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Los conservadores finlandeses optan por la ultraderecha para formar Gobierno

EL PAÍS


Petteri Orpo, y detrás, desde la izquierda, Riikka Purra, líder de la ultraderecha; Anna-Maja Henriksson, del Partido Popular Sueco de Finlandia; y la cristianodemócrata Sari Essayah, este jueves en Helsinki.Heikki Saukkomaa (AP)

Petteri Orpo, líder del partido conservador finlandés Coalición Nacional, vencedor de las elecciones legislativas celebradas a principios de mes, ha anunciado este jueves su intención de formar una coalición de gobierno con el ultraderechista Partido de los Finlandeses, la segunda fuerza parlamentaria, y otras dos pequeñas formaciones de derechas. Los conservadores debían decidir si se inclinaban por el partido euroescéptico y antinmigración como socio principal o si optaban por sumar sus escaños a los del Partido Socialdemócrata, que gobernaba hasta que perdió en las urnas.

Tras las elecciones parlamentarias del 2 de abril, en las que los conservadores y los ultraderechistas vencieron por un estrecho margen a los socialdemócratas —las tres formaciones obtuvieron resultados muy igualados, entre el 19,9% y el 20,8% de los votos—, Orpo recibió el encargo presidencial de formar Gobierno. El líder conservador, de 53 años, iniciará el próximo martes las negociaciones formales para tratar de alcanzar un acuerdo con la extrema derecha, los cristianodemócratas y el Partido Popular Sueco de Finlandia, representante de la minoría de habla sueca, en torno al 5% de la población del país nórdico.

“Hay diferencias entre los [cuatro] partidos, por supuesto”, ha apuntado Orpo, exministro de Agricultura, Interior y Hacienda, en una rueda de prensa en Helsinki. El conservador ha matizado que, tras varias semanas de contactos preliminares, tiene la sensación de que “ninguna discrepancia va a resultar insuperable”. Las negociaciones, sin embargo, se prevén largas y complejas. Los conservadores defienden nítidamente la pertenencia a la Unión Europea y están a favor de atraer a trabajadores extracomunitarios para paliar la falta de mano de obra en ciertos sectores, mientras que la principal prioridad para el Partido de los Finlandeses es endurecer las políticas de asilo y cortar de raíz “la inmigración dañina que llega de fuera de Europa”. Los dos principales grupos parlamentarios de la derecha también mantienen fricciones evidentes en política climática y medioambiental, ante la intención de los extremistas de revertir por completo la transición verde emprendida en los últimos años por el Gobierno formado por cinco grupos parlamentarios y encabezado por la socialdemócrata Sanna Marin, primera ministra en funciones desde que presentó su renuncia tres días después de su derrota electoral.

Los roces entre la ultraderecha y el Partido Popular Sueco (RKP) también son notables. Además de en materia lingüística —en la que la formación que tiene sus feudos en los municipios de mayoría suecófona aboga por unas medidas que chocan con las propuestas del Partido de los Finlandeses—, las discrepancias en relación al derecho al asilo y las políticas de inmigración también pueden convertirse en un escollo insalvable durante las negociaciones. La líder de RKP, Anna-Maja Henriksson, ministra de Justicia en funciones, sostiene que su partido no negociará nada que “contravenga el Estado de derecho o los tratados internacionales”.

Un acuerdo entre RKP, Coalición Nacional y el Partido de los Finlandeses permitiría superar los 101 escaños necesarios para sumar una mayoría absoluta en el Eduskunta (Parlamento unicameral). Aun así, Orpo pretende contar también con el apoyo de los cinco diputados cristianodemócratas, que se han mostrado menos incómodos que los suecófonos ante la posibilidad de entrar en un Ejecutivo con la ultraderecha.

El Gobierno más derechista desde la II Guerra Mundial

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En caso de que fructifiquen las negociaciones entre las cuatro formaciones, el nuevo Gobierno finlandés será el más escorado a la derecha desde la II Guerra Mundial. Entre 2015 y 2017, Coalición Nacional y el partido ultraderechista (entonces llamado Verdaderos Finlandeses) formaron parte de un Ejecutivo tripartito encabezado por Juha Sipilä, del Partido del Centro, una formación de tradición agraria que en esta ocasión —tras su peor resultado electoral desde 1917— ha descartado la posibilidad de reeditar esa coalición y ha anunciado su intención de pasar cuatro años en la oposición. El Gobierno de centristas, conservadores y extrema derecha implosionó a mitad de la legislatura después de que el partido eurófobo y antinmigración eligiera como presidente a Jussi Alla-aho, representante del ala más extremista y mentor político de Riikka Purra, la actual líder y la primera mujer en dirigir el partido. Purra, de 45 años, ha sostenido este jueves que, a pesar de las diferencias entre las cuatro formaciones, “no hay nada que no pueda negociarse”.

Si las conversaciones entre los cuatro partidos no llegan a buen puerto, Orpo aún tendrá la posibilidad de tratar de formar una coalición con los socialdemócratas como socios principales, aunque las profundas diferencias en materia económica complican una eventual negociación. El líder conservador reiteró durante la campaña, y tras su victoria electoral, su intención de rebajar la presión fiscal y realizar un ajuste presupuestario de 6.000 millones de euros durante los próximos cuatro años, mediante la reducción del gasto público y el aumento de la productividad y la tasa de empleo. Por su parte, Sanna Marin, que dejará de estar al frente del Partido Socialdemócrata el próximo otoño, ha advertido este jueves de los riesgos de un drástico recorte en el gasto público, y ha mostrado su preocupación ante la posibilidad de que sean quienes están “en una posición más débil” dentro de la sociedad los que finalmente “sufran las consecuencias”.

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