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Llorente gobierna al Atlético

Diego Costa y Marcos Llorente celebran el gol del Atlético al Levante tras una gran jugada del segundo. / José Jordán (AFP)JOSE JORDAN / AFP

De nuevo aupado en el estado de gracia y el protagonismo de Marcos Llorente, el Atlético dio otro paso para certificar su plaza en la próxima Liga de Campeones. Diez puntos sobre doce y los pinchazos de Sevilla, Getafe y Real Sociedad tras el parón han alejado el abismo que para el club supondría no acabar entre los cuatro primeros. El 0-1, tan habitual en los rojiblancos, se quedó cortó. Solo la falta de tino impidió una victoria más rotunda.

El gobierno de Marcos Llorente fue madrugador. Desde el primer minuto lo ejerció desde la suma de todas sus cualidades conjugadas con su estado de dulce. Despliegue físico para la presión alta, velocidad para romper en profundidad y ese punto de imaginación que denota su disfrute con la pelota alejado de la presión que supone jugar treinta metros más atrás. Llorente estuvo en todas en el ambicioso inicio del Atlético. Antes de que se cumpliera medio minuto ya había picado un desmarque y ganado la espalda a su defensor para amenazar a Aitor con un centro-chut fuerte. Tuvo otra colada similar, un par de robos y su exquisita maniobra final en el gol. Arias recogió un rebote largo tras un disparo de Thomas y vio a Llorente levantando la mano pidiendo la pelota en ese agujero tan delicado entre el central y el lateral. Esta vez sorprendió con un giro de bailarín con el que se sacó de encima a Vezo y su centro atrás lo terminó por empujar Bruno en su propia portería. Esos giros los practicaba mucho como mediocentro en sus años de juvenil. En esa posición, en el fútbol profesional, ni le salían ni se atrevía a practicarlos con tanta frecuencia.

El tanto fue la consecuencia de la omnipresencia y la influencia de Llorente en la salida ambiciosa del equipo de Simeone. De nuevo, desde la presión adelantada. De nuevo, con mucho equilibrio entre el juego por dentro con los interiores y por fuera con los laterales. Ya sea con Carrasco, como este martes, con João Félix cuando baja a recibir, o con el propio Llorente, Simeone parece haber encontrado por fin una construcción estable que le puede permitir salir por los dos costados.

Con esos argumentos y otros siete cambios con respecto al partido contra el Valladolid, el Atlético desarmó al Levante. Echó mucho de menos el equipo de Paco López a Campaña, su futbolista más dotado para la creación y hasta para llevar las transiciones ofensivas. Algún golpeo de Bardhi en centros al área y alguna incursión de Toño fue lo mejor del Levante en el primer acto. No hubo noticias de Rochina y de la pareja de delanteros, Sergio León y Roger Marti. Por colocación y físico, Thomas y Saúl se comieron a Radoja y Vukcevic. Apenas tuvo un par de saques de esquina el Levante tras el recule habitual del Atlético cuando se pone por delante. Aquí también se aprecia una mejora en los rojiblancos. El acule no es eterno. Y ahí Koke es el faro para sacar al equipo metiendo más piernas y animando al equipo a salir. Recuperar el dominio le dio al Atlético para un par de llegadas buenas antes del descanso. Un cabezazo de Costa se fue por poco. Carrasco se sacó un latigazo seco tras un recorte en la frontal que ratificó a Aitor como uno de los mejores porteros del campeonato con un manotazo.

Con más juego tras la entrada de Campaña y más vuelo por los costados con Morales y Miramón, el Levante trató de morder más en el segundo tiempo. La entrada de Borja Mayoral terminó por configurar el intento de reacción del conjunto local. Se expuso más y la consecuencia fue un ligero dominio que le costó dos sustos de João Félix, que formó parte del triple cambio de Simeone junto a Giménez y a Correa. El luso, que reemplazó al omnipresente Llorente, no ajustó lo suficiente, para superar a un portero como Aitor, un disparo desde la medialuna. Y le faltó temple para definir otro caramelo en el punto de penalti. Un disparo de Bardhi al lateral de la red y una peinada de Borja Mayoral a centro de Toño fue la escasa respuesta del Levante.

Jugó más en campo contrario en el último tramo del partido el equipo de Paco López, pero se encontró con la fiabilidad defensiva de Savic y Giménez en los centros laterales. Ahí ya terminó de maniobrar Simeone para guardar el resultado. Sentó a Costa para dormir el partido con Herrera y aumentó el voltaje para la contra con Morata, que entró por Thomas. Un racimo de saques de esquina fue la última carga del Levante. Todo insuficiente.


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