Los bancos centrales vislumbran la ‘pandexit’: una salida de la crisis apoyada en el consumo y con alzas de precios moderadas

Un trabajador en una fábrica de gas reciclado en Nueva York (Estados Unidos), el pasado 3 de junio.
Un trabajador en una fábrica de gas reciclado en Nueva York (Estados Unidos), el pasado 3 de junio.ANDREW KELLY / Reuters

Ya lo avisó en junio de 2020 el propio Banco Internacional de Pagos (BIS, por sus siglas en inglés). “Un año puede ser una eternidad”, aseguraba el informe económico publicado por el organismo que coordina a los grandes bancos centrales del mundo. Entonces, alertaba de que “el parón abrupto” fruto de la pandemia iba a tener efectos inmensos en la economía y que estaba llamado a ser uno de los momentos definitorios de este siglo XXI. Un año más tarde, el organismo con sede en Basilea muestra un tono mucho más optimista. El repunte de la actividad ha sido más rápido de lo esperado, es cierto. Pero eso no quiere decir que el panorama para la salida de la pandemia ―concepto para el que el BIS ha acuñado un nuevo concepto: pandexit― esté despejado de riesgos. Más bien al contrario.

Las instituciones internacionales tienen hoy una idea mucho más clara de por dónde va a ir el futuro que hace un año, cuando el brutal impacto del coronavirus apagó de golpe las luces largas de los conductores de la economía internacional. El BIS, un organismo que actúa como una especie de banco central de los bancos centrales, pronostica ahora un escenario central de relativa comodidad: una recuperación suave en la que la pandemia va poco a poco controlándose. En este supuesto, el consumo es la palanca para salir de la crisis, y las pérdidas corporativas se mantienen en niveles limitados.

La inflación, el gran monstruo que algunos economistas ven acercarse y al que otros restan importancia, se acerca hacia sus niveles objetivo. “Y cualquier incremento a partir de ahí será temporal”, sostienen los técnicos del BIS. En este escenario, además, las condiciones financieras no se restringen considerablemente. Como gran punto negro se mantiene la desigualdad entre países a la hora de salir del hoyo. “El mundo entró en esta crisis repentinamente y de golpe, pero los países vivirán su pandexit a su propia velocidad y manera”, señalan.

Este es el escenario principal, pero no el único. Y los otros dos son bastante menos halagüeños, ya sea por un crecimiento demasiado robusto que provoque efectos indeseados en la estabilidad financiera, ya sea por una pandemia fuera de control por culpa de las nuevas variantes que dé al traste con las perspectivas de crecimiento y vuelta a la normalidad. En el primer caso, un muy fuerte crecimiento podría disparar las perspectivas de inflación, lo que a su vez obligaría a los bancos centrales a endurecer las condiciones financieras. Esto podría ocurrir si los planes de estímulo desplegados a lo largo del mundo occidental —y, muy especialmente, en los Estados Unidos de un Joe Biden con la cartera abierta para regar de billones la economía— tuvieran un impacto mayor de lo esperado en la demanda, provocando una espiral inflacionaria de consecuencias imprevistas. Pero los técnicos del Banco Internacional de Pagos ven poco probable esta opción. “Las tendencias de largo plazo siguen manteniendo la inflación baja”, explican.

Más probable es el tercer escenario, en el que la recuperación se atasca fruto de una pandemia aún más difícil de controlar de lo que ya ha demostrado. “Nuevas oleadas de cepas de la covid-19 aún más virulentas podrían hacerse inmunes a las vacunas, lo que derivaría en nuevas medidas restrictivas”, adelantan en el BIS. Los efectos no se harían notar en la economía si, además, los estímulos fiscales aprobados por los gobiernos no tienen el impacto buscado para estimular la demanda y la “temida oleada de insolvencias empresariales” se materializa. Esta es, según el organismo que encabeza el mexicano Agustín Carstens, otra de las grandes cuestiones que aún siguen siendo un interrogante. Y especialmente preocupante si llega a tocar el nervio de las grandes entidades financieras.

“Salimos de la pandemia con más deuda pública, tasas de interés más bajas y balances de los bancos centrales más abultados. Normalizar la política monetaria y fiscal en el largo plazo aportará un margen de seguridad necesario para hacer frente a acontecimientos imprevistos. Y para garantizar una recuperación duradera será necesario abordar las consecuencias más perdurables de la pandemia”, asegura en una nota adjunta al informe Carstens, director general del organismo.

Mientras se dedica a aventurar el futuro, el BIS también echa la vista atrás. Y llega a la conclusión de que, si ahora estamos pensando en la salida de la crisis, es gracias a las medidas “rápidas y contundentes” adoptadas por bancos centrales y gobiernos, que han limitado los daños económicos de la pandemia. Pero los retos siguen ahí. Al organismo le preocupa en particular los efectos que podría tener en las economías emergentes una salida más rápida de la crisis en los países ricos, lo que derivaría en subidas de tipos de interés y un endurecimiento de las condiciones monetarias.


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