Lucy, enfermera en el Hospital General de Cuernavaca, tuvo que enviar a su hijo a vivir a la casa de su hermana para evitar contagiarlo.
Por Héctor Raúl González
Lo más duro de la pandemia es no poder tener contacto con sus familiares, asegura Lucy, enfermera en el Hospital General de Cuernavaca, donde se atiende al mayor número de pacientes contagiados de Covid-19 en Morelos.
Para ella, también fue difícil enviar a su hijo a vivir a la casa de su hermana para evitar contagiarlo.
Para los pacientes infectados es el no poder estar cerca de sus seres queridos.
“Lo más difícil es no tener el abrazo de tu hijo, de tus hermanas, de tu papá, también de amigos, porque también el abrazo del amigo, de la amiga son necesarios, son parte de nuestra amistad y es muy, muy difícil y lo que más pesa es que no puedes estar cerca de tu familia”, dice en entrevista.
Hace apenas unos días le informaron que le tocaba atender a pacientes del área aislada.
Aunque recibió capacitación para hacerlo, confiesa que a veces siente que el miedo está a punto de vencerla.
“Siempre nos dijeron que teníamos que estar preparadas para en cualquier momento apoyar a las compañeras que están en el servicio, más porque ya es un hospital de pacientes Covid, y llegó el día en que te dicen ‘¿sabes qué? Te bajas y vas a apoyar. Y sí, el primer día me dijeron ‘aquí está tu traje, aquí está tu uniforme, por favor apóyanos’, y yo en shock”, cuenta.
“Es un miedo. Desde que empezó toda esta pandemia recibimos cursos, cursos y cursos, pero es diferente que tú tomes el curso a que ya llegues y ‘¿sabes qué? Póntelo porque vas a entrar al área y vas a estar en contacto con los pacientes directamente’. Mi pensamiento fue ‘Dios mío, ayúdame porque voy a salir contagiada, no sabía el panorama realmente que se estaba viviendo adentro, no sabía cómo estaban los pacientes, en qué situación de la enfermedad estaban, entonces entras con miedo”, confiesa, pero la vocación puede más.
En Morelos, del total de pacientes confirmados 185 son trabajadores del sector salud, de los cuales 9 han perdido la vida, entre ellos cinco médicos, tres enfermeras y otro trabajadores de diversas áreas.
Lucy explica parte de lo que hace cuando llega al hospital.
“Te pones tu (uniforme) quirúrgico, luego el traje especial que nos dan y a entrar con los pacientes porque necesitan de nuestros cuidados, necesitan que estemos ahí con ellos; la verdad los pacientes se sienten abandonados, más que nada por los familiares, muy inquietos de que los quieren ver, de que si ya hablaron, que si ya nos comunicamos con ellos, que en dónde están.
“Son sentimientos encontrados, tanto de uno mismo como hacia los pacientes, porque no sabemos cómo decirles que se tranquilicen, que ellos están bien allá afuera, que se tranquilicen, que todo va a estar bien, cosas que nunca habíamos manejado en una situación así tan grande”, dijo.
Algunos pacientes son agresivos y deben tranquilizarlos; otros están tristes, deprimidos y eso también afecta en su recuperación.
Y aunque para muchos las enfermeras son unas heroínas, para otros son una fuente de contagio, por lo que en ocasiones enfrentan tratos discriminatorios y hasta agresiones.
“Es muy injusto porque la gente no sabe lo que nosotras pasamos en la unidad hospitalaria, no saben los riesgos que corremos, y que podemos contagiar a nuestras familias también. Ellos no se imaginan y andan en la calle así como si nada, sin cubrebocas, esa es la gran tristeza que uno siente, yo siento eso porque tú te limitas, tú te aíslas de tu familia, no visitas, mandas a tu hijo con tu hermana para que la demás gente ni sepa, ni se cuide ni tenga esas medidas higiénicas que deben de tener, no les importa, pero eso sí, agreden al personal de salud.
“Lo digo porque hay compañeras que con las miradas, que no las quieren subir al transporte, una compañera que viene desde Tepoztlán y ya ve que casi no hay transporte desde allá, que son limitados, entonces la gente se hace a un lado, no las quieren subir, unas vienen de Jojutla, de Zacatepec; el mismo Pullman no las quería traer, mucha agresión y con miradas, gracia a Dios a mí no me ha pasado eso, no sabría cómo actuar la verdad si llegara esa situación”, cuenta.
La petición, como la de todo el personal que trabaja en el sector salud, es que la gente que pueda, se quede en casa.
Cuando Lucy vuelve a su casa “se siete una paz, se siente relajado uno porque ya sabemos que vamos a llegar a casa. Una paz y dices: ya se terminó el día, gracias a Dios terminó el día, voy a tratar de relajarme, a estar tranquila para empezar un nuevo día con el mismo temor, el mismo sentimiento que estamos viviendo día a día”, expresa.