Las calles de Logroño se han llenado de aficionados para celebrar el ascenso de la Unión Deportiva Logroñés a Segunda División y que La Rioja volverá a tener un equipo de fútbol profesional veinte años después gracias a su victoria en la tanda de penaltis ante el Castellón.
La expectación había crecido poco a poco en Logroño, que ha retomado el pulso al fútbol meses después de animarse con un equipo que había logrado los mejores resultados de la Segunda B en toda España y que había mostrado su capacidad para luchar hasta el último momento, lo que a la postre le ha dado el ascenso.
Centenares de aficionados, sobre todo jóvenes, se han repartido por los bares y cafeterías de Logroño, muchos de ellos con pantallas hacia el exterior y sus terrazas, lo que ha hecho que las calles tuvieran desde primera hora de la tarde un color blanquirrojo.
Hasta que ha llegado el partido y primero la desilusión se ha apoderado de los aficionados, con el 1-0 del Castellón, luego ha llegado una hora de expectación y el éxtasis ha inundado terrazas cuando Andy Rodríguez ha empatado, ya en la recta final.
Desde entonces la tensión ha marcado cada gesto y cada mirada frente a las pantallas de televisión, en especial durante la parte final de la prórroga.
Porque dado que el equipo riojano estaba con uno menos, muchos temían que todo el esfuerzo hecho antes no sirviera y esa ventaja en jugadores diera una opción más al Castellón; por eso los gritos de “tiempo” y “pita ya” marcaron los últimos cinco minutos de la prórroga.
Pero para alivio de muchos llegaron los penaltis, en los que muchos aficionados aclamaban desde el inicio a Miño, confiados en su calidad. Y no fallaron.
Bastantes aficionados con la radio de sus teléfonos -que llevaba delantera respecto a la televisión- y muchos más ante la televisión siguieron los lanzamientos con constantes ovaciones a los jugadores de la UDL y gritos en contra del Castellón.
Unos gritos que, en la distancia, pusieron nerviosos a los castellonenses y alentaron a Miño para que éste, con sus paradas, diera el ascenso a su equipo y “encendiera” la noche logroñesa.
Algunas terrazas de los bares no pudieron evitar saltarse las normas de seguridad
Las advertencias durante toda la semana para evitar las celebraciones multitudinarias tuvieron éxito solo en parte; porque en las terrazas de los bares pocos pudieron evitar las ganas de abrazarse y empezar a saltar, aunque poco después la mayoría reaccionó con responsabilidad para separarse y “cantar a distancia”.
Así, el estallido de júbilo fue diferente, con muchos gritos desde las ventanas, bocinazos de los coches por toda la ciudad, algunos fuegos artificiales desde balcones y pequeños grupos de jóvenes emocionados porque podrán ver fútbol de un nivel que ellos no han conocido en Logroño.
Pero siempre hay excepciones y a pesar de las llamadas a la responsabilidad, más de medio millar de aficionados se han concentrado en la Fuente Murrieta, el lugar habitual en el que se celebraban los triunfos del antiguo Club Deportivo Logroñés.
Las autoridades decidieron hace días vaciar la fuente, junto a la que se han situado varias dotaciones de antidisturbios.
Pero aún así, algunos han decidido colarse en el interior de la fuente para hacer su particular celebración, han encendido bengalas mientras cantaban y animaban al Logroñés, bastantes de ellos sin mascarillas ante la atenta mirada de las fuerzas de seguridad.