Las reformas son para el verano

El presidente del Gobierno Pedro Sánchez durante un pleno extraordinario en el Congreso de los diputados en Madrid.
El presidente del Gobierno Pedro Sánchez durante un pleno extraordinario en el Congreso de los diputados en Madrid.Andrea Comas

Diagnóstico sintético de España: tenemos una sociedad del siglo XXI (una de las más liberales y tolerantes del mundo), pero una economía del XX (con la productividad total de los factores más baja que en los 90), y una administración pública del XIX (con cesantías para muchos cargos y carreras funcionariales rígidas para otros). Hay honrosas excepciones, pero el modelo productivo del sector privado, y sobre todo del público, exigen reformas de calado.

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Que las reformas son para el verano va contra la intuición, pero en sintonía con la tradición. La hormiga de la fábula usa el estío para almacenar provisiones mientras la cigarra se divierte. Y espero que nuestros políticos descansen mucho estas fechas, pero también tengan presente que asistimos a una conjunción astral incomparable para acometer, tan pronto como sea posible en septiembre, reformas ambiciosas: la economía se fortalece y la ideología se debilita.

Experimentamos en julio la mayor caída del paro de la historia y, a pesar de que todavía subsisten dudas sobre la pandemia, todo apunta a que estamos en una senda robusta de crecimiento. Al mismo tiempo, los zelotes ideológicos que, de izquierdas o derechas, se han opuesto furibundamente a cualquier cambio, están de retirada.

Un caso llamativo es la actitud hacia el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), pecado mortal para la economía ortodoxa. Cualquier propuesta para aumentar el SMI ha encontrado tradicionalmente una fuerte resistencia. Se argumentaba que elevar artificialmente los sueldos destruiría mucho empleo. Pero, cuando se han medido los efectos de las subidas del sueldo mínimo de forma rigurosa, hemos visto que los malos augurios no siempre se cumplen y, sin embargo, muchos trabajadores sí se benefician de unos euros vitales para llegar a fin de mes. Así que el mundo de la economía y los negocios en general está más abierto que nunca a aceptar que el bajo SMI español se aproxime al de otros países europeos.

Y, en la izquierda, se ha erosionado el frente contra la reforma laboral (de Rajoy). Muchos están dispuestos a permitir una flexibilización de las relaciones laborales a cambio de robustecer la red de protección social y el poder adquisitivo de las personas con menos ingresos.

Estamos pues ante una oportunidad única para convertir España en un país más próspero y justo. Aprovechémosla al despertar de la siesta veraniega. @VictorLapuente




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