Los bancos se ajustan para salir indemnes de la crisis

Sucursales de bancos y cajas de ahorro en Madrid.
Sucursales de bancos y cajas de ahorro en Madrid.CARLOS ROSILLO

La banca española ha cerrado 2020, su annus horribilis, y afronta este ejercicio con un optimismo moderado. Cada vez más moderado. El año pasado el PIB cayó un 11%, y contra los iniciales pronósticos, no se llevó a ningún banco por delante ni disparó la morosidad (gracias a los colchones de las moratorias y los créditos ICO).

Sin embargo, la covid-19 golpeó las cuentas de resultados hasta llevar a pérdidas al más grande, el Santander, y hacer que el BBVA pasara buena parte del año en números rojos. Incluso, la difícil situación movió las férreas voluntades para realizar dos fusiones: CaixaBank absorberá a Bankia y Unicaja a Liberbank.

Todo el sector sufrió porque los balances se cargaron de provisiones extraordinarias por más de 40.000 millones que hundieron los resultados. Con este movimiento, se hundió la rentabilidad, “el principal problema del sector”, según dijo Margarita Delgado, subgobernadora del Banco de España, en unas jornadas organizadas por la Universidad de Navarra.

Las entidades se reforzaron para tener un 2021 y 2022 más tranquilos, conscientes de que no pagarían una factura cara en Bolsa porque los inversores ya les habían abandonado.

El jueves pasado, el sector y el propio Banco de España —según confesó Delgado—, celebró con alegría la nota de Moody`s. La agencia de calificación cambió la perspectiva para el sistema bancario español de “negativa” a “estable”. El motivo fue la mejora de las expectativas de que la recuperación de la economía, “junto con las reservas suficientes” que tienen los bancos “para las pérdidas crediticias protegerán la calidad de sus balances durante los próximos 12 a 18 meses”.

Que aguanten las provisiones tras la anestesia

Esa es una de las claves para el sector: que las reservas aguanten la morosidad que surja cuando finalicen las medidas paliativas del Gobierno. Algunos analistas creen que no será así. “La morosidad está anestesiada, pero subirá con claridad. Algún banco puede que haya dotado lo suficiente, pero otros no. En su conjunto, harán más provisiones extra en 2021”, apunta Carmelo Tajadura, economista y ex directivo de banca.

El profesor de Economía del IESE, Juan José Toribio, coincide y apunta: “La recuperación se está demorando y eso lo notarán las empresas en su solvencia. De hecho, algunos bancos ya están aumentando sus provisiones”.

Esta falta de optimismo es contagiosa. Antonio Madera, responsable de instituciones financiera de la agencia de calificación Axesor Rating, comenta que 2021 será un ejercicio “con provisiones superiores a un año corriente. La ralentización de la recuperación por el menor ritmo de vacunación exigirá a los bancos un mayor esfuerzo”.

El propio consejero delegado del Santander, José Antonio Álvarez, reconoció hace unos días en un acto en Invertía, que la recuperación se retrasará “uno o dos trimestres sobre los cálculos iniciales”, lo que llevará a que la recuperación más vigorosa de la economía llegue en 2022. Pese a todo, confió en que no haya problema con la morosidad y que el Santander regrese a sus niveles previos de beneficio y de dividendo.

En una línea parecida se muestra José Luis Cortina, presidente de la consultora bancaria Neovantas. Considera que si algún banco hace más provisiones será por reestructuraciones de plantilla. De todas formas, augura que “el índice de morosidad repuntará a finales de 2021 y verá su pico en 2022; el sector pasará del 4,5% actual a cerca del 10%, pero lejos del 13,6% que tuvo en 2013, con la crisis anterior”.

El problema lo marcará el nivel de paro

Adrian Cighi, analista de Credit Suisse, opina que el impacto de los dudosos en el sector será heterogéneo, dependiendo de las industrias y regiones donde estén implantados, “pero el nivel de desempleo será el mejor indicador de las pérdidas finales de los bancos”.

Las dudas sobre qué pasará con los créditos impagados obliga a los gestores bancarios a utilizar un arma que sí está en su mano: recortar gastos con firmeza. Pero echar a miles de empleados en plena crisis puede tener un alto coste reputacional.

Tajadura considera que “la reducción de costes es absolutamente necesaria no solo para adaptarse a la digitalización sino por pura supervivencia. La banca es como la siderurgia de los años ochenta, necesita una reconversión. Su imagen pública ya es muy floja”.

Como apuntan en Axesor, “los problemas de falta de rentabilidad por los tipos negativos ya existían en la banca antes de la pandemia, pero ahora se han agudizado. La principal palanca para mejorar los márgenes son los costes. Los ajustes de oficinas y personal serán constantes estos años”, indica Madera.

Menos costes, más rentabilidad

Desde la consultora Alvarez & Marsal se reclama que la banca mejore su ratio de eficiencia (que mide lo que gasta por cada 100 euros que ingresa) hasta el 40% o el 45% frente al 60% actual. “La mejora de la eficiencia repercutirá en la dañada rentabilidad del sector, que está en el 3,5% de ROE (rentabilidad sobre recursos propios), por debajo de los que exigen los inversores y de la media europea”, añaden en la firma.

Pero la banca tiene marcada en la agenda el 30 de septiembre, fecha en la que esperan que el BCE les autorice a repartir dividendos como antes de la pandemia. Hasta ahora solo han distribuido el 15% del beneficio operativo y quieren llegar a tasas del 40% o algo más.

Cortina, de Neovantas, y Toribio, del IESE, no creen que se les deje llegar tan lejos. No hay que olvidar que el nivel de solvencia media de los bancos españoles está entre los más bajos de Europa. Tajadura, veterano del sector, añade una idea “políticamente incorrecta”: limitar mucho el dividendo puede hacer que los bancos provisionen menos para tener una mayor base de beneficio sobre el que calcular cúanto pueden repartir.

Desde Credit Suisse indican que la situación está clara: levantarán los límites si no hay un deterioro de la economía. La clave será “la prueba de estrés de julio como punto de control para determinar posibles dividendos”.

Mientras tanto, los bancos buscan nuevas fuentes de ingresos en el asesoramiento de productos más complejos como fondos o seguros, el cobro de comisiones por servicios que eran gratis y que con los tipos negativos se van a empezar a cobrar en los próximos meses.

El aliento de las bigtech y fintech

La mejor noticia de 2021 para los banqueros es que sus cotizaciones en Bolsa se están recuperando, aunque de forma muy desigual entre ellos. Sin embargo, todos tienen en común que ven la amenaza de las grandes y pequeñas tecnológicas.

Los expertos creen que Google, Amazon, Facebook y Apple, así como fintech, son más una amenaza de futuro cercano que de presente, pero por su tamaño les hace ser temibles.

Desde Axesor apuntan que no creen que las grandes tecnológicas “entren de lleno en el sector bancario a corto plazo”. En el IESE se considera que mientras el sector bancario está abocado “a una menor competencia intrasistema, dadas las fusiones, tendrá más competencia exterior por las tecnológicas”.

En lo que sí hay acuerdo es que solo la amenazada de las tecnológicas les ha hecho reaccionar, como ha sido la creación de Bizum, el mayor éxito del sector, que permite las transferencias inmediatas y hasta ahora gratis. “La irrupción de los grandes participantes ha espoleado a los bancos a acelerar su transformación y moverse hacia lo que demanda el mercado”, indica José Luis Cortina, de Neovantas.


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