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Los audios de WhatsApp del comisionista Luceño: “Si yo hago eso, estaréis otra vez con lo de la ‘estafa”

Los nervios irrumpieron el 8 de abril de 2020. Pasado el mediodía, Elena Collado, alto cargo del Ayuntamiento de Madrid y responsable de compras durante lo peor de la pandemia, envía una batería de wasaps a Alberto Luceño, uno de los comisionistas que, junto a su socio Luis Medina, se acabarían embolsando casi seis millones de euros por la venta de material sanitario al Consistorio. “Por favor, llámame […] Nos han estafado seguro”, escribe Collado, que acababa de descubrir que, los mismos guantes que compraban a través de estos dos empresarios por casi dos dólares, los vendían en el supermercado a solo ocho céntimos de euro.

Ante el revés que supone tal revelación, según se desprende de varios audios y mensajes de WhatsApp incorporados al sumario y a los que tuvo acceso EL PAÍS, Luceño despliega sus esfuerzos por calmar a su interlocutora, para que no vuelva a pensar que están timando a la Administración. Así, tras asegurar que ha hecho gestiones con el proveedor (la empresa Leno) para que rebaje el precio inicial de dos dólares, le promete que la compañía devolverá la diferencia: 4,025 millones de dólares [3,6 millones de euros al cambio actual] por toda la operación. Pero realmente, según afirma la Fiscalía, Leno nunca redujo el importe, sino que esos 4 millones eran la comisión de los dos empresarios españoles, a la que renunciaron. Una maniobra que, según se desprende de sus conversaciones, desconocía Collado, cuya obsesión pasa a ser recuperar esa cantidad.

—¿A qué hora van a hacer la transferencia [de devolución]? —pregunta la alto cargo a las 17.31 de ese mismo 8 de abril, inaugurando 16 horas frenéticas, donde Luceño le insiste en que todo está en marcha.

—Elena, no sé la hora de la transferencia. Es decir, ya han hecho la carta, ya van a enviar la factura y el hombre se levantará, y cuando se levante irá al banco y me mandará la transferencia —responde en un audio el comisionista, que aprovecha para presionarle de seguido con otra operación—. Muy importante que me des salida a lo de los test porque ya no podemos esperar.[…] Tenemos que sacar la mercancía ya, porque ya la fábrica no aguanta.

Aun así, Collado sigue intranquila. “Yo me quedo despierta esta noche esperando la transferencia. Me quedo mirando la pantalla”, le dice a Luceño. Este le responde: “Yo me acostaré. Ya está todo preparado”. “Cualquier noticia, a la hora que sea, será un alivio tremendo”, le contesta ella de inmediato, que vuelve a la carga a las siete de la mañana del 9 de abril: “Buenos días. ¿Podrías interesarte con la gente de Leno sobre nuestra transferencia?”.

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Luceño cambia ya de tono y replica que el Ayuntamiento no ha mandado la documentación necesaria. Le requiere una carta con sello y firma de alguien de la Administración local para que el banco no ponga problemas por “un tema de blanqueo”, ante lo que Collado responde que no puede tramitarlo tan rápido. Que hagan la transferencia y después se lo envían.

Pero el comisionista se lanza con reproches en otro audio: “Elena, yo creo que no entendéis el sistema. Vosotros, para hacer una transferencia, tardáis ocho días y pasáis por 25.000 gestiones. Y esta gente lo puede hacer en un día, con una sola gestión. Pero necesitan un documento… No una chapuza. Porque si no, si yo hago eso, estaréis otra vez con [lo de] la “estafa” de los cojones y toda la historia. Necesitan un documento con la firma de un señor que se haga responsable. Me dicen que firme yo y les digo que unas narices lo voy a firmar yo. ¿Tú lo firmarías? […] Es un sinsentido. Se puede correr mucho, pero las cosas hay que hacerlas bien […]. No pasa nada, se va a intentar así. Pero es una chapuza. La gente allí trabaja, y aquí duerme y descansa porque es fiesta. Si queréis cobrar rápido, pues tendrá la gente que despertarse. Si no, se va a hacer como se pueda. Pero no se puede hacer la transferencia porque se piensan que es un blanqueo”.

—No están de vacaciones. Nadie lo está —le contesta Collado.

Finalmente, Collado le envía la carta firmada por el gerente de la empresa de Servicios Funerarios. A las 9.23 del 9 de abril, Luceño da por finiquitada la devolución: “Ya está”, avisa a su contacto.

La relación entre ambos

Luceño y Collado llegaron a tejer una cercana relación. En otro audio de WhatsApp, donde el comisionista le dice a la alto cargo que ha solucionado varios problemas, le espeta: “Ahora sí que me debes… una medallita me vendría bien… una medallita civil”. Luceño y Medina se encuentran imputados por el juez, pero los investigadores han descartado la implicación de Collado.

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