Los rituales, en política, son fundamentales. Mucho más en una monarquía parlamentaria con siglos de historia, como la británica. La sucesora de Boris Johnson, Liz Truss, ya es la primera ministra del Reino Unido, una vez que ha recibido el encargo formal por parte de Isabel II, en el castillo de Balmoral, en las Tierras Altas escocesas. “Problemas de movilidad” cada vez más frecuentes, según explicó la Casa Real, han obligado a a la monarca a tener que recibir a su decimoquinto primer ministro (el primero fue Winston Churchill) lejos del Palacio de Buckingham, en el corazón de Londres.
Un avión de las fuerzas aéreas británicas se ha encargado de recorrer los más de 3.000 kilómetros de ida y vuelta, para que Truss pueda estar a las cinco de la tarde (hora peninsular española) en la puerta de Downing Street, sede y residencia del Primer Ministro. Allí pronunciará su primer discurso a la nación, —dentro o fuera del edificio, según permita la meteorología—, en el que se espera que incluya pistas sobre las medidas urgentes que el nuevo Gobierno conservador piensa adoptar para hacer frente a la crisis energética que sufre el país. Las informaciones surgidas hasta ahora de su equipo de trabajo, liderado por Kwasi Kwarteng, el actual secretario de Estado para las Empresas y prácticamente nuevo ministro de Economía, apuntan a un descomunal paquete de ayudas a los hogares y comercios, que incluiría limitar el precio de la factura en los niveles actuales, para evitar el incremento anunciado para octubre de más del 80%. Serán decenas de miles de millones de euros que inflarán, a corto plazo, la deuda pública, aunque la fórmula barajada por los expertos apunta que esas ayudas se trasladarán en el tiempo de forma prorrateada a los consumidores.
Truss ha llegado al poder con un mensaje neoliberal que apuesta por una bajada generalizada de impuestos y una reduccción del Estado, para reforzar el crecimiento económico. No obstante, la sucesora de Johnson sabe que apenas tiene dos años por delante para remontar unas encuestas que hoy son nefastas para los conservadores, y que la urgencia inmediata consiste en paliar, en la medida de lo posible, el sufrimiento de los británicos ante la inflación galopante, el desbordado coste de la vida y la factura del gas y la electricidad. Por eso, a corto plazo, Truss y su equipo han optado por un pragmatismo contrario a su doctrina económica, pero imprescindible para calmar la tensión social que vive el país.
Truss será la primera ministra número 56 en la historia del Reino Unido, y la tercera mujer en ocupar el cargo, después de Margaret Thatcher y Theresa May.
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