Ícono del sitio La Neta Neta

Los detenidos en las manifestaciones en apoyo a Navalni denuncian hacinamiento en las cárceles


Una celda para ocho personas ocupada por 28 internos, tan juntos que tienen que hacer turnos para dormir. Camas sin colchones. Baños inservibles. Con miles de detenidos en las protestas en apoyo al opositor Alexéi Navalni en las últimas semanas, los centros de detención temporal de Moscú están completos. La saturación es tal que algunos de los arrestados han permanecido en los furgones policiales durante horas, a veces toda la noche, esperando su turno para descargar. Varios detenidos, sus familiares y las organizaciones de derechos civiles denuncian condiciones de hacinamiento, mala atención y riesgo sanitario en plena pandemia de coronavirus. Las imágenes del interior de los centros y los furgones han causado gran indignación en los medios independientes rusos, pero el Ministerio del Interior asegura que todo se ha “sacado de contexto”. Mientras, los aliados a Navalni que aun siguen libres se han replegado y estudian el camino a seguir. Han anunciado que no convocarán nuevas manifestaciones “a corto plazo”.

Masha Ugolkova pasó toda la noche y parte de la mañana del miércoles en un furgón policial, rodeada de gente y con el suelo mojado. “Solo cabemos todos si alguno está de pie. Esto es imposible”, contaba por mensajes de Twitter. Fue detenida el martes, cuando protestaba junto a un grupo de amigas en el centro de Moscú por la condena a Navalni, que tendrá que cumplir dos años y ocho meses de prisión por infringir la libertad condicional en la que estaba desde 2014, cuando fue condenado por fraude en un caso polémico y que fue declarado “arbitrario e injusto” por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Esta corte dictó que el opositor debía ser indemnizado.

“Llegó un momento en que era desesperante. Nos pusimos a cantar dentro del furgón para no volvernos locos”, relató la activista Ugolkova. No mucho después colgó un mensaje en sus redes sociales: “Estamos en Sajárovo, nos están quitando los teléfonos”.

Hay más de 11.000 detenidos en toda Rusia desde la marcha multitudinaria del 23 de enero para exigir la libertad del opositor, arrestado nada más regresar a Moscú desde Alemania, a donde viajo para tratarse del ataque con veneno sufrido este verano en Siberia. Y otros 4.600 en la capital rusa, según la organización Ovd-Info, que observa la situación de los centros de detención y proporciona asistencia jurídica a las personas arrestadas.

Eso, explica el abogado Ilya Novikov, que ha trabajado en numerosos casos de derechos humanos, ha hecho que rebasen su capacidad y empiecen a trasladar a gente, por ejemplo, a centros de detención de migrantes. Como el de Sajárovo, en la región de Moscú, cuyas imágenes han hecho aflorar sus pésimas condiciones. “Hay tres veces más personas que camas, estamos viendo que han tenido que dormir sentados o apoyados unos contra otros usando los abrigos de almohada”.

Egor Hlopovskiy, de 21 años, fue detenido el 23 de enero, en la primera protesta multitudinaria de apoyo a Navalni. Cuenta que estaba cerca de la cárcel en la que está internado el opositor cuando le empujaron sobre la nieve y le detuvieron. Desde entonces ha ido pasando de comisaría en comisaría, al juzgado que le condenó a 10 días de arresto administrativo y varios centros, todos saturados. Hasta terminar, como Ugolkova, en Sajárovo. Este jueves acaba de salir. Cuenta que su celda no estaba saturada, pero que estaba lejos de cumplir con los estándares sanitarios. “Nos dieron comida y una taza de agua por persona tres veces al día. No nos entregaron productos de higiene y en las celdas hacía un calor infernal. Era imposible estar allí y hemos visto hasta chinches”, cuenta por teléfono Hlopovskiy. Es ayudante en una tienda, pero está seguro de que en cuanto vuelva le van a despedir por participar en las protestas. No se arrepiente: “Salí a la manifestación porque he vivido con Putin toda mi vida y no veo ningún cambio. La justicia, que debe ser independiente y en Rusia pertenece al Estado”.

