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Los conservadores confían en el tirón de Merkel para impulsar a su candidato


Si Angela Merkel volviera a presentarse a las elecciones, las ganaría, aseguran algunos analistas políticos. El tirón popular de la canciller alemana, que se despide de la política en septiembre después de 16 años en el poder, está a años luz del apoyo con el que cuentan los tres candidatos que sí se presentan a los comicios dentro de un mes. Incluido el conservador, Armin Laschet, que en las últimas semanas está viendo cómo su formación pierde fuelle en las encuestas y él mismo se hunde en la valoración personal por la que preguntan periódicamente las empresas demoscópicas. Con la carrera electoral cada vez más reñida, Angela Merkel ha salido al rescate de su sucesor. El fin de semana participó en un mítin con Laschet. Agradeció su dedicación y pidió el voto para él, algo que hasta ahora no había hecho en ningún acto público.

Es posible que Merkel, que hasta ahora se habían mantenido al margen de la precampaña, y en general poco implicada con las cuestiones del partido desde que abandonó su presidencia hace casi tres años, tenga que participar en más actos públicos para impulsar a Laschet. El sábado alabó el compromiso del actual presidente de la Unión Democrática Cristiana (CDU): “Es una persona y un político para el que la C de nuestro partido no es solo una letra, sino la brújula que marca todo lo que hace”. Es alguien, dijo, que “construye puentes entre las personas” y el único que puede liderar a Alemania “hacia un futuro mejor”. El lunes volvió a aparecer con él en un acto público en Düsseldorf.

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La lucha por la cancillería está cada vez más ajustada. Nadie se atreve a hacer pronósticos porque las preferencias del electorado cambian a gran velocidad. La situación para la Unión – el nombre con el que se conoce la alianza entre la CDU y su partido hermano bávaro CSU- “es crítica ahora mismo”, señala Thorsten Faas, politólogo de la Universidad Libre de Berlín. “Las encuestas han sido tan volátiles que es posible cualquier cosa, incluso que los conservadores pasen a la oposición”, añade. Laschet, de 62 años y primer ministro de Renania del Norte-Westfalia, el Estado más poblado de Alemania, ha pasado de sentirse medianamente confiado en sus posibilidades hace dos meses a ser superado esta semana por los socialdemócratas en intención de voto.

A principios de julio, la Unión rondaba, de media, el 29% en las encuestas. Las más recientes sitúan a la formación poco por encima del 20%, casi a la par con el SPD y apenas dos o tres puntos por encima de Los Verdes. Con estos datos, las posibilidades de coalición son muy variadas. Los socialdemócratas podrían aliarse con Los Verdes y el partido de izquierda Die Linke, o con los ecologistas y los liberales del FDP, y dejar fuera del Gobierno a los conservadores, con los que gobiernan actualmente en coalición.

Laschet, opina Faas, está pagando ahora los errores que ha cometido durante la precampaña. Su gestión de las graves inundaciones de julio –su Estado fue, junto con Renania-Palatinado, el más afectado-, que se cobraron la vida de 183 personas en el oeste del país, ha recibido muchas críticas. A los alemanes no se les han olvidado las imágenes del político riéndose en segundo plano mientras el presidente, Frank-Walter Steinmeier, ofrecía sus condolencias. Laschet se disculpó, pero el daño ya estaba hecho.

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El que ahora es su principal rival, el candidato socialdemócrata y ministro de Finanzas Olaf Scholz, se ha beneficiado de sus traspiés y de los de la candidata de Los Verdes, Annalena Baerbock. Ahora Scholz es “claramente una apuesta segura para los votantes”, apunta Faas. “Le conocen, tiene experiencia, algo de lo que carecen los otros dos”, añade.

Laschet tampoco ha sabido colocar su discurso sobre el cambio climático y la transición energética, una cuestión que los electores alemanes consideran clave. Tanto Los Verdes como el SPD le atacan constantemente por su falta de ambición en esa parcela. En sus intervenciones suele advertir de que abandonar los combustibles fósiles demasiado pronto puede perjudicar a la industria alemana, consumidora intensiva de energía. El conservador defiende la fecha fijada actualmente para dejar de quemar carbón, el año 2038, que las organizaciones ecologistas y la oposición consideran demasiado tardía.

Mientras tanto, Laschet ha empezado a deslizar en sus discursos -también en las redes sociales del partido- que si los alemanes no le votan la alternativa es una alianza de la izquierda que incluiría a Die Linke. “Lucharemos -lucharé con todas mis fuerzas- para que este país no sea tomado por los ideólogos, para que podamos implementar nuestras ideas para una Alemania moderna”, advirtió en el mitin: “Vamos a hacer evidentes nuestras diferencias con otros partidos. Quién gobierna es fundamental y nosotros queremos gobernar”.

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