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¿Le molesta el cambio de hora? Estos españoles viven dos cada día: “Salgo a las 9.00 y llego al trabajo a las 8.40”



Ernesto Copete, de 26 años, ajusta su reloj dentro de su vehículo, antes de salir a Elvas, Portugal, donde trabaja todos los días.ROBERTO PALOMO

Antonio Sáez sale de su casa a las 9.00 y llega a su trabajo a las 8.40. Literal. “Hago una especie de viaje en el tiempo”, cuenta por teléfono. Vivir y trabajar a pocos metros de la frontera más antigua de Europa tiene sus propios líos mentales. La línea imaginaria que separa a España de Portugal, conocida como La Raya, cuenta con dos husos horarios diferentes, un caso único en Europa. Sáez es profesor de Literatura en la Universidad de Évora, a casi una hora en coche de Badajoz, donde reside. “Al ir para allá está muy bien porque ganas tiempo, pero a la vuelta tardas el doble”. El extremeño Sáez, de 52 años, tiene un truco. En el reloj de pulsera lleva la hora portuguesa y en el del coche, la española: “No falla. Solo me he equivocado dos veces en 27 años”.

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Este fin de semana, los españoles y portugueses que cruzan esta muralla invisible volverán a girar sus agujas otra vez, como el resto. Será la madrugada del domingo 27 de marzo. Los relojes se adelantarán una hora. A las 2.00 serán las 3.00. Los canarios, eso sí, lo harán una hora antes: a la una serán las dos. Es decir, que en los boletines radiofónicos de esa noche se recalcará que a las tres realmente serán las dos y, por tanto, la una en Canarias. En síntesis y para evitar los líos de cada año: que esa noche se dormirá 60 minutos menos. Que a partir del domingo amanecerá y anochecerá más tarde. Que así será hasta el próximo otoño y hasta nueva orden. Que vaya jolgorio. Y eso que solo se cambia dos veces el año…

“Sí, sería más fácil con un único horario”, cuenta Ernesto Copete, pacense y de 26 años, que también vive a caballo entre Extremadura y Portugal. Copete reside en Badajoz, pero trabaja en la ciudad portuguesa de Elvas, a 20 kilómetros, unos 20 minutos en coche. Todo sería mucho más sencillo en la vida de estos extremeños si la península ibérica tuviera el mismo huso horario. Aquí y allá. Pero no es el caso. Al adentrarse en Portugal, los móviles y los relojes se cambian, de golpe. Y al salir vuelven a girarse, de nuevo, como este fin de semana. Una hora menos, una hora más, continuamente. “Cuando llegas por primera vez al trabajo, siempre lo hablas y dices: ‘El reloj no avanza, no me jodas’”, cuenta por teléfono Copete.

El cambio de hora, dice, se da por asumido si se acepta trabajar al otro lado. “Cuando son las ocho de la tarde no ves la hora de salir”. Las ocho, claro, son las nueve en España. Copete trabaja como teleoperador para una subcontrata de Vodafone. “Televenta, vamos”.

—¿De los que llaman a la hora de la siesta en cualquier huso horario?

―Básicamente, sí.

Su horario de trabajo es el siguiente. De lunes a viernes de 15.00 a 21.00 hora española. “Pero que, en realidad, es de 14.00 a 20.00 hora portuguesa”, matiza. Un cálculo mental continuo. “Te tienes que ir acostumbrando, pero esto solo ocurre al principio”. En realidad, enfatiza, se tarda una semana en amoldarse a los cambios horarios de un lado para otro. “Mi turno, que es por la tarde, no es malo”. Otra cosa es el salario. Cuando trabajaba en España, además de que no cambiaba el reloj, cobraba 200 euros más al mes. “Por las mismas funciones eran 950 euros, mientras que en Portugal son 642”.

El último recuento oficial de cuántos extremeños y portugueses están en una situación parecida se dio en 2017. La agencia Efe publicó un teletipo donde indicaba que más de 1.400 portugueses estaban inscritos en la Seguridad Social de Extremadura, mientras que 650 extremeños trabajaban de modo itinerante en el Alentejo, la región portuguesa del sur del país que aglutina a ciudades como Portalegre, Évora y Beja. La mayoría, en las universidades y en los centros de salud. Sí existe, sin embargo, un reciente estudio transfronterizo de la Universidad de Murcia y el Instituto Carlos III de Madrid que muestra, por primera vez, qué supondría vivir con el mismo horario en la península.

Han participado 294 españoles de Huelva, Lugo y Ponferrada y 135 portugueses de Coimbra. Todos, mayores de 65 años. La edad media ha sido de 71,8 años y 72,1, respectivamente. Estos ciudadanos han llevado un dispositivo en la pulsera durante una semana en 2021. Les han tomado la temperatura de la piel, la exposición natural al sol y una serie de algoritmos de Inteligencia Artificial para saber cómo duermen, cuántas horas de sueño tienen, la hora a la que se despiertan, desayunan, comen y cenan. Si influiría mucho el horario unificado, en definitiva. El informe concluyó el pasado 31 de diciembre y se hará público en unas semanas. “La situación en la península es excepcional”, cuenta María de los Ángeles Rol, profesora en la Universidad de Murcia y coautora del estudio. “España y Portugal están pegados y les separa una hora. Aquí el problema está con el reloj biológico”.

Rol señala que han encontrado las principales diferencias a partir de la comida. “Los españoles comemos más tarde que los portugueses y la cena, aún más tarde. Nosotros vamos sumando tiempo, continuamente”. El horario portugués permite un mejor aprovechamiento de la luz solar. En las horas de sueño apenas han encontrado diferencias. Antonio Sáez, el profesor pacense que sale de su casa de Badajoz a las 9.00 y llega a sus clases de Literatura de Évora a las 8.40, ha encontrado el equilibrio perfecto: “Mi estómago ya es bilingüe. Se ha adaptado perfectamente a los horarios y a la comida de ambos países”.


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