. Iglesias citó estas palabras del Consejo de Seguridad: “… Reitera su empeño en que celebre, sin más demora, un referéndum libre, limpio e imparcial para la libre determinación del pueblo del Sáhara Occidental…”.

Este diario ha intentado sin éxito recabar desde fuentes diplomáticas marroquíes cómo acogen el hecho de que el vicepresidente Pablo Iglesias no viaje a Marruecos.


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