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Letra y significado del himno de Ecuador

El Himno Nacional de Ecuador se titula ¡Salve, oh patria! y tiene seis estrofas y un coro, aunque normalmente se canta únicamente la segunda estrofa del himno y el coro que lo acompaña. Descubre aquí su historia, composición y significado para el país.

La letra del himno fue escrita por Juan León Mera y la melodía por el compositor francés Antonio Neumane. Para la canción se inspiró en la del Himno a Pío IX de Gaetano Magarazzi. Antes de dar con la versión definitiva y oficial del Himno Nacional de Ecuador, hubo varios proyectos de reforma, llegando a la versión final en 1948.

La historia del himno y su polémica

El himno se estrenó oficialmente en 10 de agosto de 1870 durante la segunda presidencia de Gabriel García Moreno. La versión completa del himno resultaba ofensiva para muchos, por ello, se ha planteado el cambio de letra en varios momentos de la historia, para poder actualizarlo según la realidad actual del país y su relación con otros países.

Cuando se escribió, la letra del Himno Nacional de Ecuador no fue agrado de todos, algunos sectores realizaron protestas por el tono antiespañol que acompañaba su letra. La letra condenaba el ataque de la flota española quienes se encontraban en contra de las naciones del Pacífico en 1865. Aún con la insistencia de estos sectores y el interés de cambiar la letra, en 1888 Juan León Mera, el escritor del himno, optó por no modificarla.

Las críticas continuaron e incluso hubo intenciones de revisar nuevas versiones, pero finalmente en 1948 el congreso declara intangible al Himno Nacional, tanto en letra, como en música. Por ello, este no se modifica, pero solo se canta la segunda estrofa y el coro del himno completo. Pues actualmente los países mantienen una buena relación.

Letra del Himno de Ecuador

CORO:
Salve oh patria mil veces oh patria!
¡Gloria a ti! (2 veces)
Ya tu pecho, tu pecho rebosa,
gozo y paz ya tu pecho rebosa,
y tu frente, tu frente radiosa
más que el sol contemplamos lucir.

ESTROFAS:

Indignados tus hijos del yugo
que te impuso la ibérica audacia,
de la injusta y horrenda desgracia
que pesaba fatal sobre ti,
santa voz a los cielos alzaron,
voz de noble y sin par juramento,
de vengarte del monstruo sangriento,
de romper ese yugo servil.

Los primeros los hijos del suelo
que, soberbio, el Pichincha decora,
te aclamaron por siempre señora,
y vertieron su sangre por ti.
Dios miró y aceptó el holocausto,
y esa sangre fue germen fecundo
de otros héroes que atónito el mundo
vio en tu torno a millares surgir.

De estos héroes al brazo del hierro
nada tuvo invencible la tierra,
y del valle a la altísima sierra
se escuchaba el fragor de la lid.
Tras la lid, la victoria volaba,
libertad tras el triunfo venía,
y al león destrozado se oía
de impotencia y despecho rugir.

Cedió al fin la fiereza española,
y hoy, oh Patria, tu libre existencia
es la noble y magnífica herencia
que nos dio el heroísmo feliz.
De las manos paternas la hubimos,
nadie intente arrancárnosla ahora,
ni nuestra ira excitar vengadora
quiera, necio o audaz, contra sí.

Nadie, oh Patria, lo intente. Las sombras
de tus héroes gloriosos nos miran,
y el valor y el orgullo que inspiran
son augurios de triunfos por ti.
Venga el hierro y el plomo fulmíneo,
que a la idea de guerra y venganza
se despierta la heroica pujanza
que hizo al fiero español sucumbir.

Y si nuevas cadenas prepara
la injusticia de bárbara suerte,
¡gran Pichincha! Prevén tú la muerte
de la Patria y sus hijos al fin
Hunde al punto en tus hondas entrañas
cuanto existe en tu tierra, el tirano
huelle solo cenizas y en vano
busque rastro de ser junto a ti.


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