En Sajárovo está también Serguéi Smirnov, director del medio online independiente MediaZona, detenido cuando paseaba con su hijo de cinco años por la calle, acusado de incitar a las protestas. Smirnov ni siquiera había estado allí. Solo retuiteó un chiste sobre las movilizaciones. Tendrá que cumplir 25 días de arresto administrativo en otro caso más que simboliza la represión de las movilizaciones sociales y a los medios independientes. Las imágenes que el periodista envió a su esposa, que las colgó en las redes sociales, muestran una celda a rebosar de aspecto destartalado, con una serie de literas sin colchones en las que se agolpan dos o tres hombres en cada una.

Las fotografías que tomó Smirnov y su caso —que ha provocado la solidaridad de otros medios, incluso los diarios de negocios de mayor tirada, hacia Mediazona, fundado por el movimiento Pussy Riot y centrado en los derechos humanos y la justicia penal— han suscitado duras críticas. No solo por las condiciones de los detenidos, sino por la ironía de que los aliados de Navalni estén siendo condenados a arresto domiciliario por violar las normas sanitarias de la pandemia durante las protestas y, luego, las autoridades los agolpen en los pasillos de las comisarías y en centros sin condiciones sin preocuparse de la crisis sanitaria.

Todo ello ha provocado la respuesta de las autoridades, que este jueves han empezado a tratar de distribuir a los internos. E incluso les dieron útiles de aseo, escribió Tatiana, la esposa de Smirnov, en su canal de Telegram. Sin embargo, también retiraron los teléfonos móviles a la mayoría de quienes todavía los conservaban. A las puertas de Sajárovo, un centenar de familiares esperaba este jueves a medio día para entregar comida y productos sanitarios a sus allegados.

Ante las críticas, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ha culpado a los detenidos de saturar el sistema. “El número de arrestos es mayor de lo que pueden manejar los centros de detención, mayor de lo que podría procesarse rápidamente. Esta situación no fue provocada por las fuerzas del orden, sino por los participantes en las manifestaciones no autorizadas”, zanjó.

En la víspera de la reunión del alto representante para Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, con el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, Peskov recalcó que Rusia no escucharía las críticas occidentales sobre la condena a Navalni o la represión de las protestas, que no han dejado de sucederse. También aseguró que, si Borrell había solicitado visitar a Navalni, solo dependería de las autoridades penitenciarias y los tribunales considerar la solicitud.

La aprobación a Putin se desploma entre los jóvenes

Con su líder entre rejas y sus principales aliados, incomunicados, los partidarios de Navalni analizan sus perspectivas. Leonid Volkov, quien fue jefe de campaña de Navalni y que está fuera de Rusia, ha anunciado este jueves que no tienen previsto convocar nuevas manifestaciones hasta probablemente primavera y que mientras preparan nuevas acciones e investigaciones. Sin embargo, grupos de algunas ciudades, como Kazán, están tratando de movilizar para una protesta contra a represión política.

Con todo, se ha desplomado el índice de aprobación entre los jóvenes del presidente ruso, Vladímir Putin. Un 46% de los encuestados entre 18 y 24 años han declarado que no aprueban a Putin y su gestión, según una encuesta de enero del Centro Levada, el único independiente del país. En enero de 2018, solo un 18% de ese grupo de edad afirmaba suspender al líder ruso, que tiene una popularidad general del 63%, según el sondeo; una cifra alta para los estándares occidentales, pero su nota más baja desde su llegada al poder, hace más de dos décadas.

Putin empezó perdiendo apoyo entre los más jóvenes, que acumulaban descontento, por la pandemia. A eso, explica Denis Volkov, subdirector de Levada, la indignación por el arresto de Navalni y su informe sobre el supuesto palacio multimillonario de Putin. El vídeo de YouTube, que tiene 100 millones de visitas, lo han visto, entero, 3,4 millones de personas en Rusia. Aunque han sido los memes y vídeos alternativos generados los que lo han terminado de convertirlo en viral.


Source link
Salir de la versión móvil