Las empresas más pequeñas que fueron previsoras antes de la pandemia y apostaron, en mayor o menor medida, por las nuevas tecnologías —a través de páginas web y plataformas de pago, por ejemplo— han aguantado mejor que otras los efectos económicos provocados por la covid-19. Gracias a ese giro han podido seguir vendiendo sus productos y, sobre todo, atendiendo a sus clientes.
Frente a las compañías previsoras están aquellas que no incorporaron la tecnología a los procesos administrativos. No se digitalizaron, y se han resentido. Para paliar esta situación y no quedarse en el andén de la crisis tienen una gran oportunidad: llega el tren de los fondos de recuperación. Es el momento de subirse en marcha a unos planes, los de Recuperación, Transformación y Resiliencia, que traen consigo unos 70.000 millones de euros para impulsar y transformar la economía en los próximos cinco años.
Ante un horizonte tan prometedor, todos se han puesto manos a la obra. Entidades, consultores y bancos preparan plataformas para que las pymes accedan a los más de 300 tipos de ayudas publicadas hasta el momento, y a las más de 2.000 previstas para los próximos años.
El foco de las ayudas
Las políticas en las que se volcarán los recursos se centran en unos pilares: la transición energética y la movilidad verde, la digitalización de la economía y las pymes, la innovación y la mejora del sistema de salud, y la educación, formación profesional y el conocimiento. Todas estas mejoras supondrán una modernización de un tejido empresarial fundamental para la economía del país.
Los expertos creen que estos proyectos tienen como objetivo final hacer empresas más productivas y sostenibles y, a la vez generar, empleo de calidad, con jóvenes y mujeres como destinatarios prioritarios. El fin último es construir la nueva economía. Otros, sin embargo, son partidarios de reforzar las áreas en las que se ha hecho poco los años anteriores y encuentran contradicción entre la rápida implementación de fondos y el impacto a largo plazo.
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