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Los episodios más crueles de la Biblia

Si eres un cristiano confeso o un convencido ateo, es posible que no te des cuenta de lo gráfica y francamente «sangrienta» que es la Biblia . Al pensar en ella como uno de los libros más influyentes de la historia, la mayoría de las personas solo piensan en algunos de sus más famosos pasajes como el paraíso, Adán y Eva, o los Diez mandamientos, pero pasan por alto por completo las sangrientas escenas bíblicas que pueden llegar a ser bastante sorprendentes. Repasamos a continuación los episodios más crueles de la Biblia.

Los episodios más crueles de la Biblia

Cierto es que en la Biblia abundan los pasajes en los que se habla de la bondad de Dios y de su misericordia pero también se narran episodios en los que Dios castiga a la humanidad, o pasajes en los que se pueden leer mutilaciones, violaciones, asesinatos en masa o plagas que acaban con la vida de miles de personas. Conozcamos entonces algunos de esos episodios crueles que se narran en la biblia.

La violación de Dinah

En el Génesis 34, se narra como el patriarca Jacob tuvo doce hijos (las llamadas Doce Tribus de Israel), pero solo una hija, Dina. Un día, el príncipe Siquem se fijó en Dina y de inmediato la deseó, de modo que «la agarró y se acostó con ella por la fuerza». Su padre inicialmente se indignó por esta violación, pero como ocurrió en una sociedad patriarcal, los hombres de ambas familias planearon un matrimonio entre Shejem y Dinah, y de este modo acabar con la vergüenza de Dina perdiendo su honra. La única condición era que la gente de Siquem tuviera que estar de acuerdo en ser circuncidada. Los hombres de la ciudad obedecieron a regañadientes pero dos de los hermanos de Dina no estaban satisfechos con el arreglo, y «al tercer día [después de la circuncisión], cuando todavía tenían dolores» y no podían defender su propiedad, los hermanos atacaron al pueblo de Siquem. 

El Genocidio en la Tierra Prometida 

El libro de Josué 1-12 narra como la tribus israelitas fueron liberadas de Egipto entendiendo que para ellos sería la tierra Canaán, sin contar que allí ya vivían otras tribus. Se relata así una matanza sistemáticas de quienes ocupaban la Tierra Prometida antes de la llegada de los israelitas.

La destrucción de Sodoma y Gomorra

En el Génesis 19:26 leemos como se produjo el final de Sodoma y Gomorra, en el que Dios no hizo distinciones al acabar tanto con la vida de pecadores como de inocentes. Entre ellos se encontraba la esposa de Lot, una mujer que había ofrecido a sus dos hijas vírgenes a una turba para que fuesen violadas en lugar de los ángeles que se hospedaban en su casa.

La concubina violada y desmembrada

En el libro de Jueces 19 se narra el viaje de el levita y su concubina y la noche que pasaron en Guibeá, en la que la gente del pueblo se reunió alrededor de la casa en la que se alojaba, en busca del levita. El cabeza de familia con quien se estaba quedando trató de protegerlo y les ofreció a su hija virgen y a la concubina del levita en su lugar. El levita consintió en ofrecer a su concubina y, según cuenta la historia, la gente «la violaron y abusaron de ella durante toda la noche, y al amanecer la dejaron ir». Cuando el levita la encontró, la subió a su burro y se fue a casa. En casa, cortó su cuerpo en 12 pedazos y envió uno a cada tribu de Israel.

El asesinato de Juan Bautista

En el libro de Marcos 6 se explica la muerte de Juan Bautista tras ser arrestado por Herodes Antipas (hijo de Herodes el Grande) dado que por lo visto Juan había criticado el matrimonio entre Herodes y la esposa de su hermano Felipe. Sin embargo, Herodes no quería matarlo, sino que era su esposa Herodías, probablemente debido al daño que le había hecho a su reputación, deseaba acabar con él. Herodías incitó a su hija (también llamada Herodías) a solicitar «la cabeza de Juan el Bautista» cuando Herodes Antipas quiso recompensarla por bailar en su banquete y complacer a sus invitados. Angustiado pero obligado por el honor, ordenó que decapitaran a Juan sirviéndole la cabeza en una bandeja.

La masacre en el desierto

En el Éxodo 32, tras escapar de Egipto, los Israelitas, vagaron por el desierto durante cuarenta años. Frustrados con la situación, construyeron un ídolo de oro en ausencia de cualquier otra señal de que Yahvé todavía estaba de su lado. Para castigarlos, Moisés ordenó a los levitas que tomaran sus espadas y tendieran una emboscada al pueblo, «cada uno de ustedes mata a su hermano, a su amigo y a su vecino».


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