“Este programa, como todos, debe tener reglas de operación claras que permitan evaluar su focalización e identificar zonas de elegibilidad”.
Por Helena Cotler, Robert Manson, Joaquín Nava*
Tener alimentos en la mesa siempre ha sido una prioridad, pero ahora en tiempos de crisis de salud resalta la evidencia de la gran vulnerabilidad de México en términos de la seguridad alimentaria por la escasa productividad en muchas regiones del país, por el uso indiscriminado de pesticidas altamente tóxicos que producen alimentos nocivos y porque durante muchas décadas las políticas agrícolas han fomentado y facilitado la entrada de grandes corporaciones que actualmente controlan nuestros sistemas agroalimentarios. El resultado se evidencia en los graves problemas de salud: obesidad, desnutrición, diabetes y enfermedades crónicas-degenerativas.
Diversos organismos internacionales reconocen que la pequeña agricultura es fundamental para la seguridad alimentaria, de comunidades y del propio país. En México, de los 4 millones 69 mil 938 unidades de producción con actividad agropecuaria o forestal, 67.8% tienen cinco hectáreas o menos. A pesar de sus condiciones precarias para producir y de la falta histórica de apoyos económicos gubernamentales, estos pequeños predios generan 39% de la producción agropecuaria nacional, donde 70% de los productores de maíz (blanco y amarillo) y 60% de los productores de frijol son pequeños agricultores. Además, estas pequeñas unidades generan el 56.8% de los empleos del sector, tanto familiares como contratados (Robles, 2019).
Sin embargo, la agricultura campesina ha sido permanentemente abandonada por las políticas públicas, ocasionando fuertes procesos de migración, pobreza, erosión cultural y de suelos.
En sus lineamientos (2019) y reglas de operación (2020), el Programa Sembrando Vida (PSV) plantea la necesidad de atender a campesinos con menores de 2.5 hectáreas en condiciones de marginación (CONAPO) o rezago social (CONEVAL), con población con ingreso inferior a la linea de bienestar (CONEVAL) y ubicados en sitios de alta biodiversidad (CONABIO).
Considerando que la evaluación de un programa de política pública es importante para determinar su impacto y para brindar retroalimentación oportuna, evaluamos la focalización de este programa a nivel estado, municipio y localidad en función de los factores antes señalados y que el programa busca atender (1).
A nivel estatal, encontramos que los estados seleccionados para el Programa Sembrando Vida (PSV) tuvieron significativamente más alta marginación que los estados sin participación tanto en 2019 como en 2020, con una tendencia aún mas marcada para este último año. Dentro de los estados con PSV, en 2019, aquellos con más alta marginación tenían más participación. No obstante llama la atención los casos de Chihuahua, Tamaulipas y Colima, que han sido considerados por el PSV en el año 2020 a pesar de que cuentan con un grado de marginación bajo.
Los estados elegidos en el 2019 no presentan diferencias significativas del porcentaje de la población con ingreso inferior a la linea de bienestar, comparándolos con estados sin PSV. Esta situación se invierte en 2020 (2) donde se observa que los estados elegidos presentan un porcentaje mayor de población con ingreso inferior a la linea de bienestar, comparándolos con estados sin PSV.
A nivel municipal las correlaciones son más débiles que a nivel estatal, pero aún así se observa que los municipios con participación en el PSV en 2019 tienen un nivel de marginación significativamente más alto que los municipios sin PSV. Sin embargo, los municipios con PSV tienen una población con porcentaje de ingreso inferior a la línea de bienestar significativamente menor en comparación con municipios sin PSV.
Si bien los estados elegidos no se encuentran en sitios con alta biodiversidad, a nivel municipal la superficie con alta biodiversidad es significativamente mayor en los municipios con PSV. La elección de la biodiversidad como un factor de elegibilidad en el programa puede tener un efecto contrario a la conservación de la biodiversidad, ya que las áreas elegidas son utilizadas para la agricultura, sería más conveniente buscar áreas importantes por su valor de restauración.
A nivel localidad, no se observó diferencias con y sin PSV en términos del índice de marginación ni áreas importantes para la biodiversidad.
En síntesis, hay evidencia de una buena focalización a nivel estado y municipio. Consideramos que a nivel localidad se deberían priorizar otros factores territoriales como la presencia de parcelas elegibles, ausencia de conflictos de tierras, la disponibilidad de participar en el programa y la organización social.
Este programa, como todos, debe tener reglas de operación claras que permitan evaluar su focalización e identificar zonas de elegibilidad. Queda la tarea de conocer el impacto de este programa en la agricultura campesina, en la calidad de vida de los pobladores, así como en el territorio, para lo cual será necesario evaluar su implementación a través del establecimiento de líneas base y sistemas de monitoreo transdisciplinarios en campo, establecidos con el apoyo del sector académico.
*Helena Cotler es investigadora titular en el Centro de investigación en ciencias de información geoespacial; Robert Manson es investigador en el Instituto de Ecología (Inecol); Joaquín Nava es investigador del Centro de Investigación en Ciencias de Información Geoespacial.
1: El documento completo se puede revisar en: https://www.centrogeo.org.mx/cgeo_archivo/200518_evaluacion-de-la-focalizacion-del-programa-sembrando-vida.pdf
2: Estados elegidos en 2019: Chiapas, Tabasco, Campeche*, Durango*, Puebla,* Quintana Roo,* Veracruz*, Yucatán* (*En estos estados se amplió el número de municipios en 2020)
Estados elegidos en 2020: Chihuahua, Colima, Guerrero, Hidalgo, Michoacán, Morelos, Nayarit, Oaxaca, San Luis Potosí, Sinaloa, Tamaulipas, Tlaxcala.