Estados Unidos ha trabajado con decenas de miles de colaboradores locales durante los 20 años de guerra en Afganistán. Con la retirada de las tropas americanas y el dominio talibán en el país, los intérpretes y sus familias han quedado a la deriva, aterrados porque las milicias extremistas adopten represalias contra ellos por haber trabajado con Washington. Sus futuros dependen en gran parte de conseguir la SIV, un visado especial que EE UU concede a ciudadanos iraquíes y afganos que han colaborado para el Ejército o Gobierno estadounidense. Para solicitarlo hay que superar un engorroso vía crucis burocrático y, en promedio, esperar casi tres años. El Departamento de Estado informó la semana pasada de que más de 20.000 intérpretes y sus familias están tramitando el permiso.
Está previsto que EE UU saque de Kabul a 750 intérpretes afganos esta semana y los trasladen al Estado de Virginia. Hasta ahora cerca de 2.000 han sido reubicados, según el Departamento de Estado. Las organizaciones que defienden a los colaboradores apuntan que estos son los casos más fáciles, ya que prácticamente habían completado la solicitud del visado. El presidente Joe Biden ha afirmado este lunes en una comparecencia que no evacuaron antes a los civiles afganos porque “algunos no querían irse” y el gobierno afgano desanimó a Washington porque un éxodo masivo podía desencadenar “una crisis de confianza”. El presidente afgano, Ashraf Ghani, huyó del país el domingo y el caos se ha apoderado del aeropuerto de Kabul desde hace días.
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El proceso para solicitar el visado especial cuenta con 14 pasos, que incluyen la recopilación de pruebas de que efectivamente el afgano trabajó con las fuerzas estadounidenses. Para esto se necesita la confirmación del empleador, que en el desorden actual y en plena estampida de altos cargos puede ser casi imposible. Con los documentos completados, la Embajada se encarga luego de la verificación. Los talibanes han asesinado a unos 300 intérpretes entre 2014 y 2020, según un rastreo de la organización No One Left Behind.
El Departamento de Defensa ha comunicado este lunes que proporcionará protección, transporte aéreo y procesamiento de los documentos de hasta 30.000 personas en riesgo en Kabul. Ese total incluye personal de la Embajada, ciudadanos estadounidenses solicitanfes de SIV afganos “y otras personas en riesgo”, según informó el teniente coronel del Ejército Christian Mitchell en una nota. Alrededor de 22.000 llegarán a EE UU y 8.000 a un tercer país.
El presidente Joe Biden anunció este mes un procedimiento que otorga prioridad a los intérpretes y colaboradores para agilizar la aprobación del visado. En las últimas semanas, la Administración demócrata ha conversado con Qatar, Albania, Kosovo, Kazajistán y Uzbekistán para que acojan temporalmente a los solicitantes de asilo, pero, según informa el periódico israelí Haaretz, hasta ahora no han tenido casi éxito. Un grupo bipartidista de unos 40 congresistas le enviaron el viernes pasado una carta a Biden para que Washington ayudara a evacuar no solo a los solicitantes de la visa especial, sino también a periodistas, empleados públicos, activistas y otras personas que pueden calificar como refugiados.
El Congreso estadounidense aprobó en 2008 la visa de inmigrante especial (SIV, por sus siglas en inglés) para recompensar a los colaboradores de Afganistán e Irak otorgándoles un colchón de seguridad. Los visados tienen una vigencia indefinida y con ellos se puede solicitar la ciudadanía estadounidense. Desde entonces, aproximadamente 70.000 afganos han sido reasentados en la potencia mundial.
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