Los directivos de Facebook sabían que ciertos políticos estaban publicando contenido inadecuado, desde desinformación hasta posts que podían incitar a la violencia. Varios trabajadores de la red social les pidieron a sus jefes que dejaran de hacer la vista gorda con algunos personajes públicos. Los ejecutivos les escucharon, pero no les hicieron caso. Eso se desprende de una nueva entrega de documentos internos filtrados a la prensa, que esta vez están difundiendo medios europeos como el Financial Times o Le Monde y por cuyo alcance y complejidad ya se conocen como los Facebook Papers.
En las informaciones no se da nombre y apellidos de los políticos a los que la plataforma dio carta blanca para decir lo que quisieran, aunque sí se indica que en la mayoría de casos se trataba de conservadores. Los documentos inciden también en que, fuera de EE UU, la moderación de contenidos es prácticamente inexistente. En Afganistán, por ejemplo, la interfaz para denunciar contenidos problemáticos está muy mal traducida al pastún y el dari, los dos idiomas más hablados. “En un país como Afganistán, donde la proporción de la población que entiende inglés es extremadamente pequeña, garantizar que el sistema sea impecable en la traducción, como mínimo, parece de crucial importancia”, escribe un empleado de Facebook citado por Le Monde, que recuerda que Facebook es de largo la red social más usada en el país centroasiático.
Los informes en los que se basan las informaciones publicadas por sendos periódicos han sido aportados por Frances Haugen, la exempleada de Facebook que filtró documentos internos a The Washington Post y a una treintena de medios y que este lunes testificaba en el Parlamento Británico a propósito de la información que ha destapado.
La moderación de contenidos es uno de los grandes quebraderos de cabeza en Facebook. La compañía ha optado tradicionalmente por asumir una línea poco intervencionista, apelando a la libertad de expresión y al criterio de los usuarios para distinguir la mentira o manipulación de la información veraz. La suspensión de la cuenta del expresidente de EE UU Dondald Trump el pasado 6 de enero por haber alentado las movilizaciones que desembocaron en el asalto al Capitolio fue un hito para la red social, que jamás había tomado una decisión similar.
Aunque cuenta con miles de empleados (internos y externos) dedicados a escrutar las publicaciones en busca de posts que inciten al odio o que contengan material ilegal, y aunque aplica herramientas de inteligencia artificial para ello diseñadas, los miles de millones de páginas y comentarios potencialmente dañinos son muy difíciles de supervisar. A ello hay que sumar que, tal y como reveló el Wall Street Journal hace un mes, Facebook maneja una lista de usuarios VIP, compuesta por unos cinco millones de perfiles, a los que se les aplican distintas normas de moderación de contenidos.
Aunque el Journal ya había revelado que existe un grupo de usuarios con privilegios adicionales, el Financial Times agrega hoy que empleados de Facebook se quejaron en reiteradas ocasiones de que esta política podía ser perjudicial para el grueso de los usuarios.
En un informe de 2020 citado por el rotativo británico, un empleado de la red social dice que los intentos de frenar páginas que publicaban contenido conflictivo de forma reiterada fueron a menudo frenados. El trabajador escribió que “en EE UU parece que las intervenciones que se han hecho favorecen casi exclusivamente a las publicaciones conservadoras”, citando Breitbart, el diario digital que dirigió Steve Bannon, que más tarde fue estratega jefe de la Casa Blanca bajo mandato de Donald Trump, las blogueras trumpistas Diamond y Silk, el comentarista político conservador Charlie Kirk y la web de vídeos de corte conservador PragerU.
Trata de blancas a través de Facebook
Otra de las informaciones publicadas también hoy, en este caso por la cadena de televisión CNN, revela que Facebook lleva al menos de 2018 combatiendo lo que denomina servitud doméstica: “Una forma de tráfico de personas para el trabajo en domicilio movido por el uso de la fuerza, el fraude, la coerción y el engaño”.
Los documentos describen cómo mujeres que han caído dentro de este esquema han sido “sujetas a abusos sexuales, privadas de comida y bebida y de sus documentos para que no se puedan escapar”. En otro documento citado por el medio, Facebook reconoce que “existen vacíos en nuestros sistemas de detección de servitud doméstica” y se detalla cómo las plataformas de la compañía (entre las que se cuentan Instagram y WhatsApp) se usan para reclutar, comprar y vender lo que en los documentos de Facebook aparece como “sirvientes domésticas”.
Puedes seguir a EL PAÍS TECNOLOGÍA en Facebook y Twitter o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.