El inconfundible tono ascendente y descendente de las alarmas, asociado al peligro y a la destrucción, ha sonado cada día en algún lugar de Ucrania desde el 24 de febrero de 2022, según el análisis que ha realizado de la aplicación єТривога (Es Alarma), que las recoge desde el comienzo de la invasión rusa.
“Las alarmas me causaron impresión y mucho respeto en los primeros días de febrero y en marzo. Luego te acostumbras”, explica Cristian Segura, enviado especial de en Ucrania. Aun así, siguen causando aprehensión: “En la tarde del 31 de diciembre cayó un misil Kalibr sobre un hotel a 300 metros de mi apartamento. Aquello me llevó a tomarme más en serio la alarma de la madrugada del 31 al 1 de enero”.
El sonido lo han notado más las regiones (oblast) que han alojado el frente de batalla, como Járkov, Zaporiyia o Donetsk. Esta última lleva acumuladas más de 1.464 alarmas en todo el conflicto, una media de cinco al día. En Mikolaiv, al sur del país, se intensificaron en primavera y verano, y cesaron tras el contraataque ucranio en noviembre.
Járkov es de las regiones más afectadas: su frontera con Rusia sigue asistiendo al choque entre la resistencia ucrania y las fuerzas del Kremlin, según confirma el último informe del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, por sus siglas en inglés), del 19 de febrero. En Odesa, lejos del frente, la situación es tranquila, aunque su capital portuaria ha sido blanco recurrente de ataques rusos.
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En las regiones más alejadas de los actuales frentes de batalla, las sirenas han dejado margen para el silencio. Las tropas de Putin llegaron a los límites de Sumy, al este, al inicio del conflicto. Su retirada de la zona en abril no puso fin a las sirenas, que han sonado más de 500 veces desde entonces. El oblast de Lviv, que linda con Polonia y fue clave en el éxodo de refugiados al principio de la guerra, no ha sido campo de batalla, pero sí blanco esporádico de bombardeos. Acumula 249 alarmas y registró en abril la primera muerte de un civil.
En el siguiente mapa se ve cómo las sirenas se han escuchado en toda Ucrania (a falta de datos para las regiones de Crimea, Jersón y Lugansk), con especial énfasis en la línea que separa las zonas ocupadas por las tropas rusas y las defendidas por el ejército ucranio. En Járkov se han activado más de 1.600 alarmas a nivel regional, sin contar las que han sonado solamente en los distritos (o raions) y municipios (o hromadas).
Dos meses bajo tierra
Un ciudadano de Járkov que hubiera obedecido a todas las alarmas lanzadas en la región desde el 15 de marzo habría pasado al menos 59 días del último año en el subsuelo. En Kiev, la duración total de los periodos de alarma suma 24 días.
Los momentos de alerta duran una media de 60 minutos, pero pueden extenderse desde pocos segundos hasta varios días. La población civil debe acudir a alguno de los refugios designados por las autoridades: en la capital hay más de 4.000. Son sótanos, pasajes subterráneos y estaciones de metro como la de Arsenalna, junto al río Dniéper, que a 105 metros bajo la superficie es la más profunda del mundo.
Las sirenas, como la guerra misma, no atienden a horarios. Más de un tercio de las alarmas antiaéreas han sonado durante la noche, interrumpiendo el sueño de la población civil que arrastra la fatiga de haber pasado un año en constante alerta.
De acuerdo con un estudio del Instituto Becker Friedman, la población ha dejado de responder con igual premura a estos avisos de peligro inminente. Lo confirman las imágenes de distintas ciudades ucranias, donde los viandantes siguen paseando, conversando en un banco o comprándose un helado con el tronido de las alarmas a modo de funesta banda sonora.
“Al principio de la guerra, casi todo el comercio cerraba durante las alarmas, en cualquier ciudad. Ahora no”, apunta Cristian Segura. Uno de los motivos es la mejora de los sistemas de defensa antiaérea en las ciudades ucranias, ya que su efectividad de interceptación ha aumentado respecto al inicio de la invasión. “Si estoy en Kiev y suena la alarma, quizá lo que pienso es que quería ir a la piscina o a la farmacia y no podré, porque durante la alarma están cerradas”.
Sin embargo, la debilitada obediencia a las sirenas sigue costando vidas. Según el citado estudio: “Entre un 8% y un 15% de las víctimas civiles registradas durante los últimos periodos del conflicto podrían haberse evitado si se hubiera mantenido la capacidad de respuesta a las alertas del Gobierno”. De acuerdo con los datos del alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, al menos 7.000 civiles han muerto desde el inicio del conflicto.
Metodología
Los datos empleados en este artículo han sido recopilados por el desarrollador ucranio Vadym Klymenko y proceden de las alarmas enviadas por la aplicación єТривога (Es Alarma) que envía este tipo de notificaciones a usuarios de toda Ucrania en función de su ubicación.
Aunque las sirenas comenzaron a sonar en Ucrania el día que empezó la invasión —antes si contamos los simulacros que hicieron en algunas ciudades—, la aplicación entró en funcionamiento el 15 de marzo, por lo que no hay registros oficiales previos a esta fecha.
En los gráficos se representa el total de las alarmas en el territorio, contando diferentes divisiones administrativas (oblast, raión y comunidad local). Los recuentos de alarmas y duraciones incluidos en el texto se limitan a las alertas registradas a nivel de oblast, dado que en algunas ocasiones los avisos activados en un lugar concreto acaban expandiéndose a un área mayor.
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