El Gobierno de Líbano confirmó que está manteniendo contactos con el partido-milicia chií Hezbolá para intentar evitar un incremento del conflicto con Israel en la frontera tras la muerte el martes de un alto cargo del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) en un ataque achacado al Ejército israelí en la capital libanesa, Beirut.
El ministro de Exteriores de Líbano, Abdalá Bu Habib, ha recalcado en declaraciones a la emisora británica BBC 4 que las autoridades han iniciado conversaciones con el grupo para “convencerles” de que “no deben responder” a la muerte del ‘número dos’ del brazo político de Hamás, Salé al Aruri.
“No se lo decimos, mantenemos un diálogo con ellos en este sentido”, ha manifestado, antes de incidir en que durante las próximas 24 horas se verá “si responden o no”. “Estamos muy preocupados. Los libaneses no quieren verse arrastrados (a una guerra con Israel)”, ha explicado.
En este sentido, reseñó que “incluso Hezbolá no quiere verse arrastrado a una guerra regional” y ha pedido a los países occidentales que “presionen a Israel para que ponga fin a su violencia y sus acciones, no sólo en Líbano y no sólo en Beirut, sino también en Gaza”.
Horas antes, Hezbolá aseguró que la muerte de Al Aruri junto a otras seis personas “no quedará sin respuesta ni castigo” y había advertido de que el ataque en Beirut supone un “acontecimiento peligroso en el curso de la guerra entre el enemigo y el eje de resistencia”, tras semanas de combates en la frontera entre Líbano e Israel.
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“El enemigo criminal, que después de 90 días de crímenes, matanzas y destrucción no ha podido subyugar a Gaza […] ni el resto de las orgullosas ciudades, campos y aldeas, está recurriendo a una política de asesinato y liquidación física de todos los que trabajaron, planificaron y llevaron a cabo o apoyaron la heróica operación “inundación de Al Aqsa”“, dijo, en referencia a los ataques ejecutados el 07 de octubre por Hamás.
Por su parte, el Movimiento AMAL, también chií y aliado político de Hezbolá, recalcó que el ataque en Beirut fue un “ataque contra todo Líbano y contra su soberanía”, antes de abundar en que “es un crimen que se suma a la larga lista de crímenes y masacres cometidas por Israel desde su creación”, según recogió el diario libanés L’Orient-Le Jour.
Al Aruri residía en Líbano desde 2018, y en 2010 fue liberado tras pasar doce años en cárceles israelíes. Considerado el número dos del brazo político de Hamás y uno de los comandantes de las Brigadas de Al Qassam, se le atribuye la responsabilidad de varios ataques contra Israel desde suelo libanés y se le señala como uno de los principales intermediarios en la liberación de rehenes tomados el 07 de octubre.
La noticia ha recibido rápidamente la respuesta de las autoridades de Líbano, Irán o desde la propia milicia palestina, que acusan a Israel de la autoría del ataque. Sin embargo, las autoridades israelíes no se han pronunciado y la prensa local apunta a que el gabinete de Benjamín Netanyahu ordenó a sus ministros no manifestarse al respecto, tras prometer que acabaría con todos los líderes de Hamás, allá donde estén, en respuesta a los ataques de inicios de octubre.
